Capítulo 38

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Jimin

La incomodidad de la intuición se hacía presente en mi estómago, encogiéndolo. Mi lógica había dejado de funcionar a lo largo del fin de semana, y había sido sustituída por el sabotaje del miedo y la sospecha que, usualmente en mi caso, nunca se equivocaba cuando se trataba de presentimientos malos.

La universidad ya se encontraba repleta de estudiantes que iban y venían, pero ninguno era el que estaba buscando.

Finalmente encontré una cabellera casi negra bastante familiar que se encontraba de espaldas a mi, charlando con un grupo de personas a la mitad del pasillo.

Agarrándome con fuerzas a la correa de mi mochila con ambas manos, me acerqué a una de mis pocas esperanzas, deseoso de que su respuesta calmara de una vez la opresión que llevaba días instalada en mi pecho.

- ¡Jin! - Lo llamé interrumpiedo su plática, sin acercarme del todo a él. No deseaba ser una molestia pero necesitaba de su ayuda o pronto mis piernas dejarían de funcionar presas de la angustia.

-¡Hey, Jimin! ¿Cómo te va? - me saludó desde su lugar, con su amplia y típica sonrisa

-Bien, gracias - Contesté en un patético intento de devolverle el amigable gesto - disculpa pero ¿has visto a Jungkook? - ¿Hoy, ayer, antier...?

Su expresión cambió a una de desconcierto. No supe si fue gracias a mi mala actuación que intentaba fingir serenidad ó había un asomo de extrañeza que lo hizo sospechar que algo podría no andar del todo bien. Se excusó con sus amigos y nos alejó un par de pasos del grupo para reponder.

- Hoy no hemos tenido clase juntos aún, pero me pareció verlo hace poco dirigiéndose a la cafetería.

Bien. Así que si ha venido a la escuela. Esa es una buena señal ¿no? Él está bien y probablemente sólo necesitaba despejarse.

- Jimin...¿Todo está bien? - Me cuestionó Jin con cautela, interrumpiendo mis pensamientos.

- Sí,...sólo necesito hablar con él, pero no...no lo he visto. Iré a la cafetería a buscarlo. Muchas gracias, Jin.

Intentó decir algo más pero no le di tiempo a continuar el interrogatorio. No podía esperar más. Tenía que encontrar a Jungkook y saber que todo verdaderamente se encontraba en orden.

Habían pasado varios días desde la desastroza comida con su familia, y con el pasar de ellos, vino su ausencia. Ninguna llamada ni ningún mensaje más allá del escueto "Estoy en casa, todo está bien" que recibí horas después de que me dejara frente de mi edifício tres días atrás.

Mi intención no era presionarlo, sabía lo difícil que había sido el encuentro con su padre y debía procesarlo a su manera; sin embargo, quería asegurarme que no se sintiera solo, por lo que escribí algunos mensajes de buenos días y buenas noches, recordando que estaba ahí para él cuando el necesitara ó quisiera. También le escribí para recordarle que lo amaba.

Los textos se mandaron pero nunca respondió, dándome como única señal de vida el símbolo de visto a un lado de mis palabras.

De nuevo no había querido insistir más, pero me preocupaba su estado emocional. Más allá del rechazo, me asaltaba la inquietud de su dolor e impotencia que había percibido en sus ojos antes de despedirnos.

Él no merecía sufrir así, y mucho menos por alguien como su padre.

Apenas me asomé en la cafetería y, como siempre me sucedía cada que Jungkook estaba cerca, pude divisar a mi novio de inmediato, como si su aura brillara para mí de una forma que lo hacía resaltar entre un mar de gente.

El arte de caer (KOOKMIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora