Cap. 34: Nebulosas
(*) Voy a creer en tus ojos,
así que por favor no digas que el amor es ciego.
Subiendo al auto, a las cuatro de la tarde. Había tiempo suficiente para regresar a casa sin tener ningún tipo de problema. Camus soltó un suspiro al despedirse de Mu con un movimiento de su mano, les dividía el cristal de la ventanilla. No sabía cuando podían volver a verse, esperaba fuese lo antes posible.
— ¿De que hablabas con Mu? — No le extrañó a Camus que Milo preguntara aquello, habían sido lo suficientemente obvios, al quedarse callados, apenas habían visto llegar a Saga.
— Mu quiere a Saga. — Confesó, aquello que aparentemente era un secreto, le pareció a Camus de tanta importancia, como para decírselo a Milo, pero no había sorpresa en su rostro, incomodo por aquella falta de reacción, Camus dejó caer su cuerpo completamente sobre el sofá y miró por la ventana. — No quiero que Saga le dañe. Aunque en primer lugar ha sido mi culpa porque yo les he dejado juntos, a pesar de que Shaka se negó rotundamente.
— Creo que deberíamos contarle de una vez por todas, a Saga, lo que ocurrió, aunque no lo recuerde. — Paró en seco, un semáforo en rojo. Aprovechó para inclinar su cuerpo, al oído de Camus. — ¿Crees que es tan despiadado como para que las cosas se salgan de control? Camus, Saga tiene claros sus sentimientos por Mu, así que ¿Por qué esperar a que las cosas se les compliquen? Deberíamos, de una vez por todas, terminar con todo esto. No sé lo que Mu piensa de esto, pero no se merecen un malentendido más.
— En una situación ideal, eso que dices es viable, pero Saga... no lleva ni un año de haber dejado de consumir sustancias. ¿Te imaginas qué pasará si no lo toma tan bien? ¿Y si tiene una recaída?
— ¿Y entonces qué quieres? ¿Interferir entre ellos o ayudarlos a estar bien? — Camus soltó un suspiro y negó. — ¿No lo sabes?
Quiero leer tu mente,
y comunicarnos en secreto.
No lo sabía, pero tampoco se creía capaz de dejar de interferir.
Algo dentro de él, le decía que, así como Milo y él, llevaban "lo suyo", Mu tenía todo el derecho a tomar sus propias decisiones.
Durante todo ese tiempo había tratado de respetar la autonomía de Mu, porque lo creía capaz de mucho, de cuidarse de cualquier cosa, de sacar fuerzas hasta de las propias piedras. Mu era alguien listo para la vida, pero... él siempre querría protegerlo de todo.
.*.
Saga podía sentir su panza, completamente hinchada por haber comido tanto. Mu estaba recostado en la cama, dormitaba también con la barriga llena. Aquello era un lujo que ambos se avergonzaban de aceptar, después de todo, no había sido tan mala idea la visita de Milo y Camus.
— ¿Vas a quedarte con toda la cama hoy? — Saga preguntó acercándose hacia la cama donde Mu descansaba, el corderito apenas abrió los ojos, pero se recorrió enseguida y viró su rostro a la orilla, pegada a la pared. Saga terminó por recostarse.
Era una cama de dos plazas la que ahora compartían, y había sido complicado al inicio, después de todo, la comodidad en el hotel con una cama individual para cada uno había sido uno de los tantos lujos que, por ahora, no podrían darse.
Aún tendrían que darse un baño, antes de salir a trabajar, pero para eso quedaban algún par de horas, así que no le pareció mala idea, recostarse junto a Mu, para arrullarse un poco con la respiración del corderito... porque ¿Qué era aquello? ¿Un pequeño ronquido? Saga sonrió enternecido y cubrió a Mu en un abrazo aferrado a su cintura.
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Acaricia mi alma |BL| SAINT SEIYA
FanfictionSi decides ser bueno, relativamente bueno, lo tienes todo: Un hogar, un perro, un comedor, sala de sillones claros, un refrigerador vacío, una mesa con cubiertos del desayuno, una habitación con olor a tabaco, aromatizante en exceso. Una TV Inmensa ...