Capítulo 42

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Jungkook

Nunca había sido un gran aficionado al alcohol. Bebía de vez en cuando y disfrutaba de alguna cerveza o vino, quizá algún licor más fuerte si estaba de fiesta, pero siempre había sido un bebedor tranquilo y esporádico. Al menos en la mayoría de los casos.

Por eso mi cuerpo no estaba acostumbrado a lo que estaba ingiriendo como agua en ese momento.

Ni siquiera tenía la menor idea de qué demonios estaba llevando a mi garganta pero la quemazón me aseguraba que era algo fuerte. Era verdaderamente asqueroso pero no me importaba.

Había una mujer a mi lado que me observaba y decía algo aquí y allá, pero yo no escuchaba mucho. Mis oídos estaban tapados y la estrepitosa música no lo hacía más fácil.

Bebí, bebí y bebí, hasta que una suave voz me dijo "Hasta aquí" llevándose mi vaso que ya le estaba empujando al barman.

- Venga, vamos, Jungkook. Es hora de ir a casa - Ordenó la misma voz.

Delicadas manos intentaron ponerme en pie pero prácticamente tropecé al instante que mis pies trataron de tocar el suelo.

- ¿Podría ayudarme? - Se quejó la voz.

El barman gruñó, pero en segundos ya sentía como otras manos me alzaban con fuerza.

- A ver amigo, más vale que la propina sea buena.

Ni siquiera me molesté en contestar, simplemente me dejé arrastrar a la salida.

No me había percatado de lo caluroso que estaba adentro hasta que una ráfaga de viento helado se coló por mi ropa.

- ¿A dónde? - Preguntó el hombre. Pensé en qué responderle pero antes de hacerlo me di cuenta de que ni siquiera me estaba hablando a mí.

- Ahí enfrente. El coche azul oscuro - Sin el barullo del bar, finalmente me percaté de lo conocida que era aquella acaramelada voz.

Volví mi cabeza a la izquierda mientras caminaba torpemente con ayuda de las dos personas que me sostenían, y como un golpe en el rostro me vino todo a la cabeza.

Minnie abrió la puerta de su auto y me hizo meterme en el asiento del copiloto con ayuda del señor que me había estado sirviendo alcohol como si no hubiera un mañana. Le dio la gracias, cerró mi puerta y se dirigió al lugar del conductor.

- ¿Estás bien? - Me preguntó tan pronto entró en el auto.

¿Que si estaba bien? ¡JA! Estaba todo menos bien. Me encontraba borracho en alguna hora del día porque el sol apenas se estaba escondiendo, y, lo peor, era que apenas había entumecido el dolor causado por ver a Jimin besando a otro hombre gracias a mi jodida culpa.

Cerré los ojos y asentí a pesar de todo.

- ¿Quieres vomitar?

Sí.

Negué con la cabeza.

- ¿Seguro?

No.

Asentí de nuevo.

- ¿Quieres que te traiga algo? Si lo necesitas podemos esperar aquí un rato hasta que te sientas mejor.

- No, estoy bien - Mi garganta de pronto se sentía muy seca. Tragué saliva intentando lubricarla - Sólo quiero irme de aquí. Si me dan ganas de vomitar te avisaré para que te detengas.

Pude ver por el rabillo del ojo como tamborileaba sus dedos en el volante, indecisa, pero luego encendió el motor.

Abrí la ventana para que el aire frío de la noche jóven me diera de lleno en la cara, calmando el mareo y los otros síntomas de mi temprana borrachera.

El arte de caer (KOOKMIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora