CAPÍTULO 15: La abogada del mal

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               ~La abogada del mal~

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Acercándonos a la verdad, nuestros cuerpos temblaban, no por miedo, sino por el simple deseo de acabar con el reino del fatídico “señor de traje negro”. No contábamos con que ella apareciera, yo la conocía, era nuestro segundo encuentro, pero, esta vez no tenía miedo, ni rabia, solo desprecio por su oscuro ser.

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En mi habitación, siendo las siete y quince de la noche, cerca de la hora pactada para adentrarnos en C.D.M, aliste lo necesario para una noche fría y larga. Un abrigo azul marino, me protegería y conservaría mi calor en mi cuerpo. Cuando me apresuraba a salir, Joe en medio de la sala estudiaba una serie de papeles puestos horizontales, uno al lado del otro, en una pequeña mesita, bajo la luz de la lámpara, parecida a un cono de helado invertido, en ese instante me veía tentada a contarle lo que Melinda y yo planeábamos, pero, recordé nuestra conversación de fin de semana y pretender convencerla, me llevaría un tiempo, así que abrí la puerta sin decir nada. Entre la puerta a punto de cerrarse y un impulso de Joe por voltear atrás, cerré rápidamente, logrando salir, sin ser vista.

Llegada la hora, ocho de la noche, Melinda, Dan y yo, ingresaríamos al edificio de C.D.M. y conseguiríamos pruebas contra Ren. Logramos por suerte, convencer a uno de los dos guardias, tan fortachones y de temer, como los kardren, con una excusa boba como la de “el jefe, nos ha dado una tarea extra y por eso tenemos, que trabajar durante la noche”. El otro guardia se mostraba renuente a creernos e intento llamar a Ren, para confirmar sobre lo que decíamos, pero, Melinda astutamente lo detuvo.

—No creo que quieras molestarlo a estas horas, con cosas del trabajo, sabes lo quisquilloso que es, si quieres mantener tu puesto, es mejor, que nos dejes entrar  —intentó convencerlo, pero, el fornido hombre la miró amenazante unos segundos más, resistiéndose a sus palabras y finalmente accedió.

Dentro, subimos rápidamente por un ascensor, era la primera vez que me subía a uno, estaba asustada. Al sentir que nos elevábamos, me aferre con todas mis fuerzas a los brazos de Melinda y Dan, ellos viéndome con cierta sorpresa, dejaron que me apoyase. Durante el tiempo, que estábamos allí encerrados, sentí mi estómago moverse y un mareo leve, que se detuvo, cuando salimos.

—¿Debimos subir por la escalera?
—preguntó Melinda, al verme agitada.

—No sabía que le temías a los ascensores, la próxima no lo haremos, pero, estando solos aquí, fue bueno aprovechar los privilegios que solo Ren tiene. Incluso su fiel asistente, Marcus, debe subir por las largas escaleras hasta su oficina  —añadió Dan, al mismo tiempo que mi respiración se calmó.

Abrimos la puerta, con un alambre, logrando forzar la cerradura, no sin antes intentarlo cada uno dos veces. Al prender las luces, la oficina solitaria, sin su dueño habitual, se sentía más armoniosa y acogedora, como si ese lugar celebrara que su irritante huésped, no estuviera allí. La ventana enorme, que ocupaba toda la pared del centro lateral de la oficina, permitía ver las luces y edificios altos de la región Albor, sin duda una vista privilegiada, para todo aquel que quisiera sentirse poderoso. Al fondo, apoyado sobre la pared blanca, estaba puesta una estantería con archivadores, colocados verticalmente, libros viejos, y otros tantos cachivaches de Ren, como trofeos y galardones. En el frente del mismo mueble, una larga mesa de vidrio, haciendo juego con una silla azul, que simulaba un trono, por los adornos y su tallado. Al lado, una puerta roja que daba el ingreso hacia la otra oficina del fondo, que además funcionaba como la biblioteca personal de Ren.

No Soy la villana de este cuentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora