Los fuertes rumores de la posible relación entre Jorge Carrascal y Jorman Campuzano rondaban por todos los sitios de internet. Aarón no podía parar de leerlos, le hacía bastante mal. Recordaba aquella vez donde se había declarado frente a él, bajo las miradas y atención de sus compañeros, el colombiano había quedado inmóvil ante tales palabras, le había pedido por favor que hablase, que dijese algo por más mínimo que sea, nunca sucedió. Hoy en día entendía él porque. Estaba enamorado de otra persona ajena a él. Han pasado meses de aquel suceso, aún seguía doliéndole. No pretendía que le diera explicaciones, más le hubiese encantado que le dijera en el momento aunque sea 'No' para ahorrarle las lágrimas derramadas.
-¡Dale Aarón!-golpearon la puerta, por la voz supo que era el Changuito-no podes estar encerrado las 24 horas del día dentro de 4 paredes, tenes que salir.
El pozo depresivo en el cual se encontraba no se saciaba con nada. Aarón necesitaba sentir que era importante para alguien, que lo amaban sin importar nada, pero lo buscaba de él, del chico que hizo pedazos su corazón. Había dejado el futbol por culpa de Jorman, verlo todos los días en los entrenamientos aumentaba más su tristeza, sus inseguridades y su llanto. Dejó de asistir a su mayor sueño solo por su presencia, que cada vez quemaba más su interior.
-¿Enserio vas a seguir llorando?-seguía parado detrás de aquella madera-han pasado meses ya, él ya tiene pareja, busca tu felicidad vos también. Odio verte así, ¿Puedes abrir esta maldita puerta? No tengo problema en romperla.
Era el único que lograba hacerlo reír, el único que estuvo para él luego de los hechos pasados. Comprendía que sus compañeros lo necesitaban en el equipo, querían matar al colombiano por los hechos ocurridos. Les pidió que no lo hicieran ni mucho menos que se enojaran con él, la culpa era totalmente suya por no poder soltar el amor hacia un chico al que no le importaba en lo más mínimo; más la decisión tomada era por él mismo. Con pereza se levantó de la cama, la cual era un desastre, y giró el picaporte para abrirla.
-Exe-soltó como pudo, estaba algo débil-¿Qué haces acá?
Tambaleó un poco, Zeballos pudo lograr retenerlo antes de que chocara contra el piso. No había tocado ninguna comida desde hace días, aun no sabe cómo es que está despierto.
-Aarón, mira cómo estás-suspiró, tratando de llevarlo nuevamente hacia la cama-cada vez tengo más ganas de matarlo y creo que todo el grupo también quiere lo mismo. Realmente me duele verte así.
-No puedo Chango, soy un pelotudo-susurró con la voz destrozada-me cuesta tanto dejarlo ir, este amor me está haciendo mal. El chico se la pasa con una sonrisa hablando de lo bien que está con el gallina mientras yo me hago un bollo y le hago un mar a Bolivia. No puedo más, ya no sé qué hacer.
Sintió como unos brazos rodearon su cuerpo en un lindo y cálido abrazo. Lo necesitaba. Se permitió llorar, otra vez, no le importaba mojarle la remera a su mejor amigo, lo único que quería era sentirse mejor y tratar de no depender completamente de un idiota que refriega su felicidad. El borrón y cuenta nueva, no le funcionaba. Cada vez que quería empezar algo nuevo su figura rondaba por su mente, parecía un imán.
-No intentes presionarte-sonrió-tiempo al tiempo, dicen que lo cura todo. Volve a la vida amigo, tu sueño te espera. Usa el futbol para despejarte. Consigue sonreí de alguna forma, pero estar en este estado no te ayudará en nada. Millones de personas preguntan por vos, te extrañan.
-Yo también quiero volver a jugar-suspiró-fuerza es lo que no tengo.
-Primero comparé comida, con algo se empieza-se rieron. Para Molinas, él era una de sus personas favoritas-luego llamaré a los chicos, para que me ayuden a levantarte el ánimo. Mañana te presentarás a entrenar, Battaglia te quiere enterito, tuve que inventar una excusa grande para que no te mande a reserva otra vez.