Erase una vez una leyenda.
Está bien... Te diré lo que verdaderamente es; es una maldición, pero si le cuentas a las estrellas que te he dicho entonces nosotros tendremos que ser los protagonistas de ésta historia, y creeme, no nos gustaría eso.
En fin, esta es la historia de dos estrellas que se amaron hasta ser supernovas. Desde ahora debo decirte que esta no es la típica historia de la enana azul, que cruza galaxias llevado por su veloz cometa, y la gigante roja, encerrada en el agujero negro, custodiada por el feroz ejército de meteoritos que su padre universo mandó poner a su alrededor. No, esta es más la historia que inspiró a Shakespeare para escribir Romeo y Julieta, o a Mario Hugo para escribir sobre el amor de Fantina.
En fin, dejemos la tierra por unos milenios, debo contarte la historia de estas estrellas.
Erase una vez, dos estrellas.
Una de ellas se llamaba Czarí, el otro Kyraiot.
Czarí y Kyraiot eran dos estrellas que nacieron y crecieron juntas, y como sucede cada vez que dos se conocen demasiado, comenzaron a amarse.
Kyraiot amaba a Czarí como a ningún otra estrella en el universo.
Para él, ella era su sol, era la luz de cada mañana, era el calor en su núcleo que lo hacía seguir.
Para ella, Kyraiot era ese lunar en el cielo al que le contaba sus secretos cada anochecer. Era lo primero en lo que pensaba en las mañanas -¿y cómo no pensaría en él al despertar, si era lo primero que veía y lo último que deseaba?-, era su única compañía en kilómetros, era el príncipe de sus sueños, como esos de los que le había contado el cometa azul antes de morir por su luna dorada.
En fin, supongo que quedó claro que ambos se amaban.
Pasaron siglos, pasaron milenios, pasó el tiempo y su amor se hacía cada vez más fuerte.
Tanto, que fue imposible disimularlo de su padre universo.
Padre universo al enterarse de que su hija adorada, Czarí, se había enamorado de una enana azul como Kyraiot enfureció.
Mandó a Kyraiot a un lado del universo y rodeó a Czarí de trampas para que él nunca pudiera volver.
Kyraiot no podía dejar de pensar en ella.
Los cometas traían algunas noticias, pero todas eran desalentadoras: Czarí moría y él no podía hacer nada.
Harto de no poder salvarla, la estrella se rebeló a su padre y viajo años luz hasta llegar a Czarí.
Venció agujeros negros, feroces estrellas fugaces, cometas que dejaban fuego por donde pasaban... cada uno de ellos los venció con la esperanza de volver a ver su sol, pero justo en el momento de llegar al lado de su amada tan sólo pudo ver como, con una lágrima de fuego escurriendo por su cuarteada superficie, Czarí estallaba en una hermosa supernova.
Con el corazón roto, Kyraiot lloró hasta que su núcleo no pudo más, y con un atronador estallido, Kyraiot también murió.
Padre universo al ver lo que su inmensa tontedad lo había llevado a hacer, condenó a los únicos seres vivos de su universo a amarse igual que su amada hija y el amor de su vida, para así no olvidar lo que le había hecho a su querida Czarí.
Ahora los cometas le cuentan a las estrellas los dramas que la luna del planeta Tierra les cuenta a ellos.
Dramas de amores no correspondidos, de amores a medias, dramas de amores eternos y de amores que nunca comenzaron.
Fin.
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RandomGusanos que comen estrellas, ángeles que se disfrazan de demonios por miedo, mundos alternos, otoños que extrañan, primaveras que recuerdan, un par de canciones y más divagues en esta recopilación de relatos y poemas míos. Pasa y lee, no te arrepent...