Contexto: Julian sufre de violencia de género. Será Valentin Barco, el famoso futbolista de Boca Juniors, quien lo salvará y ayudará a olvidarse de lo sucedido.
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Creyó todo lo que él que le había dicho, cada caricia que le daba lo tranquilizaba, se entregó en cuerpo y alma a su merced; todo era mentira. Valentin tenía razón. Al principio Julian se castigaba por no ser lo que ese tipo esperaba que fuera, porque no lo atendía como él pensaba que se lo merecía; vino el primer golpe. De furia salió de ahí hacia la casa del único que quizás no lo juzgaria a pesar de todo. Ese día recibió, de parte de él, regaños por querer justificarlo sin ninguna razón alguna, más Julian no podía, ese amor que aun sentía allí se encontraba y lo anclaba en ese lugar. El segundo golpe fue cuando, en épocas de su ausencia en la casa, armó una pequeña juntada con sus amigos de River y de Boca también, algo intimo para pasar el rato; Ivan se enteró. Todos lo hicieron, pero siempre lo defendía. Estaba quedando solo. Los días pasaron y ninguna violencia lo vio afectado; que equivocado que estaba, al final el Colo decía la verdad 'si lo hace una vez, lo hará dos veces. No parará nunca, Juli' . Era de noche, la hora exacta no sabía pero era bastante tarde, estaba preocupado, su novio no había llegado a dormir, tenía miedo de que algo le haya pasado. El que la iba a pasar mal era él mismo. La puerta de la entrada fue cerrada bruscamente, los gritos de ese tipo se escucharon por toda la casa, ese fue el verdadero miedo, intentó fingir estar profundamente dormido pero de nada sirvió. Sintió como sus manos agarraron fuertemente sus brazos dejándolo sin escapatoria alguna, los besos en el cuello, ese recuerdo aún seguía rondando por su mente, era difícil de soltar. No quería, Álvarez necesitaba gritar por ayuda más no lo hacía porque él tenía a todos bajo su dinero, nadie lo ayudaría nunca. Sus manos tocaban su cuerpo sin pudor alguno, ya no había más nada por hacer, Julian estaba viviendo la violencia sexual en carne y hueso. El peor día de su vida. Todas las noches eran iguales, llegaba borracho a la casa y ahí estaba el jugador estrella, con quien saceaba sus ganas. La única opción era llorar, las lágrimas eran una buena compañía en todo momento. Nadie, ni el club donde se desenvolvía futbolisticamente ni el jugador de Boca Juniors-su mejor amigo- sabían del tema, y para Julian era lo mejor. No quería que nadie más sintiera lástima por él, no lo soportaría. Lo tenían encerrado con, por lo menos, una comida al día. Ya no podía reconocer lo que era estar en la calle ni lo que era entrenar con los compañeros, su vida cambió absolutamente y toda era responsabilidad suya, según él claro, por no saber soltar esto que ya ni sabía si se trataba de una relación. Mantenía su vista en el celular, el único objeto con el cual podía entretenerse pero tenía prohibido llamar y/o hablar con alguien más que con Ivan-su novio-. Le hacía caso, ya no quería más problemas.
-Julian-el anterior nombrado entró con bastante enojo a la habitación.
-¿Qué quieres?-soltó amargamente, lo mínimo que se merecía-¿Tengo que acostarme con vos de nuevo, o qué?
-Hijo de puta-el ardor en la mejilla del cordobés tras el golpe que le proporcionó hizo acto de presencia rápidamente-no tenes ningún derecho para hablarme de esa forma, pendejo de mierda.
-Entonces vos tampoco la tienes al pegarme- Julian no sentía las costillas, las patadas eran extremadamente fuertes-¡Basta!
Divisó el celular al costado suyo, la última vez que habló con Valentin fue para un superclásico antes de que Ivan lo haya obligado acostarse con él. Cuando le pidió que borrara todos los números, incluidos los de su familia, le dolió tanto borrar y bloquear al Colo; agradeció por haberselo aprendido antes de hacerlo. Marcó aquello sin que se diera cuenta, estaba de espaldas. Ni bien vio lo que tenía en la mano lanzo lejos el celular, aun así esperaba que esa persona lo ayude. Otro golpe impactó en su estómago quitándole el aire por completo. Por inercia y casi sin fuerzas lanzó una patada al aire sin resultado, pues nuevamente otro golpe llegó en el mismo lugar; su vista se volvió totalmente negra, lo último que recuerda es ver la cara de asustado del tipo que tenía enfrente. Se desmayó. ¿Su vida había terminado? Probablemente. ¿Podía haber luchado más? Claramente. Ya era demasiado tarde, nadie vino a rescatarlo, o eso creía aquel cuerpo que yacía en la habitación con sangre en múltiples partes. Del otro lado del teléfono, la desesperación en el rostro de Valentin ponía nervioso a Medina, quién ha estado allí desde antes de esta tan repentina llamada. El lateral izquierdo tomó sus llaves y trató de convencer rápidamente a Cristián que lo llevase hasta esa maldita casa, tenía muchísimo miedo de que algo haya pasado y él no pueda hacer nada al respecto; logró a duras penas obtener un sí del mayor, pero lo hizo. El mediocampista antes de subirse a aquel vehículo llamó a su pareja, Santiago Simón, para que fuera quien llamase a la policia y verificara si nadie más había recibido maltratos más allá de Julian al entrar en esa casa, no sabían si los iban a recibir bien o no. En el transcurso del camino fue realmente torturador para ambos, en especial para el menor, esa pequeña culpabilidad que poseía no se iba con nada, pensaba que podía haber hecho él mismo la denuncia y llevarse consigo al cordobés lejos de cualquier cosa, pero también entendía que esto era asunto de Julian y él más que consejos no podía hacer. Se sobresaltó al percatarse que su acompañante le tocó el brazo para bajarlo de aquella burbuja en la que había caído. Al bajarse, todos los vecinos de la cuadra se encontraban rodeando la casa sin ni siquiera hacer algo. Como pudieron abrieron paso entra la multitud y con adrenalina pudieron romper con éxito la puerta, con rapidez Valentin subió las escaleras de 3 en 3 hasta llegar al 3er piso, encontrándose con la peor escena de su vida, su mejor amigo estaba ahí tirado como si se tratara de una basura.
