Sin el

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SIMON

Fue un día normal, horario pesado de siempre, mismos profesores, mismos amigos y estudiantes. Wilhem y yo compartimos asiento, Felice me pasó algunos apuntes que yo me perdí, Sara no hablo con nadie, Vincent y Walter no prestaban atención a la clase mientras jugaban en sus celulares. Ilse probablemente estaba tomando clase al igual que todos. La directora Anette entró a mitad de la clase de literatura, la vi preocupada, pensé: la Reina viene de sorpresa o un maestro se enfermó y no tendremos clases. Pero dijo:

—Jóvenes... me podrían hacer el favor de poder venir al gimnasio por favor, todos ustedes.

—¿Pasa algo?— Wilhem preguntó.

—Sólo vengan, por favor.

Nos llevaron a al gimnasio, de un inicio todos pensamos que iban a hablarnos a todos sobre un asunto de nuestra generación, pero empezaron a llegar los chicos de segundo y los de tercero. Ilse, no nos saludo, por como les dije que no ha socializado mucho desde lo de su madre. La vi ansiosa, estaba buscando a alguien, pero no era a ninguno de nosotros.

—¿Sabes que esta pasando?— Walter nos susurró al grupo. 

—Debe ser algo importante, porque todos. Literalmente todos estamos aquí.

La directora nos acomodo de tal forma en que estábamos viendo al centro a ella y a un par de tutores por detrás —Gracias, por venir mis niños. Los hemos citado aquí porque...— tomó un aire — Hoy amanecimos sin uno de nosotros, uhm, August alumno querido entre los profesores y entre sus amistades. Lo sentimos mucho, el ya no esta aquí— Nadie entendió a un inicio, pero en el momento en que enfatizo "ya no esta aquí" todos lo entendimos, después de un tiempo pude entender porque Ilse salió rápido del gimnasio con lagrimas en sus ojos y corrió hacia la casa del bosque para soltarse.  Mientras tanto los gritos, respiraciones de llantos atorados y murmullos invadieron todo el lugar. Wilhem estaba paralizado, su mente estaba perdida, muchas preguntas al aire salieron ¿Por qué? ¿Cómo ocurrió? ¿Qué pasó? ¿Dónde estaba? ¿La policía esta aquí? Cinco horas pasaron y nos enteramos que su cuerpo lo hallaron en el lago, lleno de agua dentro de sus pulmones, se había suicidado unas horas después de la madrugada. 

WILHEM

El coro cantó la canción Everything i wanted todos ayudamos a prender las velas, aunque no muchos estábamos de acuerdo con el, hubo culpa dentro de nosotros pero ni sabíamos si era justa o no, no sabíamos si nuestra voz e ideas eran importantes al ver a la madre de August llorando por todo el pasillo, ella perdió a su marido y a su hijo por la misma causa "¿Qué es lo hago para merecerlo?" se preguntaba con cada aire que tomaba. Ilse había pintado un cuadro de August, me miró y lo entendí, ellos tuvieron algo y este cuadro esta incompleto, pensé en el escenario de ella pintándolo sabiendo la noticia o el simple hecho de que ella perdió a dos personas en menos de dos semanas.

Sin él, me quedé, sin August. Lloré, todos lo notaron, el fue todo lo que tu quieras, pero teníamos un vinculo. Simón me tomó de la mano, y me acercó a el, mis lagrimas cayeron en sus hombros, no me las quise secar, quería sentir el dolor del momento. 

—Hola— me dijo, intentando animarme con su tono de voz dulce pero apenado. Me separé unos pasos de él, el me miraba, pero la pequeña voz volvió en un momento imprevisto —¿Pasa algo?

—No sé por qué... no entiendo nada. El me miró en silencio, y asintió, el sabía lo confuso y frustrado que me sentía en ese momento. Suspiré, mientras me frotaba los ojos con la punta de los dedos y baje mi cabeza, clave mi mirada al suelo y fui subiendo recorriendo sus pies, piernas, abdomen, pecho, cuello, hasta mirarlo a los ojos, sentí pena por las cosas que hice por el y me di vergüenza por pensar en mi en vez de August, pero de alguna manera sigo viendo a Simon como si fuera algo superior a mi y no quiero que piense yo soy un iluso —Esto... se siente muy mal, enserio quiero vomitar, estoy mal— le dije.

—Muchas cosas han sido muy difíciles y dolorosas— me dijo mientras me agarraba fuertemente de ambas manos, mi mirada era borrosa por las lagrimas que cargaba en mis ojos, pero supe que a el igual se le brotaban gotas del ojo al chocar nuestras frentes —¿Te puedes quedar conmigo? Podemos pasar por esto juntos, lo podemos superar— me terminó por decir. Pensé que hubiéramos seguido estando juntos sin o con August, pero seriamos personas diferentes, el probablemente sería el más afectado por mantenerlo en secreto ¿Habríamos llegado a ser feliz? ¿Qué clase de felicidad hubiera sido? Todos estos meses Simón y yo hemos sido como dos arboles de la misma tierra, que han crecido junto al otro, retorciéndose para estar estables, cambiando posturas. Pero al final Simón y yo nos hemos ayudado, he hecho una vida posible para el y yo me sentiré eternamente feliz por ello. Así que negué cuando Simón me propuso seguir juntos. 

—¿Por qué?— me pregunto mientras apretaba más mis manos, y cerraba los ojos con fuerza, el no quería creer lo que estaba pasando. 

—Quiero sanar. No creo que algo buena salga de aquí, por ahora. Estoy en el proceso de saber quien soy, más allá de saber y reconocer lo mucho que te amo.

—Te echaría demasiado de menos —me dijo aceptando mi decisión — Me deprimiría, mucho. 

—Al principio — lo miré a los ojos, sabiendo que esto es definitivo— Pero luego irá mejor—Nos quedamos frente al otro en silencio. Simón seguía procesando lo que le había dicho, por como movía sus manos con suavidad y luego brusquedad, con paciencia y tronándose los dedos. Ya no tiene sentido ser impaciente.

—Si... ¿Sólo será un tiempo, no? Además nos quedan varios años aquí—me dijo preocupado. Lo miré y le di una sonrisa cortada— Sabes que te quiero, te amo Wille— Yo asentí, lo sé, la verdad, él me ama. Cerré los ojos, pensé... quizás no volvamos a estar juntos o quizás si. Lo que tenemos ahora no lo volveremos a tener nunca más. Pero el dolor de la soledad no será nada comparado al dolor que tenía antes. 

—No sabemos lo que pueda pasar — Simón se quedó en silencio — Puede que cambiemos como personas, y tomemos distintos caminos y eso estará bien— Simón me ha traído mucha bondad y yo a el mucha verdad —Esta bien— me dijo mirándome con una pequeña sonrisa y lagrimas en sus mejillas.

—Hemos hecho bien el uno al otro.

—Te amo, no creo sentirme así con nadie más.

—Lo sé — le dije — Te amo mucho igual.  

—Okay— me dijo, le sequé sus lagrimas —Tienes que hacerlo, yo siempre estaré aquí lo sabes— Lo jale hacía mi, probablemente fue el ultimo abrazo honesto, puro, doloroso, amoroso, poderoso, pasional que tenemos.

—Eres buena persona, Wilhem.

—Tu también, Simón. 








Fin;


Cenizas de la coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora