Capítulo 9

14 2 0
                                    

Jungkook

¡Había aceptado!

Después de tanto discutir, Jimin finalmente había aceptado el trabajo en la galería. Aún conservaría el trabajo en la cafetería, pero tomaría sólo algunos turnos durante la semana y ya no tendría que tomar todas las horas extras que se le presentaran a cada momento.

No podía dejar de sonreír mientras lo observaba de reojo firmar su nuevo contrato. Por más que intentara ocultarlo, podía ver cuán entusiasmado estaba por aquella nueva oportunidad. Incluso le había llamado a su tía para contarle las buenas nuevas, prometiéndole que trabajaría duro y pronto visitaría a Soobin llevándole un regalo para celebrar. Si todo iba bien, con algo del dinero extra que ganaría con su nuevo empleo, podría pagar al menos algunas clases de música que su hermano tanto había estado deseando.

Dejé de fingir el contemplar un cuadro de un artista cuya influencia parecía ser de Takashi Murakami, lleno de colores y figuras alegres casi caricaturescas, para acercarme a Jimin.

Él se encontraba dentro de lo que sería su oficina, de espaldas a mí, con sus ojos pegados al escritorio que tenía enfrente, probablemente releyendo el contrato que acababa de signar.

Sin hacer mucho ruido me acerqué por detrás para sorprenderlo, acorralándolo entre la mesa y mi cuerpo, recargando mis puños en la mesa rodeando sus costados y mirando al papel que él leía sobre su hombro. Lo sentí dar un brinco.

- Felicidades – Le susurré - Quería esperar a que salieras para felicitarte y agradecerte por tomar el trabajo, pero como ya has de saber, la paciencia no es exactamente lo mío.

Su espalda se movió de arriba abajo, acompañando a una relajada risa cantarina que salió de su pecho, animándome.

Tomé una carpeta que estaba entre todos los papeles de mi amigo, y la acerqué a nosotros, abriéndola por la mitad.

- No sé qué tanta información te han dado, supongo que no mucha considerando que apenas acabas de firmar, pero ¿ves esto? - Pregunté señalando con el dedo unas fotos que conformaban la carpeta - Es la primera exposición que tendrás que supervisar según sé y en la que tendré una pequeña colaboración.

- ¿De verdad? - Me cuestionó entre mitad incrédulo, mitad esperanzado.

- Sí. ¿Ves por qué necesitaba tanto que entraras pronto? La artista y la galería se comunicaron conmigo hace unos días. Aún no sabemos muy bien qué será lo que yo haga, pero el tema y trabajo de esta exposición, me parecen interesantes, así que sin dudarlo acepté. Ahora que estás aquí puedo decir que fue la mejor decisión que he tomado.

No mentía cuando le había dicho que yo era el que necesitaba que él tomara el trabajo cuando se lo ofrecí. El hecho de tenerlo trabajando en la galería, no sólo me mantenía en calma al saber que estaba en un ambiente agradable, haciendo lo que le gustaba y para lo que era bueno, sino que realmente me sentía en la necesidad de trabajar con él fuera de la escuela, experimentar nuevos retos y proyectos juntos. Había algo en él que sacaba mi lado más creativo y no podía desaprovechar eso como el artista que era.

De pronto se giró sobre sus talones, envolviéndome en un fuerte abrazo, su aliento rozando el lóbulo de mi oreja al hablar. Me estremecí de la misma manera que él había hecho al sentir mi presencia tan cerca. Instintivamente lo apreté aún más a mí, disfrutando de la fuerza que ejercía en su abrazo.

- Gracias, gracias, gracias. No tengo cómo pagarte esta oportunidad, pero te juro que haré un gran trabajo. Muchas gracias, Jungkook.

- No he hecho más que enseñarles tu perfil a los de la galería, Jimin. No tienes nada que agradecerme, tienes el empleo por tus propios méritos y talentos, así que si hay alguien a quien debes agradecerle es a ti mismo.

Deposité un largo pero manso beso sobre su frente, queriendo regar todo mi afecto sobre él, para que pudiera sentir al menos por unos segundos, la admiración que yo tenía por él tanto como artista como persona. Moría por verlo feliz y seguro y haría cualquier cosa que estuviera en mi mano para mantener aquella alegría brillar en su precioso rostro que me contemplaba ilusionado.

Me sonrió tan sinceramente, que sentí el corazón darme un vuelco. Parpadeé varias veces, pero no pude apartar la vista de su inocente imagen, contagiándome de su energía y felicidad por una especie de osmosis bastante potente.

Poco a poco me estaba jodiendo, pero en ese momento no me daba cuenta de nada.

El arte de caer (KOOKMIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora