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Navegué por la Vía Láctea oculta entre mi cama.
Oculta en las almohadas que día a noche ven cómo pierdo mi calma.
Oculta entre mis cabellos y mis ojeras,
entre los agujeros de mi camiseta, entre la oscuridad de mi madriguera.

Y me oculté también en ella, haciéndome bolita junto al sol,
intentando obtener algo de calor, intentando no perder el control
de este suplicio que me arroja al suelo y destruye mi armamento,
destruida como diente de león azotado por el viento,
arrepentida hasta mi médula
de haber nacido divagando por esta vida de forma tan tremula.

365Donde viven las historias. Descúbrelo ahora