capítulo 30: Vivito y coleando.

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No les voy a mentir, lo único que hice fue salir corriendo muy rápido, obviamente me siguieron pero los perdí  cuando me escondí en el patio de una vecina. No podía ir directamente a mi casa, sabrían dónde vivo y puede ser muy peligroso. Esperé a que se alejaran y fui rápidamente a mi casa, cerré la puerta con llave y me apoyé sobre ella.

Mis padres escucharon el portazo fuerte que di y vinieron rápido hacia donde yo estaba. Me costaba un poco respirar, aún tenía miedo y todo mi cuerpo estaba temblando. Apoyé mi mano sobre mi pecho, ahora respiraba cada vez menos.

—No puedo respirar. Le dije a mi padre señalandome el cuello.

—Apolo, tranquilo mírame. Dijo mi padre intentando tranquilizarme.

Mi madre fue por un vaso de agua, mientras tanto, yo seguía igual.

—Hijo, necesitas tranquilizarte para poder recuperar el aire.

Lo miré fijamente a los ojos y supe que ya estaba a salvo, mi corazón empezó a latir con normalidad y el aire recorría mi cuerpo otra vez. Tomé el vaso con agua que mi madre había ido a buscar y les expliqué porque estaba así.

—Tres hombres aparecieron de la nada, me conocían y fueron los otros agresores que mataron al tío. Les dije y tomé otro sorbo de agua.

—Vamos a hacer la denuncia. Dijo mi madre y tomó las llaves del auto.

—Podemos ir dentro un rato? Todavia estoy asustado y nervioso.

—Está bien. Dijo mi padre.

—Voy a llamar a Oliver. Dijo mi madre tomando su teléfono.

—No, se va a preocupar y no quiero eso. Contesté.

—Hijo, es tu novio, obvio que se va a preocupar. Respondió ella y lo llamó.

Cinco minutos después, apareció Oliver, yo estaba recostado en mi cama leyendo cazadores de sombras y con una gaseosa en la mano. El se acercó a mi y me abrazó fuerte. No se despegó de mi hasta que hablé.

—Le dije a mi madre que no te preocupara.

—Hizo bien en avisarme y si, me voy a preocupar si me dicen que te persiguieron los otros asesinos de tu tío y que después te empezó a faltar el aire.

—ahora que lo decís así, tenes razón.

—estás mejor?. Preguntó el con preocupación en su rostro.

—Si, nada que Cassandra Clare no pueda solucionar. Dije señalando el libro.

—A veces siento que me vas a dejar por ella. Dijo el en modo broma.

—Oliver, es Cassandea Clare, autora de mi saga y libros favoritos, con eso te digo todo.

El hizo puchero y yo me morí de ternura, me acerqué a el y lo besé, lo besé mucho, mi boca no se separaba de la suya, mi lengua estaba jugando con la de el y mi mano empezaba a tocar sus abdominales marcados. Cuando le estaba por quitar la remera, escuchamos que alguien se aclaraba la garganta desde la puerta, era mi padre.

—No quería interrumpir. Dijo el un poco avergonzado.

—Solo estábamos...

—No hace falta los detalles, Oliver, iremos a almorzar a lo de mi madre, vienes con nosotros?. Preguntó mi padre.

—Si Señor, gracias por la invitación. Respondió Oliver.

—Hijo, si necesitas condones, no tengas vergüenza en pedirme.

—Te fuiste papá. Dije y mi cara se había puesto como un tómate.

Al llegar la hora del almuerzo, con mis padres y Oliver estábamos en camino hacía la casa de mi abuela. Ella siempre cuando nos invita a almorzar o cenar, prepara demasiada comida, para mi abuela no existen los fideos con queso simples, si los hace, tienen que tener muchos ingredientes y ser acompañados con algo que resalte.
En este caso, preparó ensalada rusa con un pollo al horno y papas y de tomar, vino, si lo sé, no son horas pero decírselo no va a impedir que lo tome.

Mi abuela siempre me compra algún libro o me da dinero para que yo mismo los compre, siempre le digo que no se moleste en gastar su dinero en mi pero ella insiste en que invierte muy bien en mi. Entramos a la casa y ella se encontraba en el patio tomando sol, como de costumbre y con una copa de lo que parecía vino, en su mano.

—Por fin llegaron mis seres queridos. Dijo ella levantándose de su silla y con una sonrisa de oreja a oreja en su rostro.

—Hola madre. Dijo mi padre saludando con un beso en la mejilla a mi abuela.

—Hola abuela. Dije mientras la abrazaba.

—Mi nieto, adentro tenes algo para vos. Contestó ella en voz baja para que mi padre no escuchara.

—Abuela, te dije que no es necesario que gastes en mi.

—Apolo, tengo que consentir a mi nieto. Dijo ella.—Veo que vino mi otro ñeto. Agregó ella mirando a Oliver.

—Hola señora. Dijo el saludando con la mano.

—Tengo algo que decirles, pero se los diré en el almuerzo, vamos. Dijo ella con sonrisa pícara y nos acercamos a la mesa.

Oliver y yo decidimos ayudar al chef que tiene mi abuela y llevar la comida a la mesa. El comedor de mi abuela era bastante grande, la mesa alcanzaba para diez sillas y los utensilios de cocina eran todos de plata. Después de que terminamos de comer y nos sirvieron el postre, recordé que mi abuela nos dijo que tenía algo que contarnos y le pregunté que era.

—Estuve viendo las noticias en mi tablet y la semana que viene en Estados Unidos se hará una especie de feria del libro o algo así y como yo planeaba viajar a dicho país, quiero que Apolo y Oliver me acompañen.

Gritos internos, latidos fuertes y una emoción que no pude contener.

—Abuela, de verdad?. Pregunté pensando que se trataba de una broma.

—Tengo cara de broma?. Preguntó ella irónicamente.

—Mamá, nos hubieras preguntado antes. Se quejó mi padre.

—Tengo que pedir permiso para llevar a mi nieto de vacaciones?. Preguntó ella.

—Y la madre de Oliver?.

—Pues voy a hablar personalmente con ella, o no Oliver?.

—Si, auque mi madre me dejaría ir sin problemas. Contestó el.

—Perfecto, cuando se vayan iré con ustedes y arreglaremos todo, salimos el viernes. Aclaró mi abuela.—Y Apolo, podrás conocer a esa Alejandra Clarissa. Agregó mi abuela.

—Es Cassandra Clare abue. Le corregí yo aguantando la risa.

—Bueno ella. Respondio mi abuela.

Todavia estaba en shock, voy a conocer a mi autora favorita de todos los tiempos, agarrenme que me desmayo en este mismo instante y pobres de los que me tengan que levantar, soy gigante.

Apolo y OliverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora