Cap. 32: El corazón sabe

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Cap. 32: El corazón sabe. 

(*)No tengo antecedentes de días más brillantes,

Tu luz está en mí, puedo decir.

Él y Saga en el parque a medio día.

Todo pintaba para una tragedia, podrían encontrarlos, podían lastimarse demasiado y sentir un constante temor con eso. Había riesgos y un alta de probabilidad de fracaso, sin embargo, todo aquello era bastante extraño. Ellos jamás habían sido unos cobardes, así que regresaban.

Día con día sus corazones se recubrían de un poco de dulzura, la comida les hacía bien, el aire frío de enero aún calaba, pero los días eran menos fríos que "antes".

— ¿A dónde quieres ir? — Preguntó quedito Mu, tenía una trenza por debajo de su gabán y la bufanda terminaba por cubrirle las mejillas, enormes ojos verdes que miraban fijamente la forma en la que Saga arrugaba su nariz tras un ligero estornudo.

— ¿Ya quieres irte?

— Tengo frío. — Se atrevió a decir. Saga estiró su brazo intentando rodear los hombros de Mu, pero la poca flexibilidad que tenía, después de quitar el yeso, le hicieron reír ante su burdo intento de atraer a Mu hacia él. — Es mejor que nos vayamos.

Mu inclinó su cuerpo hacia adelante para ponerse de pie y empezó a caminar a pasó lento, aún así Saga se había tardado un poco para darle alcance, ambos atravesaron el jardín por el que habían cortado camino para llegar hasta la banca de siempre.

— ¿Y entonces a dónde iremos? — Preguntó esta vez Saga.

— Hoy dijiste que sabías a donde iríamos.

— Cierto. — Mu paró en seco, no iba a caminar sin rumbo, así que esperó a que Saga diera la indicación del sitio a que irían. ¿A hacer qué? Cualquier cosa. Tenía un montón de trabajos improvisados para pasar el día, porque cuando el dinero empezaba a acabarse habían terminado saliendo del hotel en busca de un lugar más económico para quedarse algunos días, que se volvieron algunas semanas y algunos meses.

Para ese momento había algo más el "deber y la enfermedad", les mantenía unidos. Para cada uno, el otro había resultado la mejor de las compañías y aunque ninguno había experimentado una verdadera soledad, la comodidad de estar juntos les alentó a encontrar solución a sus problemas, incluso el tiempo que Camus había dejado de buscarlos.

No tengo partes, no tengo líneas

Pero te tengo, y tú me tienes, cariño.

Era como una hermandad aquello, por lo menos así lo había pensado Mu en algún momento. Tenía una dulce comodidad en ese momento de su vida y aunque sabía que no era algo duradero, y aunque de vez en cuando Saga le provocaba algo de miedo, no mentiría diciendo que no estaba cómodo junto a él.

— ¿Entonces?

— Pues tenemos hasta la tarde, sólo conseguí algo en el centro y nos necesitaban hasta las ocho.

.*.

¿Shaka? Sin ningún rastro, salía todas las mañanas y para cuando regresaba, Dita ya no se encontraba en el cuarto que compartían. Aquello había sido desalentador. De una forma completamente premeditada había sido empujado fuera del mundo de Shaka, aquello había sido asfixiante, terrorífico por completo y Dita sólo había podio aferrarse a la realidad por el soporte que Milo en algún momento llegó a darle.

Acaricia mi alma |BL| SAINT SEIYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora