CAPÍTULO DOCE 🌼

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Miré el hermoso paisaje que se proyectaba al bajarme del auto. El hermoso mantel blanco pinta lo que hace meses era verde, cubre los árboles como un abrigo (uno frío) y congela el lago. Observo con una sonrisa bobilonga en el rostro a los conejitos dar saltitos para refugiarse del frío y con todas mis ganas doy una inspiración, permitiendo al frío entrar por mis fosas nasales, haciéndome sentir liberada por instantes.

—Es hermoso, papá. ¿Qué es este lugar?

—Aquí fue donde conocí a tu madre, era verano en ese entonces, y también es el lugar donde me enteré que seriamos padres tanto la primera vez como el resto de veces. Ya conozco el truco de tu madre, cada vez que venimos aquí solos es porque me dirá que está embarazada—me río.

—Tal vez algún día venga y te sorprenda con que no es por eso—comento observando a mi alrededor.

—Solemos venir, pero muy rara vez en nuestro aniversario. Hace mucho no venimos porque ya sabes, es en invierno y a tu madre no le agrada mucho el frío—asiento—Ninguno de ustedes sabe de este lugar, eres la única.

—¿Por qué?—nos sentamos.

—Todos tienen algo en qué refugiarse, una manera de escapar de la realidad, de liberar la carga. Tus hermanos tienen a sus amigos; tú puedes tener esto, algo que nadie más que tú y yo conocemos, un secreto de este sitio. Tu madre lo conoce, pero no viene por aquí sola. Yo suelo venir a pensar y pensé que te gustaría por si quieres despejarte un día, claro, ese día tienes que decirme, no puedes estar sola, pero yo puedo esperarte en el auto todo lo que quieras. Hasta podrías venir a pintar. ¿Qué te parece?

—Eso sería genial—murmuro con una sonrisa—Gracias, papá––lo miro sonreírme mientras acaricia mi fría mejilla.

—Todo por mi pequeña rebelde—me agacho a tocar la nieve, me quito los guantes para hacer una bola y se la lanzo, provocando el desafío en su mirada. Él me la devuelve iniciando así una guerra de bolas de nieve.

Me río cuando una cae en mi cara y me siento en la nieve cuando siento mi respiración más dificultosa al punto de doler cada inspiración. Me acuesto y muevo los brazos y las piernas creando un ángel.

—¿Te sientes bien, cariño?

—Sí. Este lugar es hermoso, tan silencioso...Tranquilo. Da tanta paz—me levanto mirando las estrellas—¿Crees que cuando muera puedan enterrarme aquí? El cementerio es un lugar muy triste para alguien como yo—bromeo y él me mira frunciendo el ceño—¿Sabes qué? Mejor no me entierren aquí, es un lugar muy bonito para que vengan a deprimirse.

—Aún falta mucho para que mueras, cariño, y tal vez ese día yo ya no estaré aquí. Espero que sea así porque no sé cómo podría soportarlo—él me mira con los ojos cristalinos.

—Papá, lo siento. Digo estas cosas sin ningún ápice de empatía. No quería hacerte sentir triste, es un lugar muy bonito para eso, perdón.

—No es nada, cariño, es que solo pensar que alguno de mis hijos ya no estaría más con nosotros me sienta muy mal.

—A mí pensar en perderlos a ustedes, a mis hermanos o a alguien de la familia también me hace llorar. Cuando lo pienso me imagino la vez que fuimos a la montaña rusa y tú estabas con esta cara—hago cara de asustada—Al igual que Hakim y se me pasa. Son todos unos miedosos, salvo Morgan y Hakan, pero aun así subieron porque yo lo quería. Bueno, menos Morgan porque era muy pequeña. Ese recuerdo no lo olvidaré nunca.

—Fue aterrador, todas esas curvas y bajadas. Nunca fui amante de la montaña rusa. Yo soy de subirme al pequeño. Con Morgan o con ustedes cuando eran pequeños. Mamá ama la montaña rusa.

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