Capítulo 2

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Jungkook

La irritación ya se había apoderado de mi antes de que él llegara.

Estaba harto y cansado de esperar, sin contar que el frío que se colaba a través de mi chaqueta incrementaba mi molestia cada vez más.

Había estado tentado a marcharme después de cinco minutos de espera pero la curiosidad y el recuerdo de la voz suplicante de Eunae me hicieron esperar unos diez, veinte, treinta minutos más. Sin embargo, para los cuarenta minutos pasados de la hora ya no había curiosidad ni empatía, sólo indignación.

Tomé mi celular y marqué por enésima vez el número de Jimin, pero el resultado fue exactamente el mismo que en todos mis intentos anteriores mandándome directamente a su buzón de voz.

Imbécil.

Me levanté de los duros escalones en los que estaba sentado y salí del frío edificio en donde aparentemente vivía mi nuevo compañero.

La sensación térmica no era muy diferente a la del interior del precario edificio, aunque las repentinas ráfagas de aire hacían que el frío me calara un poco más.

Pensé en irme, pero no había forma de escapar de aquel lugar, atrapado por la lluvia torrencial que caía sin ninguna intención de aminorar. Mi coche se encontraba estacionado a dos calles, lo que, en ese momento, sin sombrilla ni nada para cubrirme, significaba el trayecto perfecto para convertirme en sopa.

A pesar de que no tenía la menor intención de empaparme hasta los huesos, consideré en huir a mi auto. No pensaba manejar bajo aquellas condiciones climáticas, pero al menos podría esperar de manera más cómoda a que la lluvia se calmara.

Suspiré.

No tenía sentido hacerlo. Lo mejor era quedarme exactamente en donde estaba. Al menos así quizá tendría finalmente la oportunidad de ver al estúpido de Jimin y enfrentarlo por su desconsiderado retraso.

Apenas resguardado de la lluvia, me recargué en la pared bajo el techo que cubría la entrada del inmueble, observando el agua que salpicaba mis zapatos al chocar contra la acera una y otra vez.

¿Qué pasaría si Jimin no aparecía antes de que la lluvia cesara y yo me largara de ahí? ¿Qué diría Eunae?

Aquella mañana, al concluir la clase y cuando la profesora me había interceptado junto con Jin y Tae para pedir el intercambio de compañeros, sus ojos habían sido casi implorantes. No lograba entender cuál era realmente la necesidad de aquel cambio y por qué parecía ser realmente importante para ella, pero al final aceptamos.

El antiguo compañero de Jimin, Tae, se mostró molesto y reticente, pero terminó cediendo. Toda la situación me había parecido bastante extraña, y aunque en un principio no tenía la menor intención de dejar de ser el compañero de Jin para trabajar con Jimin, al cual verdaderamente no recordaba haber visto jamás en clase, la curiosidad terminó por ganarme.

La intriga se hizo latente cuando la profesora mencionó que el año pasado ese tal Jimin había fungido como uno de los curadores y organizadores principales de la exposición de arte llevada a cabo por la universidad con el fin de recaudar fondos para la institución. Aquel evento no sólo era de suma importancia para la escuela, pero era una exhibición bastante reconocida y esperada por la gente, por lo que eso significaba que, si Jimin había participado en su creación, debía ser lo suficientemente bueno como artista o al menos tener un buen ojo para el arte.

Una pequeña parte de mí se sintió decepcionada al pensar que quizá no llegaría a conocer a aquel chico misterioso por el que la profesora se había tomado tantas molestias, pues definitivamente no pensaba repetir el plantón que me estaba dando.

El arte de caer (KOOKMIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora