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Salí a buscar a mi yo pequeña en las esquinas de las estrellas. Me monté en un cometa y recorrí el universo en busca de su sonrisa y el brillo de sus ojos.

Salí una noche a buscarme en los dobleces de mis origamis. En las vueltas del carrusel me encontré rebuscando una niña de sueños alocados y risas bobas que veía danzantes errantes en el fuego de la fogata, que veía tejidos del sol y la luna en las olas del mar.

Salí a buscarme en la noche y el día, en las esquinas de las calles, en las copas de los árboles, en el aroma de las flores o en las alas de las mariposas.

Me busqué y me volví a buscar en cada rincón del mundo, sin percatarme de que eras tú quien me tenía protegida en la cuna de tus manos, despierta con el café acaramelado de tus ojos, con el élixir de tus dulces besos y bajo la sombra de tus alas de ángel.