capítulo 35: For sale.

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Ya todos mis amigos sabían que mis padres quieren irse a España, estos últimos dos días  vinieron muchas personas interesadas en la casa, cada mañana que bajaba para desayunar, en mi cocina había gente desconocida mirando cada detalle de todas las habitaciones y hablando de precios con mis padres.

Con ellos hablé muy poco, seguían insistiendo en querer irse y que yo vaya con ellos, pero no quería, mi vida no está en España, mi vida está acá en Argentina, tengo a mis amigos y a mi novio, allá no voy a tener a nadie con quien hablar o poder salir y eso me preocupaba muchísimo.

—Me van a tener que llevar a la fuerza. Les dije a mis padres durante el almuerzo.

—Apolo, no hagas más complicadas las cosas. Dijo mi padre que se servía una pata de pollo.

—No quiero hacer las cosas complicadas, ustedes las hacen así queriendo llevarme a otro continente, que no es poco. Dije mientras tomaba gaseosa.

—Hijo, en España vas a tener muchísimas oportunidades. Dijo mi madre acercando su mano a la mía.

—Parece una escena de una película de Disney esto. Contesté y me crucé de brazos.

Después de almorzar subí a mi habitación, mis padres me han sacado hasta las ganas de leer cazadores de sombras, de verdad estaba enojado con ellos, no quiero irme a la otra punta del mundo donde no me conoce ni el clima.

Fui a la casa de Oliver y subí a su habitación, el estaba entrenando la espalda, los músculos de la misma estaban bien marcados y definidos, no pude evitar quedarme viéndolo, estaba tan sexy que me hizo olvidar lo que estaba pasado en mi casa.

—Estás disfrutando lo que ves?. Preguntó el dándose vuelta hacia mi.

—Mucho, cada vez que venga, te voy a enviar un mensaje así me esperas de esta forma. Contesté mirando todo su abdomen marcado y sudado.

Me acerqué a el, agarré su cintura y lo besé fuerte en los labios. El metió su mano adentro de mi remera y acarició mi abdomen, bajé por su cuello y deposité muchos besos en el mientras mis manos apretaban fuerte sus nalgas por fuera del pantalón.

—Te dije que tengo una debilidad por estás?. Le decía mientras apretaba aún más.

—Me encanta tu debilidad. Respondio el entre jadeos.

El sacó mi remera y me tiró sobre la cama, empezó a besar mi cuello y a succionar mi piel dejando una marca roja en el. Empezó a bajar sobre mi abdomen hasta que llegó a mi pantalón, sintió como mi miembro estaba duro y se marcaba en mi bóxer, sacó mi pantalón y lo revoleo al otro lado de la habitación. El se quitó su short y en bóxer se sentó sobre mi bulto y siguió besandome en los labios.

—Quiero que me lo hagas bien rico y duro. Me dijo entre gemidos al odio.

Bajé nuestros boxers y la piel de sus nalgas y mi miembro estaban pegados y el calor en nuestros cuerpos aumentaba cada vez más, los jadeos y las respiraciones eran cada vez más constantes. Oliver agarró un condón del cajón y lo colocó sobre su miembro, levantó mis piernas, lubricó la entrada y lo metió completamente haciéndome gemir.

Al principio dolía un poco pero al pasar el rato, ese dolor se fue convirtiendo en un placer que me hacía agarrar las sábanas y apretarlas. Oliver seguía moviéndose con su miembro adentro mío y acercaba su cara para besarme en los labios y dejarmelos bien húmedos.

Los últimos gemidos fueron más
fuertes, en señal de que había terminado en el condón. Tiró este mismo en el contenedor de basura y volvió a la cama. Estabamos bastantes sudados y necesitábamos recuperar la respiración.

—Me hiciste olvidar todo el drama que venía a decirte. Le dije mientras rascaba su cabeza que estaba apoyada en mi pecho.

—Pasó algo grave?. Preguntó el.

—No, no es grave, tiene que ver con España. Respondí disgustado a lo que tenía que contar.

—España? Pasó algo ahí?. Volvió a preguntar el sin entender lo que quería decir.

—A mis padres les fascinó Barcelona y están planeando irse a vivir ahí. Contesté tragando grueso.— y quieren que yo también vaya. Agregué.

Oliver se quedó en silencio por un momento, a el también le sorprendió bastante la idea de que yo me vaya, es una pésima idea esa.

—Y vos? Qué pensas?. Preguntó el un poco desanimado.

—Pienso que tengo que buscar la manera de quedarme, no quiero ir. Contesté un poco molesto.

—Ellos tienen la última palabra, Apolo. Dijo Oliver mientras se sentaba en la cama.

—Lo sé, no quiero alejarme de vos, pensar en eso me pone de malas. Contesté cruzado de brazos.

—Yo no puedo decirte que te quedes, quizás ellos ven una gran oportunidad para vos en España. Dijo pensando.

—Eso mismo dijeron ellos, pero si acá también tengo oportunidades, no tengo que irme ni a España ni a la China. Respondí ya bastante molesto.

—Bueno, tranquilo, supongo que la casa la van a vender, no?. Preguntó Oli.

—Si, en la puerta hay un cartel gigante de 《Se vende》 y ya han venido algunos interesados. Contesté.

—Entonces tenemos que buscar la manera de que tengas un lugar para vivir. Dijo el mientras intentaba pensar en alguna.

—Podría pedirle a mi abuela dinero para alquilar algún departamento. Sugerí.

—Tu abuela no quiere que vayas a España con tus padres?. Preguntó el.

—Si quiere, pero si le digo que en verdad no quiero irme, lo va a entender y sé que me va ayudar. Respondí.

Después de que comimos algo, con Oliver fuimos a la casa de mi abuela para poder hablar con ella. Mi abuela estaba en su patio dándole un vistazo a sus plantas, ese jardín parece un vivero de la cantidad de plantas y flores de diferentes especies. Nos acercamos a ella para saludarla y le pedí a Oliver que nos dejara un momento solos.

—Abue, no quiero irme a España, no me gusta para nada esa idea de dejar todo e irnos. Le comenté mientras nos sentábamos en las sillas que ella tiene en su patio.

—Apolo, puede ser una gran oportunidad para vos estudiar en Barcelona, pensalo bien. Contestó ella.

—Ya lo pensé y no quiero irme, tengo toda mi vida acá en Argentina, a mis amigos, a mi novio, en España no voy a tener a nadie. Le respondí.

—Viniste para que hable con ellos, no es cierto?. Preguntó ella.

—Si pero también quería pedirte ayuda en otra cosa, si me quedo, quisiera alquilar algún departamento para poder vivir, sería por los primeros meses y ya después te devuelvo el dinero cuando trabaje. Contesté intentando convencerla.

Ella levantó una ceja y su respuesta fue corta y definitiva.

—No, Apolo, por supuesto que no.

Apolo y OliverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora