Cap. 2: Nos encontramos, pero no te vi.

146 17 3
                                    

Cap. 2: Nos encontramos, pero no te vi.


(*) Estoy en casa, completamente solo

miro el teléfono, nada, como siempre

finjo estar ocupada, ordeno algo, apago la tv

es agonía...


La cuidad aquella, era un tanto bonita, sus suelos de concreto tenían diseños extraños en algunas de las calles, en el centro, los locales para los turistas; nadie residente de ese lugar se arriesgaba a compararles, no era una ciudad con sociedades polarizadas, casi la mayoría pertenecía a un nivel medio, uno que otro rico de esos que nunca faltan y algunos otros representando la escoria, todo controlable.

¿Por qué tanta referencia?

... tal vez importe que, en aquella ciudad con nombre femenino, los servicios estaban clasificados por calles, era bonito eso, ver competencia y promociones por ganar más clientes.

La zona de los supermercados

Zona de ropa

Los mercaditos de alimentos sanos.

Farmacias

Hospitales

.*.


El suelo de concreto, sangre de los labios, la nariz y las heridas hechas a Mu, el efecto comenzaba a pasar, Shaka fue el primero en mirarle mientras dibujaba una triste sonrisa en su rostro y se arrodillaba junto a su amigo... su mejor amigo.

Dita y Camus le dieron alcance inmediato, Mu se veía horroroso.

— Levantémosle — Pidió Dita, Shaka iba a comenzar con el movimiento, jaló una mano de Mu, para ayudarle a ponerse de pie, y al instante su mejor amigo soltó un enorme grito, todos supieron que aquel dolor iba más allá de heridas.

— ¡El brazo esta dislocado! — Sentenció horrorizado el rubio — ¡Dios! ¿Cómo han podido hacer eso?

.*.


Alguna vez lo escuché. Se conocieron en el colegió, Milo, Kanon y DM, Saga era harina de otro costal, asistía a un colegio, no una escuela de vagos, no era fanático de conocer a los amigos de su hermano, no quiso ser su amigo... yo entiendo que las cosas se dan sin seguir nuestros deseos.

Se le llama empata; congenió con ellos el mismo día que les conoció, aquel momento tan extraño, fue en el funeral de sus padres, la primera sonrisa, las miradas de verdadero pesar. Las visitas se hicieron más frecuentes, y al siguiente año los cuatro estudiaban en la misma preparatoría, comenzó llamándoles amigos y terminó diciéndoles hermanos. Ahora dormían los fines de semana en su casa, tocaban música y cenaban todos juntos.

Milo, con su cabello azul y esos enormes ojos que le caracterizaban, se encontraba descifrando aquel instructivo tan siniestramente codificado.

— Usa el microondas...

— No, así no sabrán bien, seguramente hay algo que le de sazón... a tu hermano no le quedan tan mal.

Acaricia mi alma |BL| SAINT SEIYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora