CAPITULO 30: Aliados

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~Aliados~

***
—“Porque si el hombre es capaz de transformar la naturaleza y obtener de ella lo que necesita, un lúmino también puede”  —oí cómo un susurro en el viento, cuando Bandel consiguió lo impensable.

***

Ellos eran humanos, al igual que yo. Pero no tenían ningún otro don que no fuera más que su valentía. Los años de encierro despertaron la fiereza en sus ojos y el deseo exacerbado de blandir sus espadas contra los kardren, a quienes culpaban de su desgracia. El aguerrido ejército de los defensores del reino, estaba de vuelta y Corif los dirigiría en la batalla.

¬¬___Es una alegría que este vivo señor ___pronunció el más anciano. Más bien su apariencia demacrada lo avejentaba, pero se veía que no superaba en años a los lúminos viejos,  ___creímos que murió junto a su padre, el general Shenid  ___agregó con una conmoción que no combinaba con su mirada pétrea.
___Cuando uno de nosotros dio la noticia de que lo vio en el castillo oscuro, revivió nuestra esperanza  ___añadió otro, un poco más joven, pero igual de desmejorado. Los hematomas en sus brazos y piernas escamaron su piel. Su larga cabellera y barba frondosa hacia de cuenta al crecimiento despeinado de las hiedras.

___Lamentamos que no fuéramos capaces de protegerlos  —mencionó otro, quien si pareció afectar más que los anteriores,  al hombre serio de cabello negro y ojos grises.

____¿Namet?   —inquirió con los ojos agrandados por la sorpresa.
___Si, señor  —contestó con una ancha sonrisa  ___soy vuestro tío.

Paralizados, sin aparente intención de mover cualquier músculo, un intercambio de miradas tomó protagonismo entre ambos. Corif se aseguraba de no ser burlado y  los ojos marchitos de aquel hombre, figuraban decirle la verdad.

___Debió sentirse solo en el mundo  —mencionó Namet, percatándose de los ojos vidriosos de su sobrino  —esta vez no pienso abandonarlo ___continuó y lo abrazó.

___No, no me abandonó. Fue la consecuencia de una aniquilación perversa. Jamás podría verlo de otra forma  —pronunció, un tanto descompuesto, el mejor amigo de Dreib.

Sus palabras podían sonar como el desahogo de la desazón interna que cargaba consigo. No obstante, había una nueva y extraña luz en su mirada. Tenía que ver tal vez con un nuevo sentido en su vida. Un pensamiento que quizá nunca abandonó y compartía con los defensores de Dorezul.

__Bien, ¿Qué es lo que buscan? __interrumpió Esfer. Quizá adivinando la urgencia que los traia ante los lúminos  —no creo que solo buscarán a este joven  —agudizó su mirada en cada uno de ellos, pero no pareció perspicaz. Solo pretendía encontrarse con sus verdaderos deseos.

__Creo señores que tienen la respuesta del porque arriesgamos nuestras vidas para llegar hasta aquí  —respondió con firmeza el hombre más viejo.

Aquellos hombres adivinaban la necesidad de los lúminos. La desventaja de ser minoría en comparación con los cortadores los ponía en apuros y los defensores del reino de Dorezul,  estaban conscientes de ello.

A estás alturas cualquier ayuda era muy necesaria.
___¿Una alianza?  —inquirió Delcad, con su molesto tono irónico.
No era de sorprenderse que existiera en la mayoría de los seres de luz, cierto prejuicio y desazón hacia los humanos.

___No haría falta, estamos en el mismo bando  ___respondió Corif en defensa de los hombres de su padre  —¿Acaso no tenemos un interés en común?  ___persuadió.

___¡Bah, humanos! Cuando no con aires de presunción  ___se escuchó de algunos lúminos que compartían la misma antipatía.

___¿Qué opinas Bandel?  ___solicitó Esfer.

El heredero de Aqued y próximo gran lúmino no se tomó mucho tiempo en responder. Más bien ni siquiera se lo pensó mucho.

___Es labor nuestra mantener el equilibrio en Dorezul, esa ha sido nuestra misión desde tiempos remotos. Por lo tanto no hay mucho que discutir          —sentenció, sin siquiera atemorizarse por la reacción de sus maestros.

Aceptados los humanos como aliados, los resplandier ayudaron a regenerar sus heridas. Ya ninguna protesta se oyó, puesto que todos coincidieron con la afirmación de Bandel. Tiempos críticos ameritaban ciertos sacrificios. Después de todo, desde que el equilibrio se rompió, los lúminos se vieron obligados a ser sus protectores de cierto modo. Así que instantáneamente los cuarenta hombres, fueron sanando. Cada magulladura mal cicatrizada y muchas heridas a flor de piel, retrocedieron bajo una potente luz azul neón, cuya intensidad disminuía a medida que se cerraban. Apenas se dejó ligera evidencia de algún maltrato físico.

Hecho esto, la estrategia que tenían en mente, pronto debía ponerse en marcha. Sin embargo, lo más urgente en ese momento era conseguir que los lúminos tuvieran un personaje que destacará entre ellos. Era la hora, era el momento. Bandel, tenía que probar ante todos el resultado de su exhaustivo entrenamiento.

Antes de que empezara la demostración que todos esperábamos, el lúmino de cabello azul, me pidió que proyectara mi feric y lo dejara flotando en el aire. Desconcertada por lo que podría venirse, obedecí con cierto temor ¿Bandel sería capaz de arriesgar su propia vida? La respuesta por supuesto sería más remota que cualquier pregunta que se me ocurriese. Sobretodo porque cuando lo miré, un gran misterio poseyó de lleno sus ojos.

Él jugaba con fuego. Incluso recordé lo que una vez me dijo:
—la magia de un luos es inestable. Por lo tanto es peligroso tanto para un lúmino como para un cortador.
No obstante, el temor estaba allí, pero la confianza también.

Pronto, silencié mi mente y me concentre en divisar y tirar de las dos energías en mi interior. Tal y como aprendí en mis dias de entrenamiento. El tiempo breve me permitió jalar de ambas fuerzas, sin dificultad. Cuando mi feric parpadeó, fue la señal de que el breve instante de conexión terminó y la micro tormenta eléctrica que fluctuaba inestable y potente alrededor suyo era el efecto de la combinación de las dos distintas energías y por mi condición de dalux podría darle la forma que yo deseara. Pero, en esa ocasión no hacía falta, Bandel se encargaría del resto y esperaba con ansias ningún fatídico desenlace.

El lúmino se acercó a paso lento, prácticamente teatral. Casi podía jurar que me daba la impresión de un mago a punto de impresionar a la audiencia con un acto asombroso. Acarició suavemente con sus dedos la esfera de luz. Parecía buscar hacerse su amigo y eso era lo que hacía cualquier resplandier. Empatizar con la energía y hacer que este incremente su potencial. Sin duda la incertidumbre se intensificó cuando mi feric cobró mayor vida. Por la intensidad en que se estremecía creía que se convertiria en una bomba, cuya onda expansiva cubriría todo el bosque, incluso más allá de sus límites.

Nada, estuve más alejada de la realidad. La esfera de luz se redujo practicamente a pequeñas chispas que se disiparon en el aire.

¬¬¬___¿Qué? ¿Qué acaba de…pasar?  ___masculle confundida.

Y al parecer no era la única en manifestar sorpresa.

Muy a pesar de los rostros impávidos de Delcad y Esfer, se notaba claramente la intriga resbalando por el brío intenso de sus miradas. El joven lúmino consiguió intensificar sus expectativas.

No pasó mucho cuando el suelo comenzó a temblar y una franja gruesa se abrió en la tierra. Algo surgiría de allí adentro, lo podía sentir y un silencio inusual, casi sepulcral, tomó el papel de preludio. Mi corazón se inquietó como olas intensas durante una tormenta y mi respiración exponía la exaltación de mis ánimos.

Poco a poco, luces fugaces salieron de la zanja enorme y apenas tuvieron contacto con la atmósfera, tomaron formas diversas. Aves, ciervos, conejos, osos, etc. Practicamente los animales coloridos del bosque se veían representados en esos seres de luz. Pero, no eran nada más que eso, seres de luz, casi tan reales debido a su aspecto poliédrico. Y su encanto extraño yacía más que nada en su contraste bicolor entre luz y oscuridad que se alcanzaba a ver en su interior traslúcido.

—¿Es un vitam?   —Esfer ponunció asombrado  —imposible.
El viejo lúmino resplandier dio voz a lo que muchos, incluyéndome, pensábamos.

En definitiva, Bandel fue capaz de surcar los peligros de un feric mixto y eso era algo casi imposible.

—Hiciste un buen trabajo  —me dijo Bandel, mientras las criaturas de luces se fundían con los árboles.  Incluso cada pequeña grama fue cubierta por completo por los animales de luz  —es un feric semilla con mucho potencial —completó con una  ancha sonrisa.
—Conseguiste convertir el feric de un Luos en un vitam  —pronuncio al fin Delcad  —bien hecho —hizo una reverencia. Acto que enseguida imitaron los demás de su misma especie.

La seguridad entre los lúminos se había restaurado, ahora contaban con Bandel “el gran lúmino”. Lo cual significaba, claramente que ya no estábamos en desventaja.
Tal acontecimiento merecía una celebración y eso exactamente fue lo que pasó después.

