Capítulo 49

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Jimin

Una suave melodía acariciaba mis oídos como seda invisible.

Mi hermano tocaba en el piano la última canción de la noche, mientras que su público, mi tía, su hijo, Jungkook y yo, lo admirábamos en un embobado silencio.

Hace apenas unas horas que mi novio y yo habíamos llegado a casa de mi tía. Jungkook había estado que sufría un ataque de nervios en todo el viaje en tren, pero por suerte, todas sus dudas fueron disipadas cuando mi familia lo acogió con los brazos abiertos, especialmente Soobin, quien a pesar de no ser la persona más sociable, estaba encantado de conocerlo.

Tan pronto nuestros pies traspasaron el marco de la puerta, mi tía nos arrastró hasta el comedor para sentarnos y atiborrarnos de comida, entusiasmada por que probáramos la nueva receta extranjera que había estado practicando los últimos días. Era una gran fan de la cocina y con su amor por la comida, venía un delicioso sazón.

La primera mitad de la cena se llenó de los comunes detalles sobre nuestro viaje, la escuela, el trabajo y un sinfín de halagos hacía los platillos que nos estábamos devorando. Pero una vez que estábamos haciendo espacio para el postre, mi chico desvió el tema hacía uno que me derritió y ganaría el corazón de mi hermano: la música.

Sabiendo lo que hacía, y como quien no quiere la cosa, decidió preguntarle a Soobin sobre sus clases de piano, abriendo así la caja de pandora musical que se escondía apasionada dentro de mi hermano. Se explayó contando sobre sus clases y su maestra, dándonos cada detalle que recordaba haber aprendido y, más tarde, después de acompañar el postre con nuestro tradicional chocolate caliente, nos reunió al rededor de su pequeño piano para regalarnos una especie de concierto con la lista de canciones que había aprendido a tocar.

Entre clásicas y modernas, nos deleitó con su claro talento en una diversa mezcla musical. Sus dedos se delizaban con natural maestría sobre las teclas, como si hubieran sido creados con el único propósito de hacerlo.

Al mirarlo, perdido en su cielo artístico, me recordaba un poco a Jungkook cuando pintaba. Perfección y pasión en cada movimiento creador. Hipnotizante.

El aludido en mis pensamientos, también parecía completamente envuelto en la armonía, disfrutando del concierto que estaba llegando a su fin. La noche ya nos había alcanzado y la hora habitual de descanso de Soobin, con la que solía ser muy puntual, ya había pasado. Sus ojos estaban rojos por el cansancio, pero poco parecía importarle, brillando de gozo, apenas percatándose del paso del tiempo.

Me hacía tan felíz verlo así de satisfecho, alegre e incluso con mejor salud. Sus defensas aún podían ser demasiado bajas pero era un hecho que la motivación que ahora lo invadía al llevar a cabo su pasión, le ayudaba a mantenerse más fuerte.

Me hacía felíz su alegría y definitivamente me hacía felíz el ser parte de ella junto con Jungkook, quien parecía apreciarla con casi mi misma devoción.

Cuando la última canción concluyó con una larga y conclusiva nota, le agradecimos con una larga ronda de aplausos que le hicieron sonrojar. 

- Mañana puedo tocarles un poco más... - ofreció con algo de timidéz mientras se desperezaba un poco, poniéndose en pie, listo para ir a la cama.

- Nada me gustaría más - Le aseguró mi novio con honesto anhelo - También hay alguna canción que me gustaría mostrarte y que quizá para nuestro siguiente encuentro puedas enseñarme. Es una melodía muy dulce que me recuerda a tu hermano - Confesó sonriendo y la curiosidad me llenó acarameladamete - Y creo que nadie podría tocarla mejor que tú. Además creo que podría gustarte.

Soobin brincó entusiasmado y accedió sin reparos. Casi podía ver como en su mente comenzaba a hacer cuentas sobre cuántas horas faltaban para ese momento.

El arte de caer (KOOKMIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora