Capítulo 37

12 2 0
                                    

Jimin

La sencilla casa era pequeña pero alegre, de un estilo toscano que la hacía destacar de entre todas las que la rodeaban y que prácticamente eran igualmente lúgubres pues, por el contrario, la casa de los abuelos de Jungkook se encontraba cubierta de flores de diferentes colores y enredaderas que trepaban por sus paredes terracota hasta llegar a los pequeños balcones de hierro forjado que se asomaban en el segundo piso.

Cruzamos la valla principal que daba a un jardín perfectamente cuidado hasta llegar a la puerta principal.

Escuchar el sonido amortiguado del timbre resonando dentro de la casa me hizo estremecer, invadido por lo nervios que me carcomían hasta lo huesos.

No sé que tanto destilaba el terror que amenzaba con convertirse en ataque de pánico, pero Jungkook tomó mi mano para depositar un tranquilizador beso en mis nudillos.

- Amor, todo va a estar bien, tranquilo. Mis abuelos son bastante agradables y les he contado tanto de ti que estoy seguro de que ya te adoran, así que no tienes nada de qué preocuparte - Acarició mi mejilla con nuestras manos entrelazadas en un mimo reconfortante - Aunque debo admitir que te ves muy lindo cuando estás nervioso y me encantas.

Se inclinó para besarme, pero al mismo tiempo que sus labios succionaban los míos, la puerta se abrió frente a nosotros, dejándonos al descubierto frente a su abuela que nos miraba avergonzada por su repentina interrupción. Yo no me encontraba mucho mejor que la mujer; sentí arder hasta mis orejas y tenía unas ganas enormes de golpear a Jungkook. Definitivamente esa no era la primera impresión que quería dar.

- Eh, ¡Hola! - Nos saludó su abuela compartiendo el mismo rubor que estaba seguro cubría todo mi cuerpo en ese momento.

Sin soltar mi mano, Jungkook envolvió a su abuela con su brazo libre afectuosamente, al tiempo que la saludaba, para luego presentarnos.

- ¿Qué tal? ¡Mucho gusto! - Su abuela me abrazó del mismo modo que había hecho con su nieto segundos antes, aunque con un poco de timidez - ¡Finalmente podemos conocerte!

- El placer es mío, señora. Muchas gracias por invitarme.

La mujer me sonrió amablemente. Era bajita, de cabello oscuro, corto y quebrado, que resaltaba con su tez pálida y sus ojos calculadores pero de alguna forma afables color chocolate.Había algo que podía llegar a recordarme a Jungkook si la veía con detenimiento, pero el parecido no era tan marcado.

- Oh no tienes nada que agradecer, siempre estámos felices de recibir a Jungkook, y más ahora que viene con su pareja. Ésta es tu casa - Hablaba con honestidad - Pero no se queden ahí, por favor, pasen. Los demás ya han llegado.

Atravesamos el umbral para encontrarnos con una curiosa salita que daba directamente al comedor, cuya mesa estaba puesta elegantemente.

- Contra toda lógica, comemos casi siempre en la mesa para cuatro personas de la cocina aunque estemos todos apretados y nos demos codazos entre nosotros cuando intentamos partir los alimentos. El comedor sólo se utiliza en ocasiones especiales - me explicó Jungkook - lo que significa que tú, amor, ameritas una ocasión especial.

Volvió a dar señales de querer besarme justo como en la entrada, pero me aparté al instante.

- ¿Puedes estarte quieto? No puedo dar una buena impresión contigo encima de mi todo el tiempo - Le recriminé.

- ¡Pero que tímido! - Se rió. Sus ojos llenos de afecto - Está bien, intentaré mantener mis manos lejos de ti durante la comida, pero no puedo prometerte nada. Me gustas demasiado como para contenerme.

¡El imbécil se estaba burlando de mí con sus jugueteos!

Esa tarde iba a ser un martirio si tenía que luchar contra mis propios instintos que él sabía perfectamente como exaltar. Ahora veía el problema de amar y desear tanto a alguien hasta el punto de que perder la cabeza era casi tan sencillo y automático como respirar.

El arte de caer (KOOKMIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora