CAPÍTULO CUARENTA Y UNO 🌼

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Seis días, cuatro horas, cinco minutos y treinta y dos, treinta y tres, treinta y cuatro segundos después. Ese es el tiempo que llevo esperando a que entre por la puerta, pero no ha aparecido y yo empiezo a perder la esperanza. Aunque tampoco es que lleve el tiempo.

Siempre te equivocas, ¿por qué le cuentas? Ahora el guapetón no volverá. Qué capullo es, eh, tanta cara bonita, pero mira, al primer problema se va. Es un idiota. ¿Para qué le dices?

Te recuerdo que fuiste tú quien me gritó: ¡cuéntale!.

¿Y por qué me escuchas? Es que de verdad, hasta este punto y no me conoces. SI SOY TÚ.

Lo tendré en cuenta para la próxima.

—Amery, mirar la puerta fijamente no hará que aparezca. Ahora termina de vestirte, que tenemos que irnos.

—No vendrá.

—Será porque no era el indicado y no le importas realmente—mis ojos se cristalizan ante sus crudas palabras.

Que sútil, Dan.

—Lo siento, lo siento, Amy. No quise decirlo así, pequeña—me abraza—Tranquila, si no viene, él se lo pierde. Perdería a la mejor persona que podría conocer.

—Sí, y no pienso perder a esa persona—giro mi cabeza tan rápido para mirarlo que por poco me fracturo el cuello.

¡Sabía que vendría! ¡Siempre confíe en él! Eres el mejor, guapetón.

La ignoro.

—Has venido—hablo sin creérmelo.

—No, Angel, soy un holograma—rueda los ojos y sonrío, con toda la intención de correr hacia él hasta que Dan me detiene previendo mi intención.

—Ya has escuchado. Nada de esfuerzo y correr. Así que aquí quieta. Salúdalo desde lejos.

—Pero...

—Pero nada. Un hola y que se vaya.

—¡Dan!—me retuerzo intentando que suelte mi brazo, pero es imposible, no lo consigo. El doctor Fed entra a la habitación y me quedo tranquila con mala cara.

—Bueno, Amery, cuídate mucho, no me gustaría verte aquí dentro de poco. Me alegraría verte fuera, no en un hospital.

—Claro, doc—le guiño un ojo—Seré tan cuidadosa como un espía. No me verá en un buen tiempo.

—Y tómate las medicinas.

—Claro que lo hará—hablan al unísono Dan y Ashton para luego retarse con la mirada.

Agh, hombres.

Concuerdo, Shirley.

—Bueno, ya estás de alta, puedes irte cuando gustes.

—No hace falta que lo diga dos veces, doctor. Nos vemos luego—lo abrazo y salgo de la habitación felizmente.

—¡Cuidado, Amery!—me dice cuando casi me choco con un chico en muletas.

Dan no tarda en alcanzarme y junto a él Ashton; ahora, sin importarme Dan, me lanzo sobre él y lo abrazo, pero no tardo en escuchar el gruñido a modo de protesta de mi hermano mayor. Ashton me devuelve el abrazo con fuerza.

—Pensé que no volverías más.

—Solo necesitaba pensar, Am. Y con pensar me refiero a gritarle a mi padre que busque una solución.

—¿Habías venido?

—Sí. Pero no he entrado. Te he visto desde la ventana, pero estabas tan concentrada mirando la puerta fijamente que no te dabas cuenta de mi presencia. Me quedaba mirándote, procesando una y otra vez lo que decías y sigo sin poder asumirlo realmente.

Condición. ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora