Cap. 33: Maleficio.

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Cap. 33: Maleficio.

(*) Todos los días pienso

En ti y en mí.

¿Era un instrumento? Y si sí ¿Qué mas daba? Estaba seguro de que no importando cómo se dieran las cosas, esta sería la mejor decisión. Aceptó todo lo que Camus decía, las mentiras descubiertas y el motivo por qué Shaka y Afrodita estaban enfurecidos con él.

No hubo secreto alguno, contó cada uno de los detalles y para ese momento, ya no le parecían tan escabrosos. ¿Por qué pasaba por alto todos aquellos detalles? Porque Camus contaba todo completamente arrepentido.

— ¿Irás con Saga y Mu hoy? — Milo miró por el retrovisor para asegurarse de que no había nadie en la zona, y antes de responder, terminó por atrapar los labios de Camus nuevamente. El pelirrojo se removió incomodo por la posición, pero Milo sabía que intimar en su asiento trasero había dejado de ser un problema.

— No, no puedo llegar tarde hoy.

— Pensaba que podrías ir conmigo. — Camus se despegó completamente, ante aquella sugerencia, Milo le observó a detalle, el torso descubierto y las heridas, de golpes en su espalda. — Tenía ganas de me acompañaras esta vez.

Observó a Camus meditarlo. Sabía que, por él iría, pero siempre estaba el tema de su padre, de por medio entre ambos. "Iba a cuidarlo". Milo insistente, le separó un poco y ambos terminaron sentados con la mirada al frente.

— ¿Me dará tiempo de llegar antes de las seis? — Milo asintió.

— Por supuesto, yo me encargo de eso.

— Ok. —

— Ok. Entonces vamos.

Un beso corto. Mucha confianza.

Lo bien que estamos juntos

Cuando estábamos solos.

Cada uno acomodó su ropa y en minutos el auto estaba encendido, al lugar a donde iban era la zona más popular de la ciudad, Saga y Mu lo habían escogido a consciencia, por la facilidad que tenían para desplazarse a otros lados. No era la zona más linda, pero sí la más accesible al transporte nocturno.

Eran días complicados, lo sabían, aunque Saga y Mu jamás lo mencionaran, y aunque sabía que no lo aceptarían tan fácilmente, ambos decidieron pasar al supermercado antes de llegar con ellos. Lo principal, comida, algo básico y un poco de chucherías, un poco de medicamento que Camus escogió a detalle, por si alguno llegaba a tener algún tipo de malestar. No rebasaban el límite, por supuesto que nada referente a higiene personal, nada que rompiese la delgada línea de intimidad, o les hiciera sentir como algún tipo de "damnificados"

— ¿Y si llevamos pizza? — Camus frunció el ceño y aún así aceptó, siempre y cuando no escogiesen nada con "pepperoni". Milo escogió Pizza, la pizza bailaba en el asiento trasero con todas las demás compras, para ese momento las ventanas del auto permanecían cerradas, era mejor no arriesgarse, porque siempre podían ser blanco fácil para algún delincuente. Creía que no hacía falta ser puntual con eso, pero a no más de diez minutos de su última parada, Camus terminó bajando la ventanilla del copiloto.

— Me está asfixiando el olor a queso. — Se quejó. Decía preferir mil veces el viento frío pegándole al rostro, que el exagerado olor de la comida que Milo había escogido.

— Y después de comerla toda, voy a llenarte de besos. — Bromeó coqueto, intimidante a los ojos de Camus, quién permanecía evasivo ante aquel tipo de provocaciones. — Mira, Mu y Saga están afuera.

Acaricia mi alma |BL| SAINT SEIYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora