Treinta y uno: Seiji.

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Aprieta sus manos de tanto en tanto, la ansiedad consumiendo su cuerpo poco a poco, esperando la llegada de su esposo y de Taehyung. No ha pasado mucho tiempo desde la llamada con Taehyung, tan solo unos cinco minutos y un poco más, pero empieza a impacientarse. Jungkook no es un hombre de paciencia, es un hombre de acción.

Finalmente su impaciencia es apaciguada cuando escucha el sonido de la puerta abriéndose y un par de llaves ser dejadas en la mesita a la entrada de la casa. Levanta su cuerpo del sofá en el que estaba, camina con firmeza hacia la entrada y lo primero que ve es la espalda de Taehyung, quien parece llevar una pañalera en su hombro.

― Llegaron.

Taehyung gira, impidiendo que vea la pequeña silueta de JiMin, que se encuentra detrás suyo. Sujeta la tira de la pañalera con una mano, Jungkook se percata de la fuerza que ejerce en este agarre, Taehyung da un paso hasta su lado quedando cerca de su oreja.

― Más te vale cuidar tus palabras con él. ― Susurra amenazante, con la voz tan grave como cuando hablaron por teléfono, notablemente enojado.

Camina lejos de él para cruzar a la sala y darles la privacidad que en ese momento sabe que necesitan, y él ya no quiere meterse más, poco a poco todo lo está cansando, solo quisiera irse lejos, pero aquel contrato con Jungkook lo tiene jodido y atado a sus manos.

Por otro lado, Jungkook finalmente tiene a JiMin frente suyo, quien tiene fijos sus ojitos púrpuras en los suyos, pero luce cansado y hasta débil, con los ojos ligeramente hinchados y rojizos, al igual que su nariz y mejillas. Tiene un pequeño bulto cubierto por una mantita azul en los brazos, y sabe que es su hijo.

Su hijo. Hijo de ambos.

Ya es padre.

Hasta hace pocos meses estaba emocionado de tener en sus brazos a su hijo con el amor de su vida. Pero ahora, la idea de tenerlo en sus brazos y llamarse a sí mismo papá, ya no le parece tan atractiva, sobre todo sabiendo que le fue infiel a su esposo.

― JiMin.

Él sonríe tristemente, y al rubio se le agita la respiración cuando JiMin da un paso hacia él, con sus ojitos tristes pero con un destello de esperanza. ― ¿Ya no me llamarás como antes, verdad?

Jungkook no responde a su pregunta, y él solo suspira con dificultad, manteniendo las ganas de romper en llanto, aguantando las ganas de gritarle en la cara lo egoísta e idiota que es por haberlo dejado solo y jamás llegar al hospital para cuidar de él.

― Tenía el celular apagado, lo siento mucho, no quería dejarte solo cariño. ― Es lo único que dice.

― Entiendo. ― Sin decir nada más baja la mirada hacia su hijo. Se toma unos segundos antes de volver a hablar para estabilizar su voz. ― Él es tu hijo. ― Descubre la carita de Seiji de la manta, para que Jeon pueda ver el rostro de su hijo.

En ese momento, siente otra vez ese dolor en el corazón, y una mueca se forma en su rostro por esta sensación. JiMin acaricia la mejilla del bebé, logrando que él abra sus ojitos lentamente, revelando así la hermosa combinación de ojos que la naturaleza le brindó.

― ¿Cómo lo llamaste? ― Pregunta con la mirada clavada en el bebé y sus preciosos ojitos de dos colores.

Se llama Seiji.

JiMin pasa saliva aguantando las ganas de llorar, porque esperaba tontamente que al ver a su hijo los recibiría con una gran sonrisa, con cariño y alegría de verlo. Pero que iluso fue, porque lo único que ve es confusión, dolor y rechazo en los ojos de su esposo, y no entiende porqué, no puede entenderlo, quizás jamás lo haga. Guarda silencio, está muy cansado, solo quiere tener a su bebé en su pecho, dormir con él y sentir un poco de paz.

Satisfied | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora