Capítulo 45

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Jungkook

Mi departamento ya estaba cubierto de sombras, recreando el escenario perfecto para complementar mi estado de ánimo que simplemente parecía no mejorar.

Arrastrando los pies me dirigí al sillón en el que había estado durmiendo todo ese tiempo, evitando que más recuerdos me invadieran ahogándome durante la noche.

No era que pudiera dormir bien estando en el sofá, seguía sintiéndome igual de deprimido, pero al menos los fantasmas de Jimin eran menos nítidos e intensos que en mi habitación.

Apenas alcancé a quitarme la chaqueta para botarla en el piso al tiempo que me descalzaba, antes de tirarme en el mullido mueble.

No quería pensar, estaba harto de hacerlo. El alcohol se convirtió en mi método de temporal olvido, pero lo cierto es que, a pesar de encontrarme intoxicado con la mente nublada, el sentimiento de agobio no se iba ni por un segundo, además de que sólo me recordaba la estupidéz más grande que había hecho y por la que había realmente perdido a Jimin, por lo que ya prescindía del licor.

No importaba lo que hiciera, él estaba presente en mis pensamientos todo el tiempo pero, a sabiendas de que no iba a poder recuperarlo, tendría que hacerme a la idea de que la situación se me había ido de las manos.

Sin embargo, el simple pensamiento de renunciar a cualquier esperanza por vaga que fuera, escocía como el infierno.

Con el cansancio de semanas de aflicción e insomnio, me dejé llevar por el estupor de la fatiga acumulada, cayendo en un adormecimiento que rápidamente se iba convirtiendo en sueño ligero...

El sonido de alguien llamando a la puerta me sobresaltó de inmediato.

Quejándome, enterré mi cabeza entre las almohadas pequeñas del sofá. ¿Por qué no podían dejarme tranquilo? ¿Acaso ni siquiera tenía permitido lamentarme en paz?

Los golpes en la puerta se hicieron más fuertes e insistentes hasta que me fue imposible ignorarlos. Me levanté del sillón, pateando mis zapatos al pasillo, maldiciendo por lo bajó.

Abrí la puerta de un tirón y lo que me encontré detrás de ella era lo que menos esperaba ver, deteniendo mi corazón por un instante.

Parpadeé varias veces para asegurarme que realmente estaba despierto y que mi vista no me engañaba.

- Jimin - dije apenas audiblemente, sin dar crédito a su presencia.

Me miró con ojos febriles, casi ausentes, como si él tampoco estuviera del todo convencido de lo que tenía delante.

- Jungkook...- su voz entrecortada salió en una especie de jadeo de sus labios resecos que noté inmediatamente - Jungkook, tenemos que hablar.

Lo observé con preocupación carcomiéndome por dentro.

No eran sólo sus palabras las que me hacían sentir inquieto, sino su aspecto demacrado. Aquel Jimin que tenía enfrente parecía a punto de desvanecerse en cualquier momento, como si su cuerpo no tuviera fuerzas para responderle a las órdenes que aparentemente trataba de darle.

Avanzó unos pasos para entrar en mi departamento, pero apenas lo hizo, sus rodillas se doblaron y comenzó a desplomarse. Me apresuré a sujetarlo antes de que cayera de lleno al suelo.

- Jimin - repetí preocupado - ¿Estás bien? ¿Qué te sucede?

Lo giré entre mis brazos para poder escrutar su rostro.

Sus ojos estaban entrecerrados y su piel, más pálida de lo normal, estaba cubierta por sudor. Aún con mis brazos tocándolo por sobre la ropa, podía sentir su cuerpo emanar un calor excesivo. Llevé mi mano a su frente para rozar directamente su piel y comprobar que ardía en fiebre.

El arte de caer (KOOKMIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora