Epílogo

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Sé que debería estar en Nueva York, pero algo lo impedía o más bien alguien.

El cielo estaba gris y con algunas nubes negras. Seguía caminando mientras pisoteaba las hojas muertas y secas del piso, algunas de colores rojos o amarillas. Estoy a un paso de entrar al lugar que evité por mucho tiempo, donde está una persona que me dejó sin previo aviso. Nunca me ha gustado visitar los cementerios, Mark sabía lo que pensaba de ellos. Las veces que tuve que ir por que algún amigo de mis padres había fallecido, me sentía extraña. Sentía que el aire se ponia tenso, sus susurros me ponian los pelos de punta.

Pero esta visita es necesaria, necesito despedirme y dejarlo ir.

Sigo caminando por el pasto húmedo en busca del nombre de Mark, cada espacio que veo esta adornado con flores de todo tipo para las personas especiales que estan acá. Me quedo mirando su nombre en la lápida unos segundos, es extraño ver su nombre ahí, algunas rosas frescas y algunas un poco secas. Dejo mi bolso caer y luego me siento arrodillada frente a él, intento aclarar todo lo que estoy sientiendo y pensando mientras limpio su nombre con mi suéter. Al tocar su nombre con sus dedos, es como si algo se hubiese despertado en mi, haciéndome recordar todos lo buenos momentos junto a él.

Cierro mis ojos permitiendome recordar y sentir, ya no duele como antes.

– Mark... Sabes lo que pienso sobre los cementerios, pero aún asi no creo que sea excusa suficiente para no venir a verte – di un largo suspiro – Tuve problemas para asimilar que esto había ocurrido, me costó meses entender que te había perdido y que no te iba a encontrar tan facilmente.

Sonreí al ver su nombre. Un olor a tierra mojada me inundó y el tuene rumor de una ligera lluvia sobre los arboles y plantas.

– Espero que me hayas escuchado las veces que le hablé a la luna, cuantas cosas te conté mirandola directamente a ella pensando y esperando que estuvieras escuchando – dije mientras miraba las gotas caer sobre su lapida y mi cuerpo – Espero que estes bien donde seas que estes, y no te preocupes por mi, yo estoy bien, cada dia mejorando y recordándote con menos dolor.

Me quedé unos segundos allí, con mis ojos cerrados tocando su nombre. Era la única manera en que lo iba a volver a sentir. Me levanto del suelo, teniendo en cuenta que ya debería irme, pero siento algo a mi alrededor, una fuerza inexplicable, me rodea con sus brazos acariciándome por todos lados, pasando por mi rostro, mis mejillas y finalmente por mi boca. La forma extraña me responde dándome un escalofrío, dándome a entender que me ha respondido.

– Adios mark, cuidate donde sea que estés – le sonrió por última vez, tomo mi bolso, miro una vez más y comienzo a caminar.

Era lo que necesitabamos, lo que yo necesitaba, dejarlo ir y dejarme sanar completamente. Mientras caminaba por el pasto mojado pensaba en ti, en los buenos momentos que pasamos juntos, en cómo llegaste a mi vida. Al llegar a la entrada, me giré y miré por última vez al lugar en que me marco por siempre.

Adiós Mark, te llevaré a Nueva York conmigo.

Hold On [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora