CAPÍTULO 19: Bendita aparición

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                  ~Bendita aparición~

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No me lo esperaba, pero, debía adivinarlo, sus cabellos blancos y rizados llamaban la atención debajo de la capucha que cubría totalmente su rostro. La alegría, era muy poco, para describir lo que sentía, tal vez porque en ese sentimiento también se avivaba la reivindicación que resolvía la injusticia que nos habían obligado a pasar.

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Los misteriosos personajes encubiertos con una capa negra, se quedaron quietos, parados frente a mí, con las manos cruzadas como si estuvieran esperando el momento indicado para revelar su identidad. Marcus insistía en su actitud misteriosa, alargando el momento de explicar de forma clara y directa sobre cómo pretendía ayudarme. Una intriga que llegaba al punto de compararse con angustia, me fastidiaba, tenía demasiadas ganas de enterarme sobre los planes que el príncipe de Dorezul, planificó junto a mi abuelo y las personas encapuchadas. 

—¿Cuáles son los planes Marcus? ¿Por qué trajiste a mi abuelo?  —pregunté con un tono autoritario, intentando que él dejara de evadir las respuestas que necesitaba saber.

Marcus, sin quitar su sonrisa juguetona y fingiéndose poco afectado por mi rostro serio y de pocos amigos, respondió buscando convencerme de que guardará calma  —en este momento, ellos son exactamente lo que necesitas  —me dijo mirándome esta vez con un brillo especial en sus ojos, logrando sosegar mis interrogantes, incluso sin haber obtenido una idea esclarecedora de su parte.

—Joe llamó la noche anterior desesperada, pidiendo ayuda, al principio no entendía nada, pero, cuando escuché unos ruidos extraños de fondo, aquellos que aludían sollozos y gritos para acallarlos, supe que ella y tus padres fueron secuestrados, no podía quedarme atrás en esto  —explicó mi abuelo, señalando la forma en la que se enteró, mirándome con una tristeza en sus ojos. Pesaba en él una cierta decepción por mí al no haberle contado algo tan apremiante como lo ocurrido.

—No quise mantenerte al margen, solo intentaba protegerte, esa gente es muy peligrosa —explique sin lograr que él cambiara de opinión.

—Por lo mismo, pretendías arriesgarte sin tomar medidas  —me regañó, con la voz pastosa.

Mirándome mi abuelo Josep, por unos segundos más, desprendió un brillo misterioso de sus ojos y torció su boca como si intentara sonreír. —No desestimes a tu abuelo, a pesar de ser más viejo que tú, sé muy bien cómo ayudar, además de que mi trabajo como jardinero me ha llevado a trabajar en esa casa. Conozco perfectamente cada rincón y salidas secretas  —me habló en un tono más relajado.

—Lo siento —espeté encogiéndome de hombros. Mi abuelo negó y me acercó hacia él, para que me diera un fuerte abrazo como si de un largo reencuentro se tratara. —No pensé que te sentirías mal  —pronuncie aún más melancólica.

—Descuida, yo hubiera hecho lo mismo que tú, la prudencia no es una de mis mejores virtudes  —bromeó riendo con más ganas, mientras nuestro cálido abrazo finalizó y nos distanciamos un poco.   —Cuando lo supe estuve muy desesperado 
—añadió mi abuelo, refiriéndose a la inmensa preocupación que generaba una noticia como la que había recibido  —pero, vino a mí una “luz de esperanza” que logró tranquilizarme y supusimos que vendrías por tu cuenta, así que nos adelantamos a esperarte, nunca te dejaríamos sola  —continuó mi apacible y noble abuelo, observando a las dos personas encapuchadas paradas junto a Marcus.

Esteban, por su parte, quien nos observaba desde el asiento de conductor, estacionó el auto de forma adecuada, para que pudiera darnos alcance y formar parte del inesperado encuentro entre mi abuelo y yo. Al estar junto a nosotros en medio de la desértica y solitaria carretera, donde ninguna otra alma se asomaba, miró al carismático príncipe.

No Soy la villana de este cuentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora