CAPÍTULO 17: Maldita pesadilla

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~Maldita pesadilla~

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La sangre derramada injustamente, formaba un río siniestro lleno de cadáveres, donde ella ascendía mostrando sus afiladas garras, para atacarme, pero, eso no me asustaba, sino los ojos, ojos sin ningún brillo de vida, de todos aquellos que habían caído ante su maldad. La pesadilla me desgarraba, más que cualquier espada o cuchillo listo para cercenar.

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La cortadora, Inferna que ahora se hacía llamar: "Sara", continuaba mirándonos, en silencio, quieta y con las manos cruzadas, disfrutando nuestra reacción por su inesperada aparición. Nosotras, excluyendo a Dan, quien seguía absorto en un pánico incontrolable, nos manteníamos firmes y sin demostrar ningún ápice de lo que ella deseaba obtener, espanto por su presencia. A pesar de que mostraba una mirada inocente e incluso amigable, se notaba a leguas sus malas intenciones.

Sin embargo, la actitud serena y despreocupada por nuestro descubrimiento, realmente me preocupa - ¿Acaso todo podía ser una trampa? -reflexionaba intentando descifrar.

—No pensé que una persona como tú Dania, sería capaz de involucrarse en cosas como estas  —mencionó mostrando indignación.

Mi respiración se turbaba por tremenda provocación, la mala del cuento no era yo, sino ella, y aun así se atrevía a molestarme.

—Hacemos lo que es justo y necesario ¿Qué podrías saber si defiendes al mal? —la molesté, para que dejara su farsa de "buena persona".

—Los documentos en los archivadores, pertenecen a tres mafias contra las que Ren está ayudando a investigar, para que sean juzgadas por ley, no tienen nada que ver con él  —declaró la inocencia del señor de traje negro, no obstante sabía que no me convencía. Al menos, estaba segura sobre lo que yo pensaba, así que sus palabras más que todo estaban dirigidas hacia Dan y Melinda.

—¿Las...fotografías?  —articuló Dan, con muchas dudas en su cabeza. Al fin había dejado de temblar y estaba presto a creer en la bella mujer rubia.

—Claro, son cosas de las mismas mafias  —le respondió, mirándole a los ojos, para que él se creyera esa mentira.

—¡No es verdad!  —negué con certeza, retándola.

Esta vez, al mirarme, su rostro mostro la maldad que recordaba en ella, sonrió macabramente y Dan se tumbó contra el piso, sacudiéndose sin control.

Melinda desesperada, intentaba contenerlo, estaba completamente asustada y sorprendida por lo que veía  —¿Qué pasa? ¡Dan! Por favor, no me asustes —suplicaba, mientras Sara me mostró las garras, como una gata experta escondiéndolas y rebelándolas cuando fuera necesario.

—No dejaré que te salgas con la tuya, maldita  —rechine mis dientes, al mismo tiempo que Melinda, nos miraba sorprendida a ambas.

—¿Qué hacen? ¡Dania, pide ayuda!
—gritó desesperada, pero yo seguía retando con mi mirada a Sara, pensando como ayudaría a Dan. La cortadora, por su lado, fingiendo preocupación por Dan, sacó su celular del bolsillo de su saco negro terciopelo que la abrigaba hasta sus rodillas y llamó a emergencias.

—Calma, ya vienen, hay que mantenerlo quieto, para que no se lastime  —ayudó a Melinda a sujetarlo.

Yo por mi parte me sentía impotente, sabía lo que esa bruja, había hecho, pero no encontraba forma de explicárselo a Melinda.  —¡Apártate! —grité furiosa, mientras ella fingía un gesto de sorpresa.

Pronto, Dan dejó de sacudirse, desmayándose y desesperando a Melinda, quien protegía su cabeza, evitando que se golpeara. Aquella escena desesperante, duraba solo unos segundos, pero realmente se sentía una eternidad, la desesperanza, que sentía mi amiga, también era la mía. Deje, entonces de estar de pie, mirando a la odiosa cortadora dorek y la empujé a un lado, para que yo pudiera calmar a la hermana de Dan.

No Soy la villana de este cuentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora