Treinta: Calendario.

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Muerde su labio inferior y pasa a lamer su cuello, con ambos brazos a cada lado de su cabeza, y las manos de Lisa acariciando su nuca y espalda baja. Aún conserva sus pantalones, pero su torso está descubierto ante la mirada de la mujer. Ella en ropa interior, esperando terminar lo que empezaron hace pocos minutos.

― Bésame. ― Demanda ella, Jungkook obedece.

Sin esperar un segundo más dirige sus labios a los gruesos y suaves de la mujer, compartiendo jadeos y súplicas mediante susurros.

Jungkook estaba decidido, cegado por el poder, por la adrenalina, por lo que podría lograr.

Pero su burbuja se rompió cuando se escucharon tres toques en la puerta, obligandolos a separarse. Lisa gruñó y alzó la voz cuando preguntó: ― ¿Quién es?

La voz de uno de sus escoltas se escucha al otro lado de la puerta. ― Jefa, tiene una reunión importante, la están esperando.

― Mierda, mis socios. ― Pasa la mano por su cabello, resopla al recordar su compromiso.

Jungkook siente sus manos apartarlo para colocarse de pie y empezar a recoger sus ropas, mientras él se quedaba en la cama sin saber que hacer o decir. Ese brillo peligroso en sus ojos se había ido por completo.

Entró en razón.

Lisa lo ve confundido, y sonríe de lado, terminando de colocarse sus tacones. ― Lo siento cariño, lo tendremos que postergar para otra ocasión.

Se acerca a él, para colocarse sobre un Jungkook pensativo, y lo besa. Unos momentos después sale de la cama y empieza a colocarse su vestido. Jungkook aún permanece sentado en la cama de la mujer, donde su colonia y la de ella parecen haberse mezclado. Lleva una mano a su cabeza, sintiendo algo pesado en su pecho, pero no quiere sentarse a pensar en ello. Prefiere ignorar la culpa cuando por un segundo JiMin cruza su cabeza, recordando a quién se supone que le pertenece su corazón y alma.

Lisa ve la duda en sus ojos mientras se coloca labial, y se acerca, ya vestida. ― ¿Sabes qué? A pesar de todo, me alegra haber pasado tiempo contigo, HaJoon. Sin duda, me alegraste la mañana. ― Sonríe de lado.

― ¿Dónde está mi celular? ― Se levanta, ignorando las palabras de la mujer, empezando a buscar su teléfono celular.

Lisa no pierde su sonrisa cuando en una esquina de la habitación, logra ver el celular del hombre. Se acerca sin decirle nada, y lo toma. ― Aquí está. ― Jungkook gira cuando la escucha, ve el teléfono en su mano y se acerca para tomarlo, pero ella lo coloca detrás suyo.

― Dámelo. ― Demanda con el ceño fruncido.

Ella niega con una sonrisa cínica. ― Creo que... ― Lo mira de arriba a abajo. ― Mereces un cargo más alto. Quizás mi mano derecha. ― Acerca sus labios a su oreja. ― Significa más dinero, más lujos, serías jefe de todos mis escoltas. ¿No te gustaría eso?

Jungkook pasa saliva, las voces de sus demonios dentro suyo rasgan su pecho, pidiendo, aclamando a gritos que acepte. Y nuevamente ese brillo en sus ojos al imaginar su poder, le hace sonreír.

― Me gustaría.

La mujer le deja su teléfono en sus manos para salir de la habitación y dejar a Jungkook quien mira el su teléfono apagado. Lo guarda en su pantalón y se ocupa de buscar sus ropas para vestirse e irse a casa. Ya vestido y arreglado se detiene frente a lo que se supone iba a ser el final de Lisa. La copa con veneno desparramada en la bandeja de plata donde fue depositada.

¿Cómo todo escaló tan rápido?

De pronto ese pesar en su corazón otra vez, y el nudo en su garganta que lo mata.

Satisfied | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora