Capítulo 6

11 2 0
                                    

Jungkook

Abrí la puerta de mi departamento con dificultad, maniobrando entre las llaves y las cinco bolsas de supermercado que amenazaban con caer al suelo.

Había exagerado un poco con las compras, pero no me arrepentía.

Con un suspiro de alivio, dejé las bolsas sanas y salvas sobre la barra de la cocina para empezar a desempacar su contenido y poder comenzar a cocinar al instante.

El lunes por la mañana, me había topado con Jimin corriendo por los pasillos de la escuela con una expresión de preocupación dibujada en su rostro. Agitado, apenas y se detuvo unos segundos para hablarme, disculpándose por su futura ausencia que postergaría nuestros encuentros para trabajar. Tenía una urgencia familiar que lo obligaba a salir de la ciudad un par de días, pero me escribiría en cuanto estuviera de regreso. Quizá incluso le tomara menos tiempo del que tenía planeado o al menos eso esperaba.

No me había dado tiempo de responderle absolutamente nada. Ni siquiera había podido preguntarle si podía hacer algo para ayudarle ya que claramente se veía desencajado, sino que en cuanto hubo terminado su breve discurso, emprendió nuevamente su carrera dejándome ahí parado con miles de dudas rondando en mi cabeza.

El miércoles llegó sin ninguna señal de Jimin, por lo que decidí acercarme a Tae después de clase para preguntarle por él, pero lo único que logré recibir en respuesta fue la misma explicación que ya había escuchado de labios de Jimin días antes.

Para el viernes yo ya estaba hecho un manojo de nervios. No importaba el que mi compañero de clase estuviera ausente por el hecho atrasarme en los proyectos, sino porque me encontraba genuinamente preocupado por él. A pesar de sus constantes faltas a la universidad por el trabajo, nunca la desatendía de esa manera, y mucho menos su empleo, por lo que su ausencia era un acontecimiento acreedor de mi intranquilidad; sin contar que la exaltación e inquietud que había demostrado al despedirse, no me ayudaban a imaginar un escenario positivo de la situación.

Estaba tentado a volver a interceptar a Tae esa mañana, cuando mi teléfono sonó anunciando finalmente un mensaje de Jimin. Lo abrí sin dudar un segundo:

"Acabo de llegar a la ciudad. Trabajo medio turno hoy así que saldré temprano. ¿Podemos vernos a las seis?"

El alivio me invadió al leer sus palabras, percatándome de lo verdaderamente angustiado que me encontraba y de que, si debía ser sincero, extrañaba pasar el rato a su lado. Hace tiempo que había dejado de ser un simple compañero para convertirse en un amigo, principalmente gracias a las reuniones casi diarias que teníamos desde hace semanas.

Tras contestar su mensaje, decidí que prepararía una rica cena para esa noche. El proyecto que debíamos entregar era bastante simple y yo ya había pensado en algunas ideas que probablemente no nos tomarían más de un par de horas del fin de semana, por lo que no había necesidad de presionarse. Por una vez, quería pasar un rato tranquilo y agradable con él, además de verlo disfrutar de una buena comida y olvidarse de todas sus obligaciones por tan sólo una ocasión, permitiéndose saborear un momento que fuera solamente para él.

No importaba lo que hubiera sucedido aquella semana, yo estaba dispuesto a quitar las exigencias que pesaban sobre sus hombros ahora que tenía una pequeña oportunidad de hacerlo.

Me había brincado mi última clase para ir de compras y llegar a tiempo para cocinar antes de que Jimin acabara su turno.

Su mensaje de "Acabo de salir del trabajo, estoy en camino" brilló en mi pantalla mientras me encontraba sazonando la pasta al oglio y sofriendo las verduras. Perfecto.

La cocina se había inundado de un olor delicioso haciéndome salivar. Gracias a mi obsesión perfeccionista, mis habilidades culinarias eran bastante aceptables, por lo que podía jactarme de ser un cocinero decente. Además, el hecho de que realmente disfrutaba de la labor me hacía poner el suficiente empeño en cada uno de mis platillos por más sencillos que fueran, teniendo así resultados gustosos.

