17. Conversaciones Nocturnas.

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—¿Has estado leyendo? —me pregunta Fred.

—¿Por qué?

El vapor de la leche caliente hace que mis lentes se empañen, así que me los quito y los limpio con la remera de mi pijama.

—Porque tienes ojeras, Laur. —dice con una amplia sonrisa, es la primera vez que me llama por mi apodo en vez de mi nombre normal.

—Oh, eso, —miré mis manos debajo de la mesa sonriendo—, solo no he estado durmiendo muy bien, estoy nerviosa por mañana.

—Estoy seguro que saldrá todo bien.

Su mirada me transmite calma. ¿Cómo alguien puede ser tan... Explosivo, y a la vez tan tranquilo?

—Gracias por eso, —tomé un sorbo—. No tengo expectativas, pero de igual manera estoy nerviosa.

Seguimos hablando un poco más, hasta que ambos terminamos de beber, él usó un Wingardium Leviosa para dejar las tazas en el fregadero.

—Ven, quiero mostrarte algo. —dijo en voz baja, así que lo seguí por el pasillo, luego subimos al tercer piso de la mansión.

—¿Qué cosa?

—Una sorpresa. —dice sonriendo con diversión. Algo trama.

—No me digas que harás que pruebe unas pastillas vomitivas.

Eso provocó que él soltara una carcajada, por consecuencia yo también me reí.

—Ayer mamá me encargó a mí y a George que limpiemos las habitaciones de aquí, y una en particular llamó mi atención. Más que nada, porque al verla, pensé en ti.

Abrió la puerta de una habitación que tenía la inscripción: Cissy. Al entrar, ví una cama grande con sábanas negras, había decoraciones de los colores de Slytherin, y también una pequeña biblioteca. Tres estanterías repletas de libros, por un momento, contuve la respiración.

—Son historias de magos y brujas, nada Muggle. —giré mi cabeza para mirarlo, se estaba rascando la nuca—. Creí que, al conocer sobre la literatura del mundo en el que fuiste criada, te interesaría también la literatura del mundo mágico.

Sonreí con ternura por sus palabras, me acerqué a él y le tomé de la mano para llevarlo hasta la estantería. Comenzamos a husmear, las portadas de los libros y sus sinopsis. Un libro en particular llamó mi atención, trataba sobre una bruja que le gustaba mucho las estrellas, se volvió astrónoma luego de terminar sus estudios.

Me senté en el borde de la cama, comenzando a leer. Fred se sentó junto a mi, la casa estaba en absoluto silencio y podía sentir su respiración tranquila.

—Es bonito, ¿A quién pertenecía?

Giré mi cabeza para mirarlo, entonces noté que él en realidad no miraba al libro, si no más bien a mí.

—Narcissa Malfoy, de soltera Black.

—¿La madre de Draco Malfoy, no?

—Exactamente. Supongo que luego de casarse la fortuna Malfoy le fue suficiente para crear una nueva biblioteca en su enorme mansión. —ironizó y eso me hizo sonreír un poco.

Entonces lo miré a los ojos, pero Fred no me miraba; estaba mirando mis labios. Y mi mirada viajó a los suyos, entonces noté que comenzó a acercarse más a mí, y por consecuencia yo más a él.

Entonces alguien carraspea. Automáticamente nos separamos, como si se hubiese levantado una pared de ladrillos entre nosotros. Giro mi cabeza, Sirius está en la puerta. Lleva puesto su pijama, a través de su mirada ya mató de cinco maneras diferentes a Fred, quien se paró de un salto, algo asustado.

—Lauren, creo que es hora de dormir. Mañana tienes cosas importantes que hacer.

Fui rápidamente hasta la puerta, dejando el libro en la cama, al pasar junto a Sirius su mirada se suavizó un poco dedicándome una sonrisa. Luego, cuando salí, volvió a fijarse en Fred.

—¿Qué se suponía que hacían, eh? —le preguntó sin levantar la voz mientras yo bajaba por las escaleras.

Entonces lo recordé: Sirius sube a alimentar al hipogrifo a las una de la madrugada, cada noche.

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Me levanté temprano, al mirarme al espejo ví que mis ojeras no habían desaparecido. Los nervios me estaban jugando una mala pasada. Bajé a desayunar luego de vestirme con la túnica que la señora Weasley me dió.

Molly me ofreció todo tipo de comidas, finalmente le pedí las tostadas con mermelada y zumo de calabaza. Cuando tomé asiento en la mesa, entre Harry y Sirius, sonreí al ver que Harry había pedido exactamente lo mismo que yo para desayunar. A veces, era increíble lo mucho que nos parecíamos, aunque ambos lo negamos.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó Tonks a Harry, el cuál se encogió de hombros—. Pronto habrá terminado todo —le aseguró con optimismo—. Dentro de unas horas estarán absueltos. —Harry no dijo nada, otra vez, tenía la mirada perdida—.

—La vista se celebrará en mi planta, —me dijo el señor Weasley—, en el despacho de Amelia Bones. Es la jefa del Departamento de Seguridad Mágica, y la encargada de interrogarte.

—Amelia Bones es buena persona, chicos —afirmó Tonks con seriedad—. Es justa y los escuchará.

Harry asintió con la cabeza; noté que ni siquiera había tocado su desayuno.

—No pierdas la calma —intervino Sirius mirándolo, si bien yo estaba nerviosa me mostraba tranquila—. Sean educados y cíñete a los hechos.

Harry volvió a asentir.

—La ley está de nuestra parte —comenté sin levantar la voz, luego de beber un poco de zumo de calabaza, Sirius asintió para darme la razón—. Hasta los magos menores de edad están autorizados a utilizar la magia en situaciones de peligro para su vida.

—Tienes razón, Lauren. —coincidió Remus y los demás en la mesa también asintieron.

Unos minutos más tarde bajaron a desayunar Ron, Hermione, Ginny y los gemelos. Cuando Fred me miró, sentí que alguien pasaba su brazo al rededor de mi cuello: ese alguien era Sirius, que no despegaba la mirada de ambos gemelos. Tal vez, sin poder diferenciarlos.

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Bien, el capítulo diecisiete está aquí... Estaré más activa por estos lares (o al menos eso trataré), también he estado escribiendo un poco en la fanfic de Charlie (Sempiternos) y también [pausa dramática] en la fanfic de nada más y nada menos que nuestro amado George Weasley [aplausos].
-BooksKim. <3

La Chica De Ravenclaw - Fred Weasley. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora