Capítulo 41

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Jungkook

Me limpié la cara quitando los restos de comida que Jin acaba de escupirme en pleno rostro. 

- Maldita sea, hoy si estabas enojado - Dice con voz entrecortada, vaciando con prontitud el líquido cristalino de su vaso. 

- Lo siento - Me disculpé a apretando los dientes mientras le servía más agua. 

Aquel día sólo iba empeorando. 

Había decidido invitar a Jin a comer para limar asperesas y despejar la tensión que últimamente se cernía sobre nosotros. No era que hubieramos peleado como tal, pero desde mi ruptura conJimin, sentía que estabamos caminando sobre astillas de cristales rotos. 

Era claro que él no aprobaba mi decisión pero había optado por no mencionarme nada más aunque cuando nos acercábamos al tema su actitud cambiaba de inmediato. Incluso su sordera selectiva se había vuelto común en él cada que, en contra de mi mejor juicio, le insinuaba algo para indagar un poco sobre el presente de mi ex novio.  

Pensándolo bien, quizá debería agradecerle que no me dejó siquiera formular esa preguntas, pues probablemente estaría pensando en Jimin más de lo que malditamente ya hacía. 

Por ese motivo, y en gran parte porque aún me sentía culpable por la manera en la que había tratado a mi amigo cuando intentó ayudarme tras la pelea con mi padre, pensé que sería buena idea invitarlo a comer a mi departamento y prepararle algo de lo que tanto le gustaba.

Había cocinado una ensalda, pasta y unos camarones fritos sazonados con una salsa picante que, usualmente, no era demasiado picosa, pero aquel día, para nuestra suerte, había sido  la excpeción.

- Casi me muero - Confesó Jin dejando su vaso en la mesa con un golpe seco y un suspiro largo. Tenía los ojos lloroso y la naríz roja por la reacción al exceso de picante. Yo no sabía si reír o tirarme al piso con frustración por mi fracaso. 

- Seguí la receta de siempre, no sé qué pasó - Aseguré alejando mi plato aún intacto. 

- Estabas enojado - Repitió, sorbiéndose la naríz - Mi abuela solía decir que cuando estas enojado y cocinas algo, la comida sale más picosa y cuando estás deprimido, se amarga. La verdad nunca le creí, sospechando que realmente lo hacía para justificar que se desquitaba con nosotros a travéz de la comida cuando hacíamos alguna travesura, pero hoy estoy empezando a pensar que no nos mintió del todo. Probablemente debería ir a su tumba, llevarle algunas flores y disculparme por haber pensado que era una mentirosa. 

Resoplé, con menos amargura dentro de mí. 

No estaba del todo seguro de que el mito de la abuela de Jin fuera otra cosa más que eso, pero tampoco podía negar, que aquel día efectivamente me había levantado del lado opuesto de la cama , y aunque quizá mis emociones no hubieran afectado directamente al platillo, si era probable que, sumido en mis pensamientos, me hubiera excedido en el uso de algún ingrediente sin darme cuenta. 

- Te traeré más pasta - Ofrecí - Más tarde arreglaré los camarones y te los llevaré mañana a la universidad - Prometí mientras me ponía en pie para servirle un poco más de fetuccine. 

- Entonces ¿Qué es lo que tienes? - Preguntó admirando la pasta servida con devoción - Independientemente de las historias de mi abuela, verdaderamente te he visto molesto. Apenas has sonreído en todo el rato que llevo aquí y mira que después de los camarones estoy empezando a pensar que ya tienes algo contra mi. 

Sonreí con ironía. 

- Siempre he tenido algo contra ti, Kim, sólo que no te has dado cuenta. 

- Bastardo - Maldijo ante de engullir un tenedor atascado de pasta - Pero enserio ¿Qué ha pasado? 

El arte de caer (KOOKMIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora