capítulo 39: decisión difícil. (final parte 1)

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Hoy mi abuela nos avisó que volvía al país, estuvo dos semanas en Canadá cerrando negocios y desde el aeropuerto vendría a casa. Dijo que tenía algunos regalos para nosotros, siempre que va a algún viaje nos trae cosas.

Oliver había dormido en casa y al despertarnos, desayunamos con mis padres, ellos tomaban café con medialunas mientras que Oliver y yo, café con tostados de jamón y queso. Mi abuela llegaría para la hora del almuerzo y estábamos discutiendo.

-—Pollo con papas. Sugirió mi padre.

-—Lo comimos cuando ella se fue. Dijo mi madre.

—Pizza. Sugiero yo.

—Muy básico para tu abuela. Contesta mi padre.

—Tortilla de papa. Sugiere Oliver.

Los tres lo miramos como si hubiera dicho algo increíble, nunca hemos comido tortilla de papa con mi abuela y era una muy buena idea para poder hacer y sorprenderla en su llegada. Tenemos que seguir la receta al pie de la letra, mi abuela es muy observadora y cada detalle ella lo ve.

Oliver y mi madre harían la comida pero antes, el quiso hablar con mis padres sobre un tema que quiere cerrar en su vida y que debe hacer.

Oliver

Me senté en la mesa con los padres de Apolo para poder pedirles ayuda con algo que siento que ya es hora de hacer. Es difícil volver a ese momento pero no puedo dejar que esa persona siga haciendo su vida como si no hubiera pasado nada

—Necesito su ayuda. Les dije a mis suegros.

—Pasó algo grave?. Preguntó el padre de Apolo.

—Más bien necesito ayuda del abogado que llevó el caso de Nicanor. Contesté.—Quiero denunciar a mi abusador. Agregué a la conversación.

Los padres de Apolo no dijeron nada por un momento, creí que tendría que seguir hablando pero su madre habló antes de que yo lo hiciera.

—No vamos a preguntar porque debe ser un tema difícil y horrible de contar, pero queremos que sepas que te vamos a ayudar en todo, Oliver.

—Apolo lo sabe?. Preguntó su padre.

—Se lo dije el día que atacaron a Julia. Contesté.

Ellos me dieron una tarjeta con el nombre del abogado y les di las gracias.  Volví a donde estaba Apolo y el leía la receta de la tortilla de papa en Google. Lo abracé por atrás y apoyé mi cabeza sobre su hombro que por cierto, estaba musculoso.

—Te ves muy lindo cuando estás concentrado. Dije mientras le daba besos en el cuello.

—Si seguís haciendo eso, se me va la concentración. Dijo el con una sonrisa.

—Le dije a tus padres que quería denunciar a mi abusador. Le dije a Apolo.

Giró su cabeza para verme.

—Qué dijeron?. Preguntó el.

—Me pasaron el número del abogado que llevó el caso de tu tio. Contesté.

El tomó mis manos y se puso frente a mi mirando profundamente mis ojos que estaban fijos en los suyos.

—Sos una persona fuerte, a pesar de todo seguis de pie, eso es admirable. Dijo mientras acariciaba mi mano con su dedo.

—Soy fuerte porque tengo a mi lado a una persona increíble. Respondí sonriendo.

—Siempre voy a estar a tu lado, Oliver. Contestó el.

—Y yo a tu lado también, Apolo. Le respondí y le di un beso en sus labios.

Terminamos de hacer la tortilla y mi abuela llegó con todas sus valijas a la casa. Se había cambiado el color de pelo, ahora lo tiene castaño y planchado. Dejó las cosas en la puerta y corrió a abrazarnos, solo se había ido por dos semanas pero no le gusta estar alejada de sus seres queridos.

—Ese aroma a comida, es tortilla?. Preguntó ella pasando su lengua por los labios.

—Sabía que te darías cuenta. Dije frustrado.

—Quién la hizo?. Preguntó mi abuela.

—Apolo y yo, señora. Contestó Olivdr orgulloso.

—Qué te dije con que me llames señora?. Sos el novio de mi nieto, dime abuela también.

Oliver me miró y solté una risa pequeña que no pude evitar.

—No quiero ser irrespetuoso. Dijo Oliver avergonzado.

—Decime nona entonces. Le dijo mi abuela.

Oliver solo asintió con la cabeza y nos dirigimos a la cocina para poder comer la tortilla que Oli y yo hicimos hace un rato. Nos sentamos a comer y ninguno abría la boca para hablar, solo para comer la tortilla y saborearla en su paladar, pero después de tanto silencio, mi abuela dijo algo.

—Tengo que decirles algo a Apolo y Oliver. Dijo ella mientras limpiaba su cara que tenía restos de comida.

—Mamá, otra vez con tus cosas?. Dijo mi padre en modo de queja.

Mi abuela revoleo los ojos y continuó hablando.

—Estas dos semanas que estuve en Canadá, vi que se vive muy bien ahí, las personas son amables y hay buenos estudios y un futuro hermoso.

Con Oliver nos miramos sin entender de lo que mi abuela hablaba.

—Y creo que es una oportunidad que no puedo dejar pasar, por eso, les conseguí una beca de estudios en una universidad de Canadá para ustedes. Dijo mi abuela señalando a Oliver y a mi.

Todos abrimos los ojos de sorpresa, yo miraba a mis padres sin entender nada y ellos también me miraban sin entender. Como ninguno dijo nada, mi abuela continuó hablando de las becas universitarias.

—Es para el año que viene, irían en enero para alojarse ahí y comenzar en marzo si ya tienen la carrera decidida.

—Pero abuela, por qué lo hiciste sin consultarnos antes?. Pregunté todavía sorprendido.

—Creí que la idea les gustaría, me equivoqué?. Preguntó ella.

—La idea es fantástica, pero Canadá? No sabemos nada de ese país, seria arrancar de cero en un lugar que no conocemos. Contesté.

—Hijo, tienen mucho tiempo para decidirlo. Dijo mi padre.—Además, aprovechamos esto para decirles que la casa se vendió ayer, nos vamos a España la próxima semana.

Volví a abrir los ojos sorprendidos, miré alrededor y una nostalgia recorría todo mi cuerpo, la casa donde crecí, donde viví, donde fui feliz, se había vendido ayer, ahora le pertenecía a otras personas, ya no era nuestra, simplemente era de los compradores.

A mi madre le cayó una lágrima de su ojo, estaba sonriendo y llorando, pero de felicidad, mi padre la abrazaba y levantó la copa para brindar por la casa y por la noticia de mi abuela. Pero yo no había dado ninguna respuesta, Oliver no ha dicho nada tampoco, no sabemos que hacer, que decir o que decidir, estábamos en blanco ambos.

—Entonces? Apolo, que harán?. Preguntó mi abuela.

Miré a Oliver su miraba estaba puesta en mi, con solo mirarnos, ambos supimos lo que pensaba el otro y teníamos una respuesta para dar, estábamos decididos y ambos al mismo tiempo, respondimos.

Continuará...

Apolo y OliverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora