CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE 🌼

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—Ya lo sabes, cariño, no sobre esfuerzo. Te estoy dejando marchar y confío en que me harás caso.

—Que sí, pesado—me quejé rodando los ojos—Quiero decir, maravilloso doctor que me lleva tratando toda la vida—corrijo en cuanto me mira mal para después reír levemente.

—Anda, lárgate y líbrame de tu presencia un rato. Es increíble cómo se relaja el hospital cuando sales por la puerta.

—No, si le parece salgo por la ventana—ironizo entre risas y él me empuja suavemente y finge que me tira del pelo.

—Niña maleducada, el sarcasmo y la ironía es la única manera que aprendiste para hablar.

—No. También aprendí la manera cínica y burlona—vuelvo a reír.

—Pásatelo bien, cariño, y feliz cumpleaños.

—Gracias, doctor Fed. Otro año más aquí dentro. Que maravilla—ironizo lo último.

Mamá tira de mi silla hacia la salida y me encamina al auto donde Dan espera. Los demás están en la fiesta, hoy es nuestro cumpleaños. 18 años. Pff, ¿quién diría que iba a vivir tanto? ¡Si yo sigo pareciendo de 14!

Sin embargo, hay que ver el lado positivo. Cuando esa gente que aparenta su edad o más, dentro de algunos años serán como unos viejos mientras que yo y mi hermana pareceremos de 18.

Bueno, ella, yo no.

Una vez que llegamos a la finca que mamá alquiló para la fiesta, Dan aparca y me ayuda a bajar. Ya hay gente que son amigos de mis hermanos y algunos de mi hermana lo que me lleva a pensar que hay demasiada humanidad junta. Me ven llegar en la silla de ruedas ocasionando que se acerquen y yo dejo que Dan me arrastre a regañadientes porque no quiero estar sentada en esta asquerosa silla. ¡Estaré enferma, pero no invalida! Además, es fea, de un azul oxidado. Horrible, no me gusta, para nada.

Me levanto en cuanto mis hermanos están frente a mí y los abrazo como si hace un rato no los hubiese visto y felicitado con nuestra típica felicitación de cumpleaños, sin embargo la repetimos.

—¡Un día especial, un día especial, un día especial...para los cuatrillizos que cumplen más, uno más! ¡Vivimos de molestar, con nosotros no te aburrirás, somos lo mejor que hay y nunca nos...nos...nos... olvidarás!—Cantamos la canción que creamos a los 7 años.

Una mierda de canción, permíteme decir.

No, no te lo permito.

—¿La silla de ruedas era la condición?

—Sí—murmuro con molestia.

—Ven. Los demás te quieren felicitar, tienen rato preguntando por ti.

—Es que soy inolvidable y un amor de persona.

—Eso último es discutible—comenta mi madre y abro la boca ofendida.

—¡Mamá! ¡Es mi cumpleaños! ¡Un poco de respeto que yo contigo no me meto!

—¿Cómo que no?

—En tu cumpleaños no—me defiendo, encogiéndome de hombros.

—Ni siquiera en el día de las madres me salvo—refunfuña y me río de ella.

—¡Amery! ¡Feliz cumpleaños!—viene corriendo hacia mí mi pequeña hermana y me abraza—La prima se va a robar a tu novio—me informa señalando a Lena.

—¿Perdón? ¿Robarme algo a mí? ¿Sabes con quién estás hablando, Morgan? Con la persona más diosa de este planeta—hago un gesto de diva—Mira cómo es mío.

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