La conocí en un parque, era un cálido día de verano.
Ese día jugaba fútbol con mis amigos fuera de mi casa, eramos un montón de niños estorbando a los autos que pasaban por nuestra improvisada cancha a mitad de la calle.
En una de esas patadas donde hasta el alma se te va porque necesitas meter gol sí o sí, porque tus amigos tienen todas las esperanzas en ti o porque la niña que te gusta te esta observando, en mi caso era mas la segunda que la primera, la pelota salió volando tan lejos que la perdimos y tuve que ir por ella.
Y aquí es donde ella entra.
Entré en el parque y me encontré con una niña.
Era un poco regordeta y bastante larguirucha para su edad, parecía tener 9 ó 10 años y tenía entre sus manos lo que iba a buscar.
El problema, es que la pelota me valió un comino cuando la vi.
Realmente en ese instante no supe que me había enamorado perdidamente de ella.
Casi todo en ella era blanco; su cabello, su piel, sus ojos; a excepción de su estrambótico y holgado vestido de olanes azules y con pequeñas mariposas naranjas tejidas alrededor de su cuello.
Examinaba la esfera blanca y negra como si fuera la primera vez que hubiera visto una en su vida y después me miró a mi.
Debo decir que no sabía demostrar mi inteligencia frente a ella, porque lo único coherente que pude decir durante todo ese tiempo, fue un "Eh".
Ladeó su cabeza un poco con una sonrisa y me entregó la pelota.
-Te esperan -dijo con su extraña voz soñolienta y después de darme la pelota comenzó a caminar hacia el otro lado de la calle.
Para resumir los hechos, diré que después de eso ella y yo hicimos una muy bonita amistad, y que ese día no jugué más fútbol porque no podía concentrarme con ella mirándome.
Ahora que recuerdo, ella era extremadamente rara.
Adoraba hablar con los animales pero aborrecía hablar con las personas. Siempre iba por la calle taciturna, mirando al suelo, y de la nada se soltaba riendo y miraba al horizonte con los ojos brillosos. Las metáforas se le daban bien, le encantaba hacer poemas de la noche.
Y hablando de noches, decidió irse una de ellas.
Ese día estaba sentada en el pavimento de mi banqueta, llevaba su cabello recogido en un par de coletas a los lados de su cabeza y masticaba un chicle.
Había pasado un año desde que la había conocido y aún así no había sabido mucho de ella.
Sólo sabía que extrañaba su hogar como nada en el mundo, aunque no sabía donde quedaba realmente este.
Desde que salí de mi casa y la vi sentada en la banqueta supe que algo malo le pasaba.
-¿Qué tienes? -le pregunté sentándome a su lado.
-Debo irme -respondió ella con la mirada perdida en el cielo.
-¿A dónde?
Sonrió, cómo si le doliera responder a mi pregunta- Muy lejos.
-¿A tu hogar?
Su sonrisa se hizo más grande, como si la respuesta le doliera más, y de una extraña manera supe que era así. Se iría.
Rompí una varita que había tomado entre mis manos y lancé lejos un trozo. En ese momento me di cuenta que la pena que sentía no era de cuando pierdes a una amiga, si no de cuando te das cuenta que jamás volverás a ver a la que chica que te gusta.
-¿Sabes? Hay algo que nunca entendí de ustedes los humanos.
-¿Nosotros los humanos?
-Olvídalo -dijo en un tono triste e hizo el ademán de irse.
-No, dime -le rogué, y ella volvió a sentarse. Suspiró.
-Sí, nunca entendí porque se callan cuando aman a alguien.
Se calló y guardó silencio por un buen tiempo mientras yo intentaba descifrar su mensaje.
Voltee para verla distraída, pero ella ya me miraba. Agregó:
-Ahora, por lo menos lo comprendo.
Y acto seguido, desapareció frente a mí.
Duré años descifrando sus últimas palabras, hasta que entendí dos cosas: no era humana y también se había enamorado de mi.
En ese entonces yo tenía diez años, y dure demasiado tiempo buscándola en todos lados, hasta que me di por vencido.
Había perdido la esperanza de volverla a ver, hasta hoy. Justo en este momento, cuando la veo frente a mí.
Lleva un vestido igual que el que llevaba de pequeña y sus dos coletas a los lados como las que usaba cuando se fue.
Y solo puedo decir algo: sigo perdidamente enamorado de ella.
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RandomGusanos que comen estrellas, ángeles que se disfrazan de demonios por miedo, mundos alternos, otoños que extrañan, primaveras que recuerdan, un par de canciones y más divagues en esta recopilación de relatos y poemas míos. Pasa y lee, no te arrepent...