CAPÍTULO 1: Una pequeña mentira

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~Una pequeña mentira~

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Mentir, ¿Quién no se ha visto envuelto en una pequeña mentira? o ¿incluso infringiendo reglas innecesarias?, esperen, está bien, no era "una pequeña mentira" ni tampoco una "regla innecesaria", pero era preciso que hiciera esa acción, más bien eso quiero creer.

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Era febrero y quedaba tres días para que mis vacaciones de trabajo terminarán. Había pasado un mes después de la muerte de mi abuela Gloriem y todavía estaba muy dolida por su desaparición. Fue así que intenté apartar mi mente del dolor, necesitaba una distracción.

En ese momento la terraza de mi departamento, pareció una buena idea. Subí y desde allí arriba miré las calles blancas y anchas de la ciudad, para que mi angustia se perdiera en medio de ellas. Por unos segundos lo conseguí, no pensaba en nada, pero tristemente Aquello no duró mucho, mis pensamientos volvieron y golpearon mi cabeza como granizos. Incluso mi mente trajo a mi odioso jefe, quién sin piedad retumbó en mi cabeza.

Pensar en mí escueto escritorio en C.D.M, traía las palabras pedantes de Ren, mi jefe -"todos son un borregos para mí" -era su frase, su sello personal. El "señor de traje negro", era su apodo más popular, además de "señor molesto"; siempre llevaba consigo un traje negro que combinaba con: su sarcástica sonrisa, su cabello ondulado, sus ojos negros profundos y un tatuaje en su mano derecha que curiosamente era una corona de un estilo muy antiguo, a decir verdad de varios siglos atrás.

No podía volver al reino de Ren, sin antes fortalecerme y solo había un lugar en donde podía conseguir repararme siquiera poco. La trágica muerte de mi abuela era un golpe demasiado duro de sobrellevar y el hecho de que no tuviéramos su cuerpo para un funeral digno aumentó el desconsuelo. Por esa razón, solo los buenos recuerdos, me permitirían mantener cierta fortaleza y esas memorias estaban plegadas en la casa de mis abuelos, allí mis tormentos debían parar. Después de todo visitar a mi abuelo Josep resultaría mejor que vigilar por la terraza.

Tomé el primer taxi que vi, me acomodé en el respaldar del asiento de atrás, ensayando que apartaba de mí un saco de preocupaciones y nuevamente fue un intento fallido. Durante el trayecto comencé a cavilar sobre mis sueños fatídicos y mis sospechas sobre un incendio provocado en el centro comercial "C.H."

A tan solo un mes después de la tragedia en enero, mis recuerdos sobre el siniestro que enlutó a muchas familias en ciudad Albor, se confundían casi constantemente con pesadillas de Gloriem pidiéndome ayuda. Lejos estaban mis noches pacíficas y prácticamente mi cuerpo habituó la rutina de levantarme a media noche, siempre con un sudor que enfriaba mi espalda.

Mi abuela formaba parte de la lista de veinte y tres personas muertas en el fuego dantesco, identidades que se admitieron por los resultados de pruebas de ADN sobre los restos calcinados y objetos personales hallados en escena. En nuestro caso, el colgante de perla de Gloriem permitió que aceptáramos lo inaceptable, porque eso comprobaba que ella se hallaba allí en C.H., cuando todo aquello ocurrió.

Los resultados de la investigación apuntaban a una falla en el sistema eléctrico, pero extrañamente algo dentro de mí, me aseguraba que no se trataba de un simple accidente sino de un cruel atentado. No existía indicios y prácticamente a la luz de la razón mis sospechas serían infundadas, sin embargo, mi intuición no dejaba que soltara esa idea. La sensación era tan fuerte que frustraba no identificar un culpable ¿Quién desearía la muerte de mi abuela? y la más grande pregunta ¿Por qué?

No Soy la villana de este cuentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora