Maratón, especial San Solterín/Valentín (1/3)
Tres días después, mamá corre como loca por todo el supermercado porque, según ella, no llega a nada. Estamos comprando las cosas para la cena de mañana; navidad. Hemos alquilado un salón, ya que la familia es muy extensa (no bromeo), para pasar las fiestas. Toda la familia estará reunida, no puede faltar nadie, esa es una obligación. En mi familia, esta festividad es muy importante, es la mejor fecha de todas. Yo amo la navidad. Es mi época favorita del año y con solo pensar en eso me hace olvidarme totalmente de mi condición.
—Siempre todo a última hora, ¿por qué tengo que ser así? Ya no soy una adolescente, pensé que eso cambiaría de adulta y parece que me equivoqué.
No piensen que habla con nosotros porque no es así; habla consigo misma, tampoco es algo que pueda juzgar.
—Mamá, ya he encontrado todo lo de la lista—Dan aparece con el carrito lleno y la lista en la mano, haciendo a mamá suspirar de entusiasmo y tranquilidad.
—Ay, te amo, hijo. ¿Qué haría yo sin ti?
—Morir de pena por haber perdido a un hijo tan guapo.
—Ese ego lo heredaste de tu padre—confirma y solté una risita por ello—¿Tus hermanos siguen comprando? ¿Por qué tardan tanto?—pero no espera a que contestemos, solo avanza por los pasillos buscando cada producto que necesita.
—¿Sabes, Amy? A veces pienso que mamá se ha vuelto loca—le tapo la boca con rapidez.
—Shh, Morgan. No vaya a ser que te escuche.
—¿Por qué?
—Porque se volverá loca.
—¿Más?
—Un poco. Pero sigue siendo mamá así que no seas grosera con ella.
—Si yo la amo, pero es que a veces me pregunta cosas y luego cuando le respondo me dice: cariño, calla un poco que estoy pensando—me río—O cuando está gritándome por romper algo, luego me abraza y me dice que me ama y lo linda que soy, pero luego va y me dice que aun así estoy castigada. Solo tengo ocho años y tengo la cabeza hecha un revoltillo. Así no se puede—vuelvo a reír.
—Que dramática eres, Morgan—comenta Dan y ella se cuelga de un lado del carrito y yo del otro—¿Se creen que son unas niñas?
—Sí—hablamos al unísono.
—Bájense.
—Oye, técnicamente yo sí soy una niña. Ella no—me señala y yo abro la boca ofendida—Así que bájate, Amery. Yo subí primero.
—Traidora. Y yo que te había comprado un regalo—mentira.
—No es cierto. Ya revisé tu habitación y no encontré nada.
—¿No te he dicho que no revises mi habitación? Los regalos son sorpresa.
—¿Por qué no tomas tu propio consejo?
—¿Qué dices? Yo no reviso nada—me hago la desentendida cuando siento la intensa mirada juzgadora de Dan.
—Hoy te he visto buscar en la habitación de mamá y papá.
—Shh, nena. Eso es un secreto—ella se encoge de hombros con una sonrisa inocente; y créanme, esa sonrisa engañaría a cualquiera que no la conozca.
—Dios, ¿alguien me dice que he hecho con la cartera?—me río ante su frustración—¿Me explican como es que he tenido seis hijos y ninguno se ha perdido? ¿Cómo lo he logrado?
—Bueno, técnicamente si los has perdido. ¿Recuerdas esa vez en el pelotero? Nos olvidaste a Hako y a mí y luego al ir a buscarnos olvidaste a Kim y a Lia en la tienda de helados.
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Condición. ✔️
Romansa• Completa ✔️ ¿Mi lema? Oh, espera ¿tengo un lema? Si tuviese uno sería: Vive al máximo porque después de todo, la vida es una y qué mejor que vivirla siendo feliz. No escuches a esa gente que no busca lo mejor para ti. No te dejes pisotear, no te d...