37. Nosotros.

124 14 9
                                    

Los shorts viejos de Tía Petunia me dan comezón, en serio son muy molestos. Pensé en Fred, en su última carta que envío ayer me contaba como iba todo en Sortilegios Weasley, y... No lo sé, una parte de mi estaba desanimada por no verlo en la Madriguera este año, pues ahora vive en la tienda. Por instinto me toqué el cuello, dónde tengo puesto el collar del águila que él me regaló por las navidades pasadas.

—¡Gané de nuevo! - le dije a Harry, este vuelve a repartir las cartas y así comenzamos la tercera partida de la noche.

>>>
Dumbledore llegó al número 4 de Privet Drive, Harry y yo empacamos nuestras cosas en nuestros baúles, por poco se me olvida guardar el libro de astronomía que Remus me regaló hace ya dos años. Cuando bajamos, Dumbledore estaba del otro lado de la puerta de entrada, tío Vernon había ido a atenderlo.

— Hola, Lauren y Harry - saludó Dumbledore amablemente.

— Hola, profesor - saludamos al mismo tiempo mi hermano y yo.

- No quisiera parecer maleducado…  - empezó tío Vernon con un tono que cargaba de grosería cada sílaba.

- Y sin embargo, lamentablemente, los casos de mala educación involuntaria se producen con una frecuencia alarmante - lo cortó Dumbledore con gravedad -. A veces resulta mejor no decir nada, amigo mío. ¡Ah, y ésta debe de ser Petunia!

Por un momento tuve que concentrar todas mis fuerzas en no reírme ante la cara de mis tíos y Dudley.

>>>
- Profesor... ¿Que es lo que le sucedió en la mano? - pregunté.

- Ah... No es nada, ya se lo contaré... - salimos a la acera - sus cosas las enviaré a La Madriguera, Harry quiero que tú me acompañes a hacer algo, Lauren, toma mi brazo.

Lo hice, nos aparecimos en los jardines de la Madriguera, la señora Weasley y Ginny salieron a recibirme.

- Hasta pronto - saludó Dumbledore amablemente antes de desaparecer nuevamente.

- Hola Ginny - saludé con un abrazo, y luego a la señora Weasley.

Al entrar, ví que no había nadie.

- Todos ya están dormidos - explicó Ginny.

- Querida... ¿Quieres algo de sopa de cebolla?

- Gracias señora Weasley - contesté con una sonrisa sentándome en la mesa.

- Dime Molly, querida.

Tomé la sopa, luego de agradecerle a la señora Weasley subí al cuarto de Ginny, golpeé la puerta pero nadie abrió, luego sentí que alguien vendó mis ojos.

- ¿Y tú eres...? - pregunté en voz baja, procurando no despertar a nadie.

- Fred Weasley, pelirroja - me saco la venda y me dí la vuelta.

Nos quedamos abrazados un rato largo, escondí mi cara en su pecho, se sentía su perfume.

- Vas a aspirar hasta mi alma - susurró en mi oído, sentí su sonrisa, sus mejillas expandiéndose, dejando ver sus oyuelos.

- Tu perfume es... ¿Adictivo? Si, definitivamente lo es. - nos separamos y nos sentamos en las escaleras.

- Te extrañé.

Me recosté en el hombro de Fred y él me abrazó por la cintura, poniendo sus manos en mis muslos. Aquel contacto me resultó tan íntimo que casi me provocó un escalofrío.
Hablamos sobre Ojalá te enamores, el libro que una vez le recomendé a Fred, por un momento sentí que me había transportado de nuevo a Las Tres Escobas, volvía a ser aquella chica que solo le importaba leer y leer hasta altas horas de la noche. Me puse a pensar en la vez en la que lo conocí, también cuando él, Ron y George nos fueron a buscar en el Ford Anglia de Privet Drive.

La Chica De Ravenclaw - Fred Weasley. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora