Los huertos se extendían hasta el horizonte.
El cielo se fundía con los campos de maíz, trigo y tomates.
Su malteada de rompope era demasiado helada.
Tanto que su cerebro se congelo a la primera sorbida.
Sus piernas colgaban en el muelle.
Los peces koi se revolvían bajo ella en busca de la comida que lanzaba.
Detrás de ella sonó un carraspeo, miró hacia atrás y enseguida el ambiente se tornó incomodo.
El chico tenía sus mejillas sonrojadas mientras la miraba extrañado.
¿Qué hacía él ahí?
¿No bastaba con que ya hubiera desecho su corazón miles de veces para que él entendiera que ella no lo quería?
-¿Qué haces aquí? –dijo el chico tomando asiento junto a ella.
Ella tomó distancia de él.
-Vine a cazar luciérnagas.
Él asintió lentamente mientras ella esperaba a que volviera a declararle su amor.
Esta vez sería directa y le diría que ella en verdad no lo quería.
¿Quién querría al bicho raro del pueblo?
-Debo irme.
-Pues hazlo –le dijo ella tajante.
Él soltó una pequeña risa que sonó demasiado melancólica.
-¿De qué ríes?
-De nada –dijo él de nuevo con las mejillas sonrojadas.
Hubo una pausa donde él ambiente se relajó un poco. Sólo un poco.
-Debo irme –repitió él.
-Ya te dije que lo hagas.
-No entiendes.
Ella volteó a verlo estresada.
Aún así el le sonrió con dulzura.
-Toma.
-¿Qué es esto? –ella hizo ademan de soltarlo al agua pero él la detuvo rápidamente.
-¡No!
-¿Qué?
-No la tires al agua, hará espuma y ya no servirá.
-¿Servirá para qué?
-Para que yo vuelva. Tu sabes, el amor de las luciérnagas es único y sólo le pertenece a una persona.
Ella frunció el ceño.
-Cuídalo bien.
Acto seguido una luz del interior del chico comenzó a dejarla ciega.
La luz creció.
Tanto que ella perdió la vista por unos segundos.
Cuando por fin pudo ver otra vez, en sus piernas yacía una luciérnaga dorada.
Voló hasta su cara y se detuvo en el aire.
Sus ojos eran igual de raros que los del chico.
Después voló hasta el cielo y se perdió con las estrellas.
Ella aún sigue esperando a que él regrese.
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365
RandomGusanos que comen estrellas, ángeles que se disfrazan de demonios por miedo, mundos alternos, otoños que extrañan, primaveras que recuerdan, un par de canciones y más divagues en esta recopilación de relatos y poemas míos. Pasa y lee, no te arrepent...