Esa tarde hubo una gran algarabía. La fiesta de los lúminos no distaba mucho de los humanos, porque risas, música y baile no faltaba. Incluso el prejuicio de los seres de luz hacia nuestros nuevos aliados, desapareció del radar.

La alegría fue de tal forma que yo disfruté, disfrute de las risas de Gloriem, Dreib, Greni, Lunia, Erdian y Corif. Por supuesto, los mejores bailarines en nuestro grupo eran los dos “mitad lúminos”. No obtuve sorpresa con ello, puesto que por su personalidad alegre podía imaginarlo. No obstante, quién me sorprendió con sus pasos de baile fue Corif. Quién diría, el hombre cuyo semblante serio y distante, era muy bueno bailando.
—Nunca juzgues por las apariencias —dijo mí mente cuando Corif me sostuvo de las manos y me convirtió por unos instantes en su pareja de baile.

No sabía si yo la hacia bien, tal vez sea porque le estaba prestando demasiada atención a sus bellos ojos grises y su bonita sonrisa, que en muy pocas ocasiones permitía que se la viera. Entre aplausos nos apartamos, pero la emoción de ese momento, me acompañaría un buen rato más.
Que pudiéramos olvidar por unas horas la oscuridad en la que se hallaba Dorezul, nos hacía bien, bastante bien. Todos teníamos una historia triste que contar y nuestras almas lastimadas necesitaban despojarse de la pena y quizá lo conseguimos en ese instante, cuando alrededor de la fogata bailamos al ritmo de los instrumentos creados por los dalux.

Dentro del repertorio se encontraban: flautas,  tamboretes, violines, guitarras, etc. ; un centenar de instrumentos que se les ocurriese a los dalux. De hecho, Dreib tocaba un flautin, cuya melodía dulce invitaba a que nuestros cuerpos siguieran su ritmo contagiante.

Muy entrada la noche y alrededor de los restos de la fogata, hallé a Erdian. Estaba sentado y meditabundo. Me sentía mal con él. No habíamos tenido tiempo de hablar y ese momento había llegado. Por supuesto los nervios no permitirían que me encargué de la situación. Siendo dramática sentía que una maldición había caído sobre mi y aquella estaba empeñada en que yo desistiera. Pero, no podía dejarlo así. El príncipe de Dorezul merecía una disculpa de mi parte.

—Lamento haber sido ruda contigo  —solté y recuperé el aliento que por los nervios pareció que olvide respirar.

—No tienes por qué, no lo fuiste. Fue un mal momento, eso fue todo                —afirmó Erdian con su misma sonrisa contagiante. Pero está vez no conseguía ocultar la tristeza que pugnaba ser lo contrario.

—Escucha… en serio lo lamento…
—Descuida, todo está bien  —cerró el tema con una mirada profunda y me dejó sin más que decir.

Asentí con la cabeza y lo acompañé en silencio. Él parecía necesitar únicamente de mi compañía. Así que me senté a su lado  apoye mi cabeza en su hombro y disfrutamos juntos del maravilloso y encantador cielo nocturno del bosque de Lumbuca. Mañana sería el gran día. Todos estábamos ansiosos y él más que nunca debía de estarlo. Tal vez un poco más. Angustiado. Yerl  era su padre y ahora Erdian clavaría figuradamente una daga en su espalda. Oficialmente se convertirá en traidor.

Al día siguiente, estábamos listos para enfrentar a nuestro destino. Si bien sentía en mis huesos que no fallariamos, no podía ser indiferente a cualquier sorpresa amarga que nos pondría en jaque. Nadie se atrevería ni un poco a subestimar a los cortadores, sobretodo a Sehel, el gran cortador. El gran juego de ser el más habilidoso o el más rápido había comenzado.

Todo estaba listo, tenía armas de luz reforzadas por los resplandier y escudos en mi armadura que protegía mis puntos débiles. Me despedí de mi abuela con un fuerte abrazo, Ella se quedaría con algunos lúminos, quienes se encargarían de su protección. Al momento de devolver mi vista, Delcad se me acercó. Sabía que tenía algo que decirme.

—Sé que ya has aprendido todo lo que necesitas, pero hay algo más que necesitas hacer  —compuso su voz en un tono imperioso  —¿Sabes cuál es tu límite como dalux?  —inquirió.

—No  —contesté sin rodeos  —se supone que un dalux no lo tiene  —negué intrigada.

—Como dalux tienes la capacidad de crear cosas infinitas…  —explicó proyectando su feric en el aire  —no hay límites en lo que quieras hacer       —completó dándole diversas formas a su esfera de luz  —pero, en un campo de batalla es importante que puedas modificarlo tan rápido como se pueda o serás presa fácil de tu oponente. Si puedes hacerlo o no, ese es tu límite         — advirtió y fue el último consejo que escuché de él.

No Soy la villana de este cuentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora