CAPITULO 7: Ella no puede vernos allí

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~Ella no puede vernos allí~

***
Sus afiladas uñas emanaban el deseo excesivo por la carne humana, su aliento fétido me mareaba, ¿Qué quería de mí?, ¿solo era su juguete? Ella aterraba a cualquiera, no obstante, no me daba miedo. Quería averiguar su oscuro secreto, entonces jugaríamos a la comida y al hambriento.

***

Estaba de frio, mis muñecas y tobillos entumecidos, no tenía la más absoluta idea de dónde me encontraba, ni quien era mi secuestradora, pues tenía el rostro bien cubierto. Mientras ella afilaba sus uñas pude ver en su muñeca, una marca que antes ya había visto.

—¿Tienes miedo?  —me preguntó, modulando la voz para que se oyera más terrorífica.  —No te preocupes, aún no es la hora, quiero devorar tu carne lentamente  —continuaba intentando provocarme miedo.

Luego de asegurarse que estuviera bien sujeta, se dirigió hacia una pareja, los cuales estaban atados de espaldas uno junto a la otra. En sus rostros no había más que un miedo profundo. Ella levantó el rostro del hombre para que este la mirara, pero en su defensa él cerró los ojos.

—Deja ir a mi esposa ¡Por favor!  —Le suplicaba.

—Estoy segura, no quiere salvarse 
—le respondió, mientras apretaba sus pómulos.

—¡Sí, no quiero salvarme! —gritó sorpresivamente la esposa, haciendo que la mujer de la marca se le acercase.

Sin entender lo que sucedía, la esposa de aquel hombre parecía loca, sus ojos divagaban sin dirección alguna, su respiración era cada vez más inquieta, balbuceaba como perdida en otro mundo, reía y gritaba sin sentido. —Sí, cortaré hasta el último signo de luz en ti —le dijo ella, entre una risilla macabra.

Era espantoso, repentinamente su cuerpo se sacudía bruscamente, mientras que su esposo no paraba de sollozar, sabía que era su fin. Yo no podía hacer nada más que ver esa horrenda escena, intentaba soltarme, pero estaba demasiado apretado. Entonces, sin más remedio vi una luz extinguirse, un grito devastador y un cuerpo caer al piso. Ella se veía hambrienta, devoro rápidamente la cabeza de aquella desafortunada mujer.

—Eres un monstruo —le dije, frenando su festín. Ella, soltó el resto del cuerpo y en un santiamén apretaba mi quijada.

—No lo comprendes —dijo descubriendo su rostro.

No lo podía creer —¿Tú?  —pronuncié con el alma en el hilo y sonreí por lo irónico que me parecía verla de esa forma. Sabía que había algo oculto en ella, pero no imaginé descubrirlo en una situación como esa. La rubia que mi hermana atropelló, era una frívola cortadora de luz.

—Hola Etnei ¿Me recuerdas?  —me dijo mientras jugueteaba con su lengua.

—Sí, pero no de la forma que entenderías  —ironicé mordaz.

—Cuando eras muy pequeña te perdiste por el bosque del pueblo de Turns, desesperada por la muerte de tus padres. Eras tan vulnerable. Te salvaron ese día, pero, esta vez no escaparás de mí  —relataba el viejo encuentro con Etnei.

A mí solo me importaba una cosa ¿Mis padres habían muerto?, entonces, quite mi sonrisa burlona y me puse más seria, hace un día estaba cenando con ellos y ahora debía afrontar su muerte. De repente, solo un deseo estaba en mi cabeza: "quiero volver a casa y dejar atrás nuestras diferencias". Mientras tanto, ella continuaba con su discurso.

No Soy la villana de este cuentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora