14. El Regreso De Voldemort.

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[•••] ATENCIÓN: Este capítulo contiene fragmentos del libro Harry Potter y el cáliz de Fuego, escrito por J.K Rowling.

>>> Lauren:
Llegó el día de la tercer y última prueba del Torneo De Los Tres Magos (cuatro, en esta ocasión). Hubo una navidad, años atrás, en la que la señora Weasley me envió un suéter con los colores de Gryffindor, así que hoy estoy usando ese suéter para demostrar mi apoyo a mi hermano. Cuando la señora Weasley me vió usándolo me sonrió con ternura, hablé con ella sobre los exámenes finales que tenía hoy.

—...Y en la tarde Runas Antiguas, el último.

—Se me daba bien Runas Antiguas. —comentó Bill—.

Justo en ese momento llegó Harry, quien estaba notablemente sorprendido por la visita de Molly y Bill.

>>>
La banda de Hogwarts se está preparando cuando llego, no veo a Harry por ningún lado, entonces simplemente voy con mis amigos a la tribuna. Hermione está tan nerviosa que muerde sus uñas, Ron busca a Harry con la mirada al igual que yo.
En estas últimas semanas Sirius y Remus estuvieron enviando lechuzas más de lo normal, Harry y yo le habíamos contado sobre sus sospechas del regreso de Lord Voldemort y ambos querían mantenerse al tanto de lo que pasaba en Hogwarts. Hubo una carta en particular que llamó mi atención, era de parte de Sirius en respuesta a una carta de Harry; dejaba muy en claro que, en el caso del regreso de Voldemort, su única preocupación era la seguridad de Harry y la mía.

—¡Damas y caballeros, va a dar comienzo la tercera y última prueba del Torneo de los tres magos! —habló Bagman, usando un hechizo de amplificador de voz—. Permítanme que les recuerde el estado de las puntuaciones: empatados en el primer puesto, con ochenta y cinco puntos cada uno… ¡el señor Cedric Diggory y el señor Harry Potter, ambos del colegio Hogwarts! —Los aplausos y vítores provocaron que algunos pájaros salieran revoloteando del bosque prohibido y se perdieran en el cielo cada vez más oscuro—. En segundo lugar, con ochenta puntos, ¡el señor Viktor Krum, del Instituto Durmstrang! Y, en tercer lugar, ¡la señorita Fleur Delacour, de la Academia Beauxbatons!

Y por orden de puntuación entraron al laberinto, antes de que Harry entrase se dió la vuelta para mirar en la dirección que estaba y modulé la palabra te quiero, antes de perderlo de vista. La señora Weasley rodeó mi hombro con su brazo para darme apoyo.

—Saldrá todo bien, querida Lauren. —susurró ella.

Bill al escucharla me apretó el hombro con cariño.

—Gracias por su apoyo, de verdad, muchísimas gracias por ello. —dije mirando a ambos con una sonrisa.

No me había detenido a pensar en lo agradecida que estaba con los Weasley. Por su amor y apoyo incondicional, porque nos hicieron parte de su familia. Volví a mirar al laberinto, pero no había mucho que observar a decir verdad, el tiempo transcurría con mucha lentitud a mi parecer.

>>>
Y de un momento a otro, Harry y Cedric aparecieron en escena. Me apresuré a bajar de las gradas, con rapidez me arrodillé junto a mí hermano en la hierba, estaba sudando y miraba a todos lados menos a mí.

—Harry, mírame. —le pedí acunando su cara entre mis manos, obligándolo a fijarse solamente en mí.

—Ha retornado —susurró Harry—. Ha retornado. Voldemort.

—¡Dios… Dios mío, Diggory! —exclamó Fudge—. ¡Está muerto, Dumbledore!

Aquellas palabras se reprodujeron, y las sombras que los rodeaban se las repetían a los de atrás, y luego otros las gritaron, las chillaron en la noche: «¡Está muerto!», «¡Está muerto!», «¡Cedric Diggory está muerto!». El mundo pareció detenerse un momento, fue el grito desgarrador de Cho Chang lo que me trajo de vuelta a la realidad. Entonces, como el resto del alumnado, miré en dirección a Cedric, no muy lejos de donde yo estaba: está muerto.

—Ya no puedes hacer nada por él, Harry. —dijo Dumbledore—. Todo acabó. Suéltalo.

—Quería que lo trajera —musitó Harry: le parecía importante explicarlo—. Quería que lo trajera con sus padres…

>>>
Luego de aquello en el laberinto un montón de sucesos extraños ocurrieron, pero mi propósito ahí estaba claro: solo debía apoyar a Harry, estar con él. Las despedidas fueron entre abrazos y lágrimas, Fleur especialmente. Le pedí a Colin Creevy que nos tome una foto con su cámara, cosa que hizo encantado; también me tomé una con Harry para ponerla en el álbum de fotos que Remus me regaló. Ahora Harry, Hermione, Ginny, Ron y yo estamos juntos comiendo dulces en el expreso de vuelta a casa.

—Tengo algo importante que hacer... —murmuró Harry, poniéndose de pie.

—¿Necesitas que te acompañe? —pregunté poniéndome de pie también.

—Claro.

Salimos al pasillo, Harry llevaba un maletín algo extraño.

—¿Y qué es eso que debes hacer, exactamente? —pregunté mirándolo de reojo.

—Primeramente, buscar a Fred y a George. Después, les daré esto. —con una rápida mirada, señaló al maletín que tenía.

—¿Y eso es...?

—El premio del Torneo. —me cortó—. Iba a dárselo a los Diggory, pero lo rechazaron. Entonces, pensé en los gemelos Weasley. Hay aproximadamente dos mil galeones aquí, y creo que les servirá para abrir su propia tienda de Artículos de Broma.

—Sortilegios Weasley... —susurré y puse una mano en su hombro para que me mirase—. Harry, eres una gran persona, eso es un detalle muy bonito de tu parte.

Me sonrió de lado y se sonrojó, justo cuando los gemelos Weasley salían al pasillo del tren. Nos acercamos rápidamente, Harry les explicó que les regalaba el premio del torneo.

—Estás mal del coco —dijo George, tratando de devolvérselo.

—No, no lo estoy. Tomenlo y seguid inventando. Para la tienda de artículos de broma.

—O, en todo caso, inviertan en un local. —dije, sonriendo.

Fred se dió la vuelta para mirarme.

—Se han vuelto locos. Los dos. —dijo Fred, casi con miedo.

—Escuchad: si no lo toman, pienso tirarlo por el váter. Ni lo quiero ni lo necesito. Pero no me vendría mal reírme un poco. Tal vez todos necesitemos reírnos. Me temo que dentro de poco nos van a hacer mucha falta las risas.

—Harry —musitó George, sopesando la bolsa—, aquí tiene que haber mil galeones.

—Dos mil, para ser exactos. —dije.

Miré a Fred, tenía la boca abierta de sorpresa.

—Sí —coincidió Harry, sonriendo—. Piensen cuántas galletas de canarios se pueden hacer con eso.

La Chica De Ravenclaw - Fred Weasley. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora