Cap. 23: Presas

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Cap. 23: Presas 

(*) Donde la luz tirita, lejos de la orilla,

a través de las mareas de los océanos

Un Día a la vez.

Shion abrió lentamente sus ojos, escuchaba las gotas de lluvia golpear con el cristal del ventanal en su habitación. Rebuscó por debajo de sus almohadas su móvil. Seis treinta de la mañana. Tenía tanto frío que encogió sus piernas para enterrarse un poco más en las sábanas.

Todos los días tenía una lucha interna para de la cama, para salir de la ducha, para salir de casa y que el golpe le diera con fuerza en el rostro. Lo odiaba, sin embargo, no podía permitirse quedarse en cama ese día.

— Sólo un día a la vez. — Eso había aprendido años atrás, lo repetía siempre a los chicos con los que trabajaba y lo ocupaba todas las mañanas en sí mismo, cuando las cosas se ponían difíciles en su cabeza.

Y funcional era ser, realmente, funcional.

Shion tenía los ojos arenosos, así que a tientas se obligó a apagar la alarma de su móvil y aprovechando que lo tenía en manos, encendió el reproductor, la canción no importaba demasiado, necesitaba algo de ruido para arrastrase por la cama y tomar sus cosas listas de la mesita de noche.

Se duchó deprisa, se vistió lo más rápido que pudo, pero a pesar de tener tiempo de sobra, siempre terminaba perdiéndose en sus pensamientos y las canciones pasaba, así que la mayor parte de las veces terminaba saliendo con el estómago completamente vacío.

Tomaba el transporte público para llegar al lugar en donde trabajaba, antes de ingresar al edificio, pasaba por un espresso. En algún momento alguien había caído en lo atractivo que era así que de vez en cuando le pedían algunas fotografías para unas promociones locales, la paga era mínima, muy de vez en cuando, pero con aquello podía justificar otra actividad mucho peor remunerada.

Eran diez de la mañana y compraba su segundo café, antes de acudir al centro de adicciones, era lo más estable que tenía, después de Dohko, dos años y contando. Imaginó que aquel día estaría completamente solo, los días lluviosos a nadie le daba al tope la motivación de generar cambios en su vida.

Con algo de cautela, por el piso mojado, ingresó al centro. Indistintamente daba los buenos días en su camino hacia la "sala B" de reuniones, específicamente tenía que estar ahí antes de las doce, porque tenía revisión de grupo de voluntarios, la mayoría de las veces aprovechaba que los chicos aún no habían llegado, para terminar su café a sorbos grandes. Y así lo hizo. Uno a uno los chicos se incorporaban y a las ocho en punto iniciaban la sesión.

— Buen día. — Saludaba cortés, su mirada atrayente intentaba no fijarse en ninguno de los voluntarios para evitar intimidarlos. — Chicos, ¿Quién quiere comenzar?

— Yo Shion. — Uno de los voluntarios levantó la mano, demasiado entusiasmado para su gusto, igual no iba a predisponerse, sabía que la mayoría de sus voluntarios eran practicantes universitarios así que... entendía él porque de la emoción al participar. — Esta semana trabajé con el grupo y se incorporaron dos nuevas personas. Estuve apoyando al terapeuta y al médico, de entre todos los casos, hubo uno que me llamó la atención. Es un chico que no sólo ha consumido diferentes sustancias, relató que también distribuía y antes de dejarlo todo, ahora es bastante funcional.

Pero ser funcional era casi peor que ser un autónomo, a consciencia de Shion.

Le significaba que por muy roto que estuviese alguien, aún se mantenía de pie, pero ¿Era eso lo más sano para alguien? ¿Alguien funcional podía aspirar a la felicidad?

Acaricia mi alma |BL| SAINT SEIYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora