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Bueno, estaba hecho...

Su amor fue demasiado, se habían roto los corazones el uno al otro.

Se alejaron con una mitad del alma del otro; la maldición de los amores verdaderos, esa en la que las almas se funden tanto que no importa si uno se aleja en una estrella fugaz al otro lado del universo, los corazones se seguirán latiendo el uno al otro.

Lágrimas corrieron por sus mejillas y por las nubes. Los días se volvieron grises, ¿y si el otro era el pintor del universo?

Los años pasaron, la distancia fue tanta que los ecos de los latidos murieron, y sin pensarlo, sus corazones dejaron de latir.

365Donde viven las historias. Descúbrelo ahora