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El doctor Martín había llegado, ¿Estaba preparada para hablar de todo o intentar hacerlo? Sí, era capaz pero estaba muy nerviosa. Rash y Elliot se quedaron conmigo, me sentía un poco más valiente con ellos a mi lado.

Cuando abrí la puerta, allí estaba el doctor, sonriéndome cómo todos los días.

– Buenas tardes, Diana – exclamó mientras entraba a la sala – Perdón la demora, tuve una cita con otro paciente.

Mi madre salió de la cocina en silencio, ¿Había escuchado todo? Solamente la miré, esperando que lograra entenderme, pero no me dijo nada.

– Siéntese, ¿Desea algo para beber? – le ofreció mi madre.

Negó la cabeza, se acercó y se sentó a los sillones, mi madre estaba al lado del doctor.

Él miró a mis amigos y sonrió.

–Me alegra ver avances.

Sonreí y por primera vez era de verdad, no fingía absolutamente nada.

–Bueno Diana, intentaremos lo mismo de siempre, ¿sí? Recuerda que no debes sentirte presionada para contarlo – el doctor me decía mientras me daba una sonrisa, una sonrisa que me daba a entender que todo iba a estar bien – Me podrías decir que sucedió hace tres meses... – añadió con seguridad.

Asentí y le sonreí nerviosa.

– Tuve un accidente... – y así empecé a decir todo lo que tenía dentro de mí. Era como si esa explosión que sentía, cada vez se iba apagando, miraba que anotaba todo en su cuaderno, no decía nada, solamente escribía algunas palabras y volvía a mirarme con atención.

–Diana, ¿Qué sentiste en el accidente? ¿Qué viste a tu alrededor? – volvió a preguntar, mientras movía el lápiz entre sus dedos.

Tomé aire y miré a mí alrededor, mis ojos se detuvieron al ver los de mi madre, tenía sus ojos vidriosos, pero al mirarme me sonrió y susurro que todo iba a estar bien.

–Recuerdo el golpe, el rostro de Mark, recuerdo que desperté y lo vi con los ojos cerrados – di un suspiro lento – Le grité muchas veces, pero no los abrió. Sentía dolor en una de mis piernas, vi a unos médicos acercarse a mí y decirme que todo iba a estar bien.

Sentía todas las miradas en mí, pero no levanté la mirada.

–...Luego en el hospital, el dolor seguía ahí, el vació y rabia que tenía seguían. Dolor al no estar con él y no haberle dicho que lo amaba, me sentía incompleta sin él o eso era lo que pensaba. Y tenía rabia, porque no confió lo suficiente en mí, me mintió y eso le costó la vida.

– ¿A qué te refieres con que pensabas que sin él, estarías incompleta? – exclamó el doctor.

Aún no me sentía preparada para decirlo en voz alta, pero tenía alguien en mente. Solamente que era muy pronto para atraerlo a todo esto.

– No lo sé, digo que alguien me hizo ver que sin el sigo completa.

–Me gusta ese alguien, esa persona es alguien positivo en tu vida, te saca de esa oscuridad – decía mientras cerraba el libro negro que tenía.

–Sí, una pequeña luz en mi vida – respondí mientras le daba una sonrisa.

Asentí.

–Diana, ¿has hecho lo que te había pedido que intentarás? – preguntó serio mientras que esperaba mi respuesta, le recibió una taza de té que mi madre le traía.

–No le escribo como usted me lo pidió, pero todas las noches... – añadí nerviosa – Todas las noches le hablo a la luna, pensando que es él. Le cuento de mis días, mis problemas, siempre espero que me vaya a responder – le sonreí – Le hablo a la luna esperando que me ayude a mejorar.

Hold On [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora