—¡Vuestro padre ya sabía dónde se metía y no va a agradecerles que ustedes pongan las cosas más difíciles a la Orden! —replicó Sirius, tan furioso como ellos—. ¡Esto es lo que hay, y por eso no pertenecen a la Orden! ¡Ustedes no lo entienden, pero hay cosas por las que vale la pena morir!
Por una milésima de segundo, creí que las cosas se calmarían un poco.
—¡Qué fácil es decir eso estando encerrado aquí! —le espetó Fred—.
—¡Yo no veo que tú arriesgues mucho el pellejo! —añadió George rápidamente.
—¡Ya basta! —grité y todas las miradas cayeron en mí—. ¡Los tres, cállense de una vez! ¡Ustedes dos, —señalé a los gemelos—, entiendan que es una situación jodida la que estamos viviendo como para empeorarlo más de manera voluntaria! —luego mi vista se dirigió a Sirius—: ¡Y tú, Sirius, ten un poquitito más de empatía, por favor! ¡Es de su padre de quién estemos hablando, no del vecino de la otra calle!
Salí de ahí, escuché a lo lejos como Sirius les decía algo a los gemelos. Me fui y me senté en la sala de estar, aún llevo la bata con mi pijama debajo. Harry vino y se sentó a mi lado sin decir nada. Nos quedamos sentados en silencio (no uno incómodo, sino más bien reconfortante), al rato vino Sirius con dos tarros de cerveza de mantequilla, Harry se fué con Ron y Sirius se sentó junto a mí.
—Eres como tú madre, —me dice sonriendo de lado—, no me refiero solo a tu cabello.
—Qué ironía, —lo miré—, tú me dices eso, pero yo lo único que creo tener de mamá es el cabello.
—Ambas son inteligentes, bellas, valientes... Y de carácter fuerte.
Una fugaz sonrisa se dibuja en mi rostro.
—Yo no soy valiente —respondí en un susurro.
—¿Lauren por qué dices eso? —pregunta realmente extrañado—. Yo pienso que eres una persona muy valiente.
—¿Entonces por qué no fui a Gryffindor como toda mi familia?
—El sombrero seleccionador no toma en cuenta todos los rasgos de tu personalidad... Sino los que más sobresalen. Un Hufflepuff puede tener ambición, un Slytherin puede ser sabio, un Ravenclaw puede ser valiente y un Gryffindor puede ser trabajador...
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A las cinco y diez de la mañana, según el reloj de Ron, se abrió la puerta de la cocina y por ella entró la señora Weasley. Estaba extremadamente pálida, pero cuando todos se volvieron para mirarla... Fred, Ron, Harry y yo saltamos de dónde estaba cada uno sentado, ella forzó una frágil sonrisa.—Se pondrá bien —afirmó con una débil voz que denotaba cansancio—. Ahora duerme. Más tarde podremos ir a verlo. Bill se ha tomado la mañana libre y está haciéndole compañía.
George y Ginny se pusieron en pie, fueron corriendo hacia su madre y la abrazaron. Ron soltó una risotada temblorosa y se terminó la cerveza de mantequilla de un solo trago.
Fred se desplomó en la silla y se tapó la cara con las manos, me levanté del sofá y fui hasta donde él estaba sentado, saqué una mano de su cara y entrelacé nuestros dedos, él me dedicó una sonrisa de lado y como todo león valiente que es me besó en la frente, todos lo notaron pero no les dimos importancia, pero Sirius y Harry miraban a Fred como si en cualquier momento se levantan y lo matan.—¡Hey! ¡A desayunar! —dijo Sirius en voz alta y con regocijo mientras se levantaba—. ¿Dónde está ese maldito elfo doméstico? ¡KREACHER! —Pero no había ni rastro del elfo—. Bueno, da lo mismo —murmuró, y se puso a contar a las personas que tenía delante—. A ver, desayuno para... Ocho... Huevos con beicon, supongo, un poco de té, tostadas...
Harry y yo nos levantamos al mismo tiempo, fuimos hasta la cocina en silencio, tomé una sartén para freír los huevos pero la señora Weasley llegó y me quitó la sartén de las manos.
—No quiero ni pensar qué habría pasado si no llega a ser por ustedes dos —nos dijo a ambos con voz apagada—. Quizá hubieran tardado horas en encontrar a Arthur, y entonces habría sido demasiado tarde, pero gracias a ambos él está vivo y Dumbledore ha podido inventarse un buen pretexto para explicar que estuviera donde estaba; no se pueden imaginar los problemas que habría tenido de no ser así...
—Señora Weasley, no fue molestia... —ella me sonrío con una mirada maternal—. Estamos encantados de haber podido ayudar, ¿Verdad?
Miré a Harry y él asintió. Sirius vino y Molly le agradeció por habernos cuidado durante toda la noche, Sirius encantado contestó de que estaba feliz de que todos estén allí mientras el señor Weasley se recupere en el hospital.
—... Aunque eso quizá signifique que tengamos que pasar las Navidades aquí. —decía la señora Weasley pero yo no le prestaba atención, estaba viendo a Fred, estaba serio y se le notaba extremadamente preocupado.
—¡Cuantos más, mejor! —exclamó Sirius con una sinceridad tan evidente que la señora Weasley lo miró sonriendo; luego se puso un delantal y empezó a ayudar a preparar el desayuno. Yo me puse otro y ayudé a Molly a hacer el té.
—Sirius —dijo Harry en voz baja —, ¿podemos hablar un momento... en privado? ¿Ahora?
Se fueron hasta otro lugar apartado y yo me quedé ayudando a la señora Weasley sola en la cocina.
—Señora Weasley... —comencé a decir, pero ella me interrumpió.
—Dime Molly, querida, tu ya eres parte de la familia.
—Molly... Uhm, ¿Por qué cree que yo también ví el ataque a su esposo?
Ella dudó unos segundos antes de contestar, para al final solo encogerse de hombros.
—No lo sé, cariño... ¿Hablaste con el profesor Dumbledore acerca de ello? ¿De cómo se pudo haber creado esa conexión?
—¿Co-conexión? —pregunté con incredulidad.
—Pues... Una conexión con tu hermano, o en el peor de los casos...
—Con Voldemort. —susurré con la mirada perdida.
—¡Oh, no digas su nombre! Es quién-tú-sabes.
—Lo siento... —me disculpé con una sonrisa tímida.
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La Chica De Ravenclaw - Fred Weasley. [TERMINADA]
FanfictionEsta historia trata sobre dos almas destinadas a amarse, pero aún no lo saben. Trata también sobre la hermandad y la familia, de magia y de libros. Una historia de amor que irá más allá del tiempo o circunstancia y toda barrera que la vida les impon...