CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE 🌼

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AMELIA

—Pueden entrar si quieren—nos informa.

Caminamos de nuevo al piso correspondiente. Papá al vernos sale de la habitación y puedo notar lo cansado que está. Las ojeras son visibles, esta noche no pudo dormir porque estaba terminando un trabajo y ahora se debe enfrentar nuevamente a esto.

—Papá, mamá, vayan a descansar. Nosotros nos quedamos.

—Estamos bien, hija, tranquila. Podemos quedarnos.

—Mamá, Lia tiene razón. Se ven cansados, nosotros nos quedamos con ella. No pasará nada. No hay sitio donde esté mejor atendida que aquí.

—Tienen razón, cariño. Vamos a descansar un rato y así a la vuelta les traemos la comida—la convence papá. Ella suspira y asiente.

—Está bien.

Entra en la habitación, le habla a Amy y luego besa su frente despidiéndose. Hace lo mismo con nosotros e incluso con Ashton. Papá le da una palmada en la espalda a los chicos y me abraza.

—Volveremos en un rato, ¿vale? Estás a cargo, no confío en los orangutanes estos—señala a los chicos.

—¡Ey! Lo hemos oído—se quejan los gemelos.

—Lo sé, era el punto—sonríe sin mucho ánimo, intentando aligerar la tensa situación.

Me encanta que aún estando cansado siga teniendo su humor para no decaernos. Amery heredó eso de él también.

—Tu hermano mayor también se ha ido. Moon lo necesitaba. Vendrá luego a la noche—me informa papá y asiento.

Ambos se marchan y entramos en la habitación. Ella abre los ojos cuando nos escucha entrar y medio sonríe, pero cuando ve a Ashton la sonrisa se le borra y aparta la mirada.

—Hola, Amy—la abraza Kim.

—Hemos venido a invadirte—habla Hako.

—Y a molestar—digo. Alternando por primera vez el orden en el que solemos hablar los tres.

—Me parece bien. Ya me empezaba a aburrir—habla sin fuerzas.

Con Hako nos sentamos en el sofá.

—Te ves mal—habla Ashton por fin. Ella sonríe.

—Ashy, cariño, yo nunca me veo mal.

—Sí que te ves mal.

—Que no.

—Que sí.

—Que no.

—Que no.

—¿Ves? No me veo mal. Que bien que asumas rápido tus errores—Ashton maldice.

—Esto en con el pato Lucas no pasa—ella se ríe débilmente. Y sonrío, al igual que Kim que sigue abrazándola.

—Eres idiota—él sonríe.

—Veo que aunque estés muy débil para discutir sí tienes fuerzas.

—Siempre.

—¿Tienes hambre?—le pregunto.

—No. Siento náuseas. Mira que al final si puede que esté embarazada, Ashton.

—Ya no voy a caer en eso.

—Que buen recuerdo—se ríe.

—No, no es así.

—Sí. Sí lo es. ¿A que sí, gemellizos?

—La verdad es que sí, Ashton. Tienes que admitirlo—se burlan Hako y Kim.

—Gracias por su ayuda, chicos—se queja.

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