De pronto recordé a Minnie, mi ex novia. Me gustaba cocinar para ella y a su vez ella amaba verme hacerlo mientras revoloteaba a mi alrededor picando verduras o removiendo las salsas juguetonamente. Sonreí con afecto mientras mi memoria vagaba por las remembranzas de nuestra relación. Había sido un buen noviazgo y no podía negarlo.

El timbre sonó cuando sacaba los cortes de carne del fuego, listos para bañarlos en la salsa que acababa de preparar.

Dejé el sartén sobre la estufa ya apagada, mientras me dirigía a la entrada con más emoción de la que había esperado, sin embargo, mi júbilo se esfumó cuando me encontré con los ojos tristes de Jimin al abrir la puerta. Su cuerpo exudaba cansancio y estrés, y aunque su mirada pareció iluminarse un poco al verme, podía decir que aquella semana no había traído consigo nada bueno para mi amigo.

- Hola - me saludó con una media sonrisa - ¿Puedo pasar?

- ¡Claro que sí! - casi grité - Adelante. Estaba preparando la cena.

Pude escuchar su estómago rugir tan pronto como pronuncié la palabra "cena", incrementando mis ganas de enseñarle lo que había preparado para los dos. Me sentía como un orgulloso niño chiquito que está a punto de compartir uno de sus "logros" con sus padres.

- Oh...lamento interrumpirte. Creo que esta vez llegué antes - Me sonrió cansado - Puedo adelantar unas tareas mientras comes, no hay prisa.

Deteniéndome a mitad del camino, me volví confundido. ¿Qué?

- ¿No quieres cenar conmigo? - La decepción fue más que evidente en mi voz. Esto no estaba yendo como lo había imaginado - Pensé que podrías tener hambre.

- Yo... - echó un rápido vistazo a la cocina -Ya comí.

Sabía que estaba mintiendo. El ligero brillo de anhelo que apareció en sus ojos al mirar la comida lo delataba por completo. Pero entonces ¿Por qué la estaba rechazando?

La decepción volvió a golpearme con fuerza apuñalando a mi orgullo y haciéndome enojar en contra de mi voluntad. Respiré hondo, intentando calmar la molestia que estaba surgiendo en mis entrañas. Se suponía que le ayudaría a pasar un buen momento, no a hacerle soportar un berrinche mío por rehusarse a cenar conmigo, pero no podía hacer nada más al respecto. Mi niño inmaduro lo haría acompañarme sí o sí.

- Bueno, no me importa - Aseguré ofendido - Preparé esto para los dos y vas a comer quieras o no. Sería descortés de tu parte rehusarte después de todo mi esfuerzo, Jimin. Realmente me he esmerado mucho. Te prometo que gustará.

- ¿M-me estabas esperando para cenar? - preguntó verdaderamente sorprendido, haciéndome reír.

- ¿De verdad crees que hice esta cantidad de comida solo para mí? Tengo un buen apetito, pero creo que esto ya sería exagerar.

Sus mejillas se encendieron y rehuyendo mi mirada se volvió hacía la sala para dejar su mochila en el sillón, como si buscara una distracción. Se quedó callado unos segundos antes de hablar, con voz avergonzada y la cabeza gacha.

- Lo-lo siento...yo nunca he hecho algo así cuando has ido a trabajar a mi casa. Lo lamento mucho, prometo que...

- Jimin - mi voz salió suave mientras me acercaba a él, tomándolo del brazo con ternura.

Este hombre es demasiado bueno para su propio bien - Pensé.

No voy a tu casa por comida. Preparé esto porque me gusta cocinar y me apetecía compartirlo contigo. Y si debo ser honesto, extrañé a mi compañero de proyectos esta semana - le sonreí mientras lo jalaba a la cocina - Por favor, vamos a cenar. Muero de hambre y después de tu rechazo hacia mi pobre comida, de verdad necesito que te arrepientas de lo que acabas de hacer cuando la pruebes.

Se rio y rodó los ojos en señal de que acababa de vencerlo. Se arremangó la camisa más animado acercándose a la estufa con los platillos listos para servir.

- ¿En qué te ayudo, niñato mimado?




El arte de caer (KOOKMIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora