#15

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Maldición.

Nunca me había sentido tan avergonzada, mi madre no decía absolutamente nada, pero la conocía demasiado. Su mirada estaba fijada en mis manos, que estaban unidas a la de Adam, Felipe estaba a punto de decir alguna estupidez.

–Adam, justo le estaba contando a nuestra madre sobre ti – recalcó cada palabra sin dejar de mirarlo, una sonrisa se le estaba por escapar.

Lo miré tratando de que ignorara lo que acababa de ver, pero iba a sr imposible. Adam en ningún momento soltó mi mano, él se acercó a mi familia con mucha seguridad.

–Camille – respondió mi madre – La madre de Diana y Felipe.

– Un gusto en conocerla, soy Adam. – añadió sonriendo – Cómo lo prometí, aquí dejo a Diana.

Miré a mi madre que estaba en silencio, Adam me observó por unos segundos, dándome una sonrisa, hice lo mismo que él. Pero lo que vino después me dejó sin aliento, Adam se acercó y me besó en la boca sin decir nada. Mañana nos íbamos a ver en la escuela, no tenía idea de cómo esto iba a funcionar, menos de lo que éramos.

Adam se fue caminando en silencio, cuando desapareció en la esquina, me giré para ver sus reacciones. Mi madre me dio una sonrisa, me pareció todo muy confuso.

– ¡Ay! Me parece muy guapo, ¿Hace cuánto que están saliendo? No quiero presionarte cariño.

Entramos todos a la casa, por lo menos nadie se había fijado en la ropa que llevaba puesta, que no era la mía. Todo iba bien, hasta que...

–Hey Didi, ¿Qué tal estuvo la cena? ¿Tuviste algún problema con tu ropa?

Me quedé allí helada, debía admitir que toda esta situación me ponía muy nerviosa, pero no había pasado absolutamente nada con Adam, bueno. Eso no es totalmente cierto, nos habíamos besado y básicamente yo inicié todo.

– Nos mojamos...Digo, Si, Adam me prestó su ropa... – balbucee.

Mi madre pasó por al lado mío sonriendo, nunca había sentido nada de esto con nadie, con Mark fue diferente, aparte fue mi primer novio. Lo que sentía por Adam era diferente, no sabía si sentía algo, estaba confundida. Subí a mi habitación y me quedé allí disfrutando de mi momento a solas, dejé mi ropa encima de la cama y las galletas en mi escritorio, me acerqué a la ventana, dónde me esperaba todos los días para hablarle de mi día, a pesar de lo que había hecho hoy.

–Mark, hoy besé a otro chico – susurré mirando a la luna.

Volví a mi cama y me acosté, estaba muy cansada.

La noche se había venido encima, mañana tenia escuela y debía presentar el trabajo de historia, el que no habíamos practicado con Adam. Lo único que pedía era que no saliéramos de los primeros, pero como tenía mala suerte, en ese lugar íbamos a salir.

Mientras cerraba mis ojos, pensaba en lo genial que lo había pasado, habían pasado meses en que no me reía de la manera en que lo hice hoy día. Recordé cada momento en que disfruté y lo guardé dentro de mi corazón. El timbre del teléfono me interrumpió, haciendo que volviera a la realidad.

– ¿Diga?

Era el doctor.

– Buenas noches Diana, disculpa la hora pero soy el doctor Martín, necesito comunicarte algo – añadió en un tono bastante serio – Bueno, quería hablarte de que nuestras sesiones presenciales se acabaron – decía el doctor, por el otro lado se la línea se escuchaba el movimiento de unos papeles.

– ¿Algo sucedió? – pregunté nerviosa.

¿Por qué se acabarían sin previo aviso? Quizás el doctor ya no quería continuar conmigo.

Hold On [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora