23 de agosto, 2020
París, Francia
Se nos escapó, no pudimos hacer historia. Todo término.
Me sentía devastado, triste y a la vez enojado. Pude haber dado todo de mí pero de nada sirvió, ver como de a poco se nos estaba escapando de las manos me rompía por dentro, habíamos perdido el sueño de todo hincha parisino. La suerte no estuvo de nuestro lado. Debo admitir que los alemanes también dejaron la vida en ese partido pero nosotros dimos más que ellos. Lo merecíamos, ambos lo merecíamos. Pero esto es así, siempre debe haber un ganador y un perdedor. Esta vez nos tocó admirar de lejos a la famosa Orejona.
Mi única forma de desahogarme conmigo mismo fue llorar, lágrimas y más lágrimas bajaban rápidamente por mi mejilla, me ardían los ojos, sin embargo, no quería parar. Los adversarios venían con cierta felicidad a darme un abrazo de consuelo, realmente lo apreciaba pero me hacía mal verlos. Mi mente decía que saliera del campo de juego, que ya no había más nada por hacer, pese a ese pensamiento mi cuerpo no respondía, no quería irse. Miraba al frente sin un punto fijo, las imágenes en mi cabeza no se iban.
Unos brazos me rodearon sin previo aviso, sin más, me aferre a ellos. Sabía quién era; sabía que era él, que era Leandro. Era lo que más necesitaba, en sus brazos me siento seguro. Nada malo puede sucederme si él está a mi lado. Es extraño para mí decirlo, nunca había sentido por nadie lo que este hombre me genera, pero me gusta esa sensación.
¿Lo sabe? Por supuesto que no. No pienso perder su amistad y menos por estas cosas. Sinceramente lo es todo para mí, perderlo sería una de las peores cosas de mi vida, mucho mayor a esta final.
-L-Lean-susurré entrecortadamente.
-Shh, no digas nada. Llora lo que tengas que llorar-me dio un beso en la frente y me aferro más a su cuerpo. Así siempre por favor.
La entrega de medallas era lo que menos importaba, ¿Para qué tenerla? ¿De recuerdo?, si la tengo o no, para mi es insignificante. Igualmente la recibí. A lo lejos vi como Lean se sentaba en las bancas mientras se agarraba la cabeza. Quise acercarme pero no tenía fuerzas para hacerlo. Además pareciera que quisiera estar solo. La verdad no sé.
[...]
En el avión, devuelta a casa, nos encontrabamos en un total silencio. La tristeza era lo que más resaltaba en cada uno de ellos. Miradas centradas en un solo punto. Más de uno lloraba en silencio. Yo lo tenía a Lean al lado mío. Esos ojos azules tan apagados, duele verlo así, aún sabiendo que estoy igual que él.
Entré a Instagram para poder distraerme un toque, ignorando olímpicamente a las publicaciones con respecto a la Final perdida. Me encontré con millones de videos y/o fotos del momento "romántico y triste" que tuvimos con Lean. Sonreí por primera vez en la noche. Desearía estar así pero nunca pasará. No sé en qué momento me quedé dormido, quizás en los sueños pueda tenerlo.
Al pisar suelo parisino, cada uno fue para su casa. Les gritaría a mis compañeros que levanten cabeza, pero ni yo puedo hacerlo. Al dirigirme hacia el estacionamiento sentí que detrás de mí alguien me seguía, pero no le di importancia al fin y al cabo vamos todos a la misma dirección. Pero igualmente me agarraron del brazo.
-Ey Ney...-hablo Paredes, uh dios esa voz-necesito despejarme y sé que vos me vas a hacer la segunda.
-¿Qué tramas?-pregunté sin entender.
-Irme de joda, necesito ir a un boliche y olvidarme lo que paso. ¿Me haces la segunda?
-No sé...no tengo muchas ganas...-el me miro atento, ¿Cómo decirle que no a esos ojos?-Ufa, bueno está bien, pero a la primera que te pones en pedo te dejo solo-lo amenacé, a lo que él se rió. Dios que hermosa risa que tiene.