capítulo 34: tres años después.

884 91 8
                                    

Con mi familia volvimos de las vacaciones en España, mi abuela nos hizo recorrer Madrid y Barcelona en tres semanas, caminamos y viajamos mucho por ambas ciudades hasta que llegó el momento de volver para Argentina. Oliver no pudo venir porque también se iría de vacaciones con su madre, Paul y su tía.

Al llegar a casa, Julia y Paul estaban en la puerta, me resultó extraño verlo a él, en esta fecha todavía estaría de vacaciones, eso significa que no fueron y que Oliver está en la ciudad. Bajé del auto y sentí algo en el pecho, ambos estaban demasiado serios, parecía que algo malo había pasado, o eso era lo que intentaba detectar de sus rostros sin expresión alguna.

—Chicos no me asusten, que pasó?. Pregunté queriendo saber lo que querían decirme.

—Hace un rato llamaron a Oliver desde la comisaría, encontraron muerto a su padre en la celda. Respondió Julia.

Me quedé en silencio por unos minutos, lo único que se me cruzó por la cabeza, es estar con Oliver en este mismo momento. Nunca tuvo una buena relación con su padre y mucho menos después de lo que pasó, pero debe ser muy fuerte esto para el.

—Oliver fue a la comisaría?. Pregunté mientras sacaba mi celular del bolsillo.

—Si, fue con mi tía. Respondió Paul.

Me acerqué a mi padre y le pedí las llaves del auto, les conté lo que pasó y querían acompañarme, pero les dije que no, Olicer en estos momentos no va a querer ver a tanta gente, si tengo suerte, querrá verme a mi.

En menos de diez minutos llegué a la comisaría, entre en ella pero no veía a Oliver por ningún lado. Esto me traía malos recuerdos, tenía miedo de que se haya ido otra vez sin decirle a nadie, o a mi, como fue la última vez. Salí de ahí y miré para el lado del estacionamiento  y el estaba sentado en el piso con la espalda apoyada en una pared.

Me acerqué rápidamente hacía el y levantó la mirada, no dijo nada pero sabía perfectamente que necesitaba que lo abracen con todas las fuerzas. Me senté a su lado y estiré las piernas para que el apoyara su cabeza en ellas.

—Como te sentis?. Le Pregunté mientras acariciaba su cabeza.

—Creo que el destino quiso que nunca seamos unidos como padre y hijo. Respondió el mirando para el cielo.

—Lo siento mucho, Oli. Le dije intentando consolarlo de alguna forma.

—Yo no sé si siento que haya muerto, digo, no quiero sonar insensible pero el nunca estuvo para mi, por qué iba a llorarlo?.

—Dijeron como fue su muerte?. Pregunté.

—Se ahorcó con la funda de la almohada. Contestó el y se levantó del suelo.—Vamos, no tenemos porque estar acá. Agregó.

—Para, oliver, no querés saber si van a hacer un velorio?.

—No, la verdad es que no, y no quiero que estés acá, mi padre le hizo mucho daño a tu familia y ahora que ya no está, siento toda la culpa encima.

—Ey, mírame, no tenes que tener culpa de nada, nadie tiene la culpa, solo el. Dije y el solo me abrazó.

Subimos al auto de mi padre y nos fuimos a mi casa, al llegar, Julia abrazó a Oliver y entramos en ella. Mis padres también abrazaron a Oliver y también a Paul, el padre de Oli era su tío y tampoco debe ser fácil para él eso.

—La verdad, casi no lo conocí, era muy chico cuando el se fue y... perdón, Oliver, no quise hacerte recordar eso.

—No, Paul, no te preocupes, eso es algo que ya superé hace mucho tiempo. Contestó Oliver.

Cuando nos sentamos en la mesa, alguien tocó la puerta, me levanté y la abrí, al otro lado estaba Martín, no lo veía hace tiempo y su cabello estaba un poco más largo. Lo dejé pasar y saludó a todos los que estaban en mi casa.

—Disculpen que moleste, Oliver siento mucho tu pérdida. Dijo Martín y le dio dos palmadas al hombro de Oliver.

—Gracias, Martín, como te enteraste?.

—Julia me avisó, y con respecto a eso, Paul podemos hablar un momento?. Preguntó Martín señalando mi patio.

Ambos salieron afuera y cerraron la puerta corrediza.

—No te incomoda que esté acá, no?. Preguntó Martín.

—No, para nada, al contrario, me da gusto verte de nuevo. Respondio Paul con una sonrisa.

—Lo siento mucho por lo de tu tío. Dijo Martín poniendo su mano en la de Paul.

—Te extrañé, quise ir a verte pero preferí darte tu espacio. Contestó Paul aceptando tomar la mano de Martín.

—Quería espacio de los demás, no de vos.

Ambos acercaron sus rostros y se besaron, Julia, Oliver y yo desde adentro gritamos de alegría, mis padres y los chicos saltaron del susto y no pudimos evitar reírnos. Martin y Paul entraron a la cocina y mi madre nos sirvió café a todos con medialunas.

Hoy definitivamente fue un día de telenovela, tan típico llegar de vacaciones y que te reciban con malas noticias y vas a buscar a tu novio que seguro esta triste y tenes que consolarlo pero a pesar de todo, el está bien. Después llegas a tu casa y una de las parejas de tu círculo de amistad se reconcilian y tu madre prepara la merienda para todos tus amigos.

Pero creo que hay algo tan cliché que sobrepasa todo lo que dije arriba. Durante el tiempo que estuvimos en España hemos recorrido mucho, caminando y en auto. Mis padres estaban encantados con ese país y las ciudades que visitamos. Con mi abuela hablaron mucho, casi siempre cuando yo no oía o estaba distraído.
Hoy cuando los chicos se fueron, durante la cena mis padres murmuraban todo el rato y las miradas delataban que querían decirme algo, y no me equivoqué.

—Hijo, sabemos que España nos ha encantado a los tres, a tu abuela también. Dijo mi madre iniciando la conversación.

—Si, es una ciudad muy linda, de las mejores que conocimos hasta ahora. Contesté mientras cortaba la carne de mi plato.

—Es bueno que te haya gustado, Barcelona es linda para vivir. Agregó mi padre mientras servía jugo en nuestros vasos.

Dejé de comer y levanté la vista para ellos, inmediatamente me di cuenta cuáles eran sus intenciones de esta conversación. Me quedé en silencio por un momento y mi madre tomó la palabra.

—Creo que ya sabes lo que está pasando, dejaremos que lo piensen tranquilo.

—No tengo que pensar nada, es una idea de mierda. Dije un poco molesto.

—Apolo!. Llamó la atención mi padre.

—No, Apolo nada, en que momento se les ocurrió esta idea de cuarta?.

—Le dijimos a tu abuela que nos consiga una casa ahí, para mitad de año poder irnos. Aclaró mi madre.

—Bueno, se Irán ustedes, yo no. Dije y me levanté de la mesa.—y no pienso ir de vacaciones con ustedes nunca más. Y me fui de la cocina.

Apolo y OliverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora