23. Castigo Doble.

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Los cuatro jefes de las casas del colegio estaban presentes, cuando vieron entrar a la profesora Umbrigde dejaron de hablar; la mirada de la profesora McGonaggall viajó hasta mí y luego miró a Fred. Ambos teníamos el olor horrible de las bombas fétidas impregnado en nuestra ropa, era evidente lo que habíamos hecho.

-Pueden retirarse. -dijo Umbrigde y los profesores se retiraron de la sala de maestros.

Acto seguido Umbrigde nos deja pasar y nos indica que nos sentemos.

-Señorita Potter y señor Weasley, ¿Pueden explicarme qué hacían ustedes en mi despacho a estas horas, justo antes de la cena?

Su voz denotaba a kilómetros de distancia que estaba disfrutando aquella situación. No le respondí, y Fred tampoco parecía decidido a hacerlo. Noté que tenía los puños tan apretados que sus nudillos eran blancos.

-Están castigados. -sentenció y moviendo su varita hizo aparecer dos largos pergaminos y otras dos plumas-. Deberán copiar la frase no hacer bromas en el pergamino... -miró al techo como si estuviese pensando, pero la sonrisa nunca se borró de su cara- unas doscientas cincuenta veces.

Ella se sentó frente a nosotros y de un bolsito rosa que tenía sacó un pergamino y comenzó a escribir en él.

-¿Y eso? -habló Fred por primera vez desde que Umbrigde nos atrapó en su despacho.

-El profesor Flitwick será informado de la situación, una prefecta no puede tener estos inaceptables comportamientos. La próxima vez que ocurra algo así se le quitará el título de prefecta.

>>>Fred:
-Ahora, comiencen a escribir. -Dicho esto último Umbrigde se dirigió a la salida, antes de irse, agregó-: Oh, y esos pergaminos tienen un hechizo especial, sabré si cumplen su castigo o no.

Cuando Lauren escribió la frase por primera vez soltó rápidamente la pluma, miré en su dirección, su mano también tenía la frase, y sangraba, sangraba mucho. Tomé su otra mano sin decir nada y ella entrelazó nuestros dedos, cuando siguió escribiendo la frase repetidas veces, apretó mi mano con fuerza, conteniendo las ganas de llorar. Cuando Umbridge nos dejó salir por fin ví que una lágrima caía por la mejilla de Lauren, me puse frente a ella y flexionando un poco las rodillas para llegar a su altura se la limpié. La tomé de la mano y fuimos a la sala común de Gryffindor, estaba vacía porque todos están cenando. La abracé, y otra lágrima más cayó por su mejilla.

-Lo siento mucho, Lauren, no debí meterte en esto.

-No importa Fred, en serio, yo también debí suponer que tendría hechizos protectores y quedaríamos atrapados.

Ella se separa de mi abrazo con una triste sonrisa, acto seguido nos sentamos en los sillones frente a la chimenea.

—Accio botiquín —murmuré por lo bajo señalando las escaleras que dan al cuarto de los chicos con mi varita.

Una caja pequeña de color blanco baja desde el cuarto de los chicos y saco unas vendas y comienzo a curar a Lauren.

—Lo tenemos por si algún experimento sale mal. —le expliqué, concentrado en curarla con cuidado.

Ella suelta un gritito de dolor cuando mi mano roza la herida. Es un corte profundo y sigue sangrando bastante.

—Lo lamento.

—No, continúa.

Cuando termino de curarla ella hace lo mismo pero con mi mano, su pasantía en la enfermería es notoria, lo hace mejor que yo. La frase "no hacer bromas" se grabó en el dorso de mi mano mientras que a ella en su palma.

—No entiendo porque a tí ahí —le dije despacio, ella levanta su vista para mirarme. Sus ojos están un poco hinchados por el llanto.

—Aquí es más doloroso, —dice en voz baja—, tal vez es un peor castigo por el hecho de que soy prefecta.

Le doy mi mano derecha de nuevo y termina de envolver mi mano justo al tiempo que Harry, Ron y Hermione entran por el cuadro de la dama gorda enfrascados en una conversación. Al vernos, Harry corre hasta nosotros, Lauren intenta cubrir su mano con la manga de su túnica pero Harry ya la vió, y también a mí.

>>> Lauren:
—¿Que ocurrió? —pregunta mi hermano con preocupación—. ¿Por qué no fuiste a cenar, Laur?

Él analizaba mi mano izquierda y Ron no paraba de hacerle preguntas a Fred; comencé a contarles lo ocurrido.

—Gracias por curarla. —dice Harry refiriéndose a Fred, quien solo asiente con una sonrisa de lado a modo de repuesta.

Harry, Ron y Hermione se sentaron con nosotros frente al fuego, un rato después llegaron Ginny y George quienes también nos hicieron un montón de preguntas. A eso de las 10:00 me levanté para irme, me despedí de todos pero Harry me agarró del brazo.

—Te acompañaré con la capa invisible.

Cuando salimos del cuadro de la dama gorda ninguno habló, cuando llegué a la puerta de la torre de Ravenclaw me quité la gasa para mostrarle la herida a Harry.

—La odio. —sentenció él mirando la herida, la cual extrañamente, seguía abierta y el corte igual de profundo.

—Yo también. Buenas noches, hermano. - digo volviéndome a vendar la herida y dándole un abrazo.

—Buenas noches, hermana.

Me dí la vuelta, la sala común estaba vacía a excepción de Anthony Goldstein, que salía del pasillo que da a los cuartos de los chicos.

—Hola,  justo iba a salir para ver si ningún alumno de primero quedó afuera.

—No había nadie —avisé.

—Está bien, ¿Y eso? —señala mi mano.

—Castigo con la profesora Umbridge —contesté.

Justo en ese momento Ana, la prefecta de séptimo año, bajaba de los cuartos de las chicas aún con el uniforme puesto.

—¡Lauren! ¿Qué ha pasado?

Caminó a paso rápido hasta donde estaba, Anthony fue a hablar con un alumno de segundo año que recién entraba a la sala común.

—Umbrigde me castigó. —aparté mi mano cuando quiso acercar la suya—. Duele muchísimo.

—Lo siento.

Me agradó un poquito más por el hecho que no preguntó la razón del castigo.

—No es tu culpa, iré a dormir; adiós Ana.

—No, Lauren, espera.

Me giré para mirarla, miraba al suelo, algo nerviosa quizás.

—Lo siento, ¿Si? Últimamente me comporté mal contigo solo por lo que pienso respecto a tu hermano. No debí hacerlo, ¿Me disculpas?

—Oh, claro, no hay problema. —respondí sonriendo y ella también sonrió.

La Chica De Ravenclaw - Fred Weasley. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora