~Castillo oscuro~***
Un lugar realmente espeluznante, el olor a orín y excremento asfixiaba mi respirar. Los rayos solares ni de asomo se acercaban allí, por lo que de seguro perdería la sensación del día o de la noche. Los gemidos de los presos incrementaba la penumbra. La energía negativa, un aperitivo de los cortadores estaba muy cargada en esas celdas del castillo.
***Corríamos sin detenernos y sin mirar atrás, la urgencia era clara, alejarnos de la vista y del enojo de los kardren, debíamos tener cuidado, después de todo nos ganaban en número. Corif, sujetaba firme mi mano sana durante el tiempo que escapábamos, al parecer había dejado atrás el supuesto temor a mi rechazo, por lo que anhelaba tanto nunca detenernos.
Las hojas secas y marchitas que el viento traía en pequeños remolinos, dieron cuenta de que los kardren estaban lejos, por ende, apenas nos detuvimos, solté la mano de Corif aun sintiendo que no deseaba dejarlo ir, porque no quería aferrarme a algo que tal vez no me correspondía.
No tardamos mucho en darnos cuenta, habíamos llegado al campo de cultivos, el cual estaba en notable abandono y totalmente desértico. Al parecer, el miedo había obligado a los pobladores a dejarlo todo y en gran parte esconderse en sus casas, es por ello que no me sorprendía el hambre del que padecía Dorezul y en especial el pueblo de Albor. Además, como narró mi abuela, la energía que se invertía en el corte, de la luz de vida, está se convertía en una plaga asesina de toda cosa verde.
Aprovechando la calma de nuestra huida, mi abuela sacó de su bolso de cuero, algo de pan seco y agua para todos. En tiempos tan difíciles era lo único bueno que se podía comer. Si los pobladores tenían suerte, lograban salvar algunas verduras de la magia de los cortadores, cultivándolas incluso dentro de sus mismas casas, muchos vivían de la caridad de sus vecinos. La carne animal, era casi inexistente, puesto que el rey confiscaba a través de los kardren y los cortadores, todo lo que estaba a su alcance, eran muy pocos los que lograban ocultar ganado, pero con los malos pastos, tampoco sobrevivían en su mayoría.
Las hierbas secas del trigo ladeaban de un lado al otro con el pasar del viento, el camino que nos guiaría hacia la colina rocosa estaba totalmente cubierto de ellas, así que no lográbamos divisarlo. Entonces, Lunia y Greni se pusieron de rodillas, tocaron la hierba a punto de deshacerse, de nuevo un brillo entre azul y lila resplandeció entre todas las plantas secas y se abrieron formando un camino que nos dirigía hacia nuestro siguiente destino, la colina.
—Listo, podemos continuar —dijo Lunia poniéndose de pie y sacudiendo el polvo de las hojas secas.
—Sí, continuemos, pero, esta vez sin ninguna sorpresa —trabó sus ojos Greni en Dreib, totalmente enardecido.
—Tenía que hacerlo, iba a matarlo —se fastidió Dreib por la mirada amenazante del hermano de Lunia.
Nunca en mi vida había visto a Joe tan molesta o furiosa como estaba Dreib, ella siempre se manejaba en calma y él me estaba dando la idea de cómo sería verla enojada.
—¡Nos pusiste en peligro! —gruñó Greni y en consecuencia Corif se interpuso entre ambos para que dejara de intimidar a Dreib.
—No sé si hiciste algo heroico o tonto Dreib, pero, me alegra que lo hicieras —sumó Lunia, intentando calmar las aguas.
—Eran muchos kardren, solo éramos tres lúminos contra esas bestias, incluso solo “mitad lúminos” —seguía protestando Greni.
—Es probable que el riesgo fuera inminente, pero se olvidan quienes son y de lo que fueron capaces de hacer, no debemos subestimar a los kardren, su fuerza física no solo es mortal para los humanos, lo es también para un mitad lúmino, pero tampoco ustedes deben subestimarse —agregó la abuela logrando calmarlos y pudimos continuar con nuestro camino.
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No Soy la villana de este cuento
FantasyConmovida por la trágica muerte de su abuela, Dania Loren Gurt, una asistente jurídico, de un carácter intrépido, curioso y temerario, enrumbará un viaje hacia unos 500 años atrás, gracias por supuesto a un árbol mágico conocido como el "árbol de